Apa­rien­cias Engañosas

EILEEN. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de William Oldroyd. 95 minutos

En 2016 el direc­tor tea­tral y de ópe­ra William Oldroy impre­sio­nó con su pri­mer lar­go­me­tra­je Lady Mac­beth, un sobrio dra­ma muy bien tra­ta­do y mag­ní­fi­ca­men­te actua­do por Flo­ren­ce Pugh en el rol pro­ta­gó­ni­co. Sin embar­go Eileen, su segun­do tra­ba­jo que tuvo su estreno mun­dial en Sun­dan­ce, no des­pier­ta el mis­mo entu­sias­mo en la medi­da que lo que el rea­li­za­dor enfo­ca en su pri­me­ra hora de metra­je, se dilu­ye por com­pe­to en los sub­si­guien­tes minutos.

Tho­ma­sin McKenzie

El rea­li­za­dor se ha basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Ottes­sa Mosh­fegh publi­ca­da en 2016, con un guión pre­pa­ra­do por la auto­ra del libro y Luke Goe­bel, ubi­can­do la acción en la déca­da del 60 en los subur­bios de Bos­ton. Allí resi­de Eileen Dun­lap (Tho­ma­sin McKen­zie), una joven de 24 años jun­to con su padre Jim (Shea Whigham), un ex poli­cía viu­do. Ella es una chi­ca retraí­da que tra­ba­ja como secre­ta­ria en una peni­ten­cia­ria juve­nil de varo­nes, don­de ve trans­cu­rrir su vida de mane­ra ruti­na­ria a la vez que sufre los emba­tes de su padre alcohó­li­co que en esta­do de ebrie­dad sue­le uti­li­zar su arma para asus­tar a los chi­cos del vecin­da­rio. Asi­mis­mo, Eileen nutre su ima­gi­na­ción con fan­ta­sías sexua­les en don­de un guar­dia de la pri­sión (Owen Tea­gue) inti­ma con ella, como asi­mis­mo en cier­tas oca­sio­nes vis­lum­bra estar arma­da y matar a su progenitor.

La labor ruti­na­ria de Eileen se alte­ra cuan­do lle­ga al cen­tro peni­ten­cia­rio Rebec­ca Saint John (Anne Hatha­way), una psi­có­lo­ga de apro­xi­ma­da­men­te cua­ren­ta años quien ha sido con­tra­ta­da para tra­tar a los jóve­nes pre­si­dia­rios; ella ase­me­ja ser una mujer mun­da­na, muy bien ves­ti­da y cier­ta­men­te atrac­ti­va que con­tras­ta por com­ple­to con la per­so­na­li­dad de Eileen. En su pri­mer día de tra­ba­jo y estan­do acom­pa­ña­da por Eileen son tes­ti­gos de una esce­na no muy agra­da­ble que tie­ne lugar cuan­do una madre (Marin Ire­land) visi­ta en la cár­cel a su hijo Leo (Sam Nivo­la) que ha sido con­vic­to por haber ase­si­na­do a su padre policía.

https://www.youtube.com/watch?v=wkMIv0xuzr8

A tra­vés de la comu­ni­ca­ción man­te­ni­da entre Eileen y Rebec­ca, la joven se encuen­tre más ani­ma­da y fas­ci­na­da por la per­so­na­li­dad de la psi­có­lo­ga emer­gien­do un sen­ti­mien­to de atrac­ción román­ti­ca hacia ella, cir­cuns­tan­cia que evo­ca al exce­len­te film Carol (2015) de Todd Hay­nes; eso que­da refle­ja­do cuan­do ambas dan­zan jun­tas en un bar noc­turno y sobre todo cuan­do Eileen es invi­ta­da por Rebec­ca a que cele­bren en su hogar la vís­pe­ra de Navi­dad. Arre­gla­da de pun­ta en blan­co y uti­li­zan­do un atuen­do de fies­ta per­te­ne­cien­te a su difun­ta madre, Eileen lle­ga a la casa de Rebec­ca. En un comien­zo la vela­da trans­cu­rre plá­ci­da­men­te has­ta el ins­tan­te en que la anfi­trio­na le soli­ci­ta un favor espe­cial, que no se habrá de deve­lar en qué con­sis­te para no malo­grar la intri­ga de quie­nes deseen pre­sen­ciar este film; lo úni­co que se pue­de anti­ci­par es que lo que se apre­cia de aquí en más es un rela­to de horror bajo la apa­rien­cia de un enga­ño­so thri­ller psicológico.

No hay nada más frus­tran­te para el espec­ta­dor cuan­do des­pués de haber asis­ti­do a una muy intere­san­te des­crip­ción de las per­so­na­li­da­des de las dos pro­ta­go­nis­tas feme­ni­nas, repen­ti­na­men­te las mis­mas se modi­fi­can por com­ple­to. Por aña­di­du­ra en el seg­men­to final de esta his­to­ria las esce­nas se suce­den ver­ti­gi­no­sa­men­te con­du­cien­do a un des­en­la­ce que ade­más de abrup­to es com­ple­ta­men­te irreal y por lo tan­to decep­cio­nan­te. Si bien son des­ta­ca­bles las sóli­das inter­pre­ta­cio­nes de McKen­zie y de Anne Hatha­way así como igual­men­te se dis­tin­guen en roles de apo­yo las de Ire­land y Whigham, el pro­ble­ma resi­de en que es difí­cil iden­ti­fi­car­se con lo que sus per­so­na­jes ter­mi­nan sien­do, por más que los mis­mos res­pon­dan a lo que la auto­ra vuel­ca en su novela.

En suma, es de lamen­tar que lo que el film pro­me­tía en un prin­ci­pio se haya esfu­ma­do con una pro­vo­ca­ti­va e incon­gruen­te reso­lu­ción. Jor­ge Gutman