Crónica de Jorge Gutman
CHIMERICA. Texto: Lucy Kirkwood. – Traducción: Maryse Warda — Dirección: Charles Dauphinais – Elenco: Shiong-En Chan, Alexandre Goyette, Yuu Ki, Tania Kotonyanni, Albert Kwan, Derek Kwan, Marie-Laurence Moreau, Li Li, Philippe Racine, Manuel Tadros, Marie-Hélène Thibault y Annie Yao. – Escenografía: Loïc Lacroix Hoy – Vestuario: Jessica Poirier-Chang – Iluminación: Marie-Aube St-Amant Duplessis – Música: Le Futur — . Video: Robin Kittei Ouimet – Peinado y Maquillaje: Sylvie Rolland Provost — Asistencia de Dirección: Lou Arteau. Duración: 3 horas incluyendo un entreacto — Representaciones: hasta el 17 de febrero de 2024 en el Théâtre Duceppe (www.duceppe.com)
Con el auspicioso antecedente de haber obtenido cinco premios Oliver en 2014, ahora el público de Montreal tiene la oportunidad de juzgar la obra Chimerica representada por la compañía del Teatro Duceppe. En esta pieza de la escritora británica Lucy Kirkwood concebida en 2013, su autora se vale de un acontecimiento real para centrar su atención en los azarosos vínculos existentes entre China y Estados Unidos.
El 5 de junio de 1989 tuvo lugar una manifestación liderada por estudiantes universitarios chinos en la gigantesca plaza Tiananmen de Beijing con el propósito de solicitar al gobierno la eliminación de reformas económicas que empobrecían a la población. En medio de ese vasto tumulto un joven estudiante de 19 años portando dos bolsas plásticas en sus manos enfrentó a los tanques militares. Esa escena fue fotografiada desde la ventana de su pieza de hotel por el periodista estadounidense Jeff Wiedener y su icónica imagen circuló por todo el mundo representando a una juventud pensante deseosa de que su país se democratizara.
Esa fotografía ha permitido que Kirkwood la utilizara para desarrollar una historia de ficción. Es así que la autora traslada la acción al año 2012 donde el prestigioso periodista fotógrafo americano Joe Schofield (Alexandre Goiyette) ‑reemplazando al real Wiedener-; ocupado en registrar acontecimientos mundiales, teniendo en su mano esa icónica foto que había tomado en 1989, desea investigar el paradero de aquel héroe que desafió al ejército chino y que mediante una noticia de un diario chino parecería que vive en Estados Unidos. De todos modos parte a Beijing donde entabla amistad con Zhang Lin (Derek Kwan), a fin de que pueda brindarle ciertos indicios que facilite su búsqueda; es así que se sabrá que Lin vive en situaciones apremiantes habiendo sufrido torturas por no haber comulgado con la doctrina del poderoso partido comunista. A todo ello queda claro la forma en que la obsesión de Joe para encontrar al misterioso “héroe” de la plaza Tiananmen, pone en riesgo su carrera, sus principios éticos así como su vínculo sentimental.
Mediante flashbacks reflejados por las remarcables proyecciones de video a cargo de Robin Kittel Ouimet, se aprecian algunos rasgos de la cultura china y de su contraparte americana: es así como con el correr de los años China ha venido aplicando los instrumentos del sistema capitalista para convertirse en una potencia económica, en tanto que la primera economía del mundo ha experimentado una declinación.
En la traducción efectuada por Maryse Warda del texto original inglés al idioma francés, la autenticidad de la obra queda resaltada por la sólida actuación de los 12 miembros del elenco con artistas locales de Quebec y actores chinos; consecuentemente, algunos de los diálogos son efectuados en mandarín con sobretítulos en francés.
A través de más de treinta escenas que transcurren en New York y Beijing, la escenografía de Loïc Lacroix Hoy montada sobre un panel giratorio resulta muy efectiva para reproducir los acontecimientos que tienen lugar en Estados Unidos y China.
Si bien el reciente pasado histórico de China queda reflejado en esta pieza de connotación política, la puesta escénica de Charles Deauphinais resulta desigual; eso es debido a que dada su extensa duración el ritmo impregnado por el director no adquiere la suficiente fluidez, produciendo cierto letargo con los continuados viajes de idas y vueltas de sus personajes entre ambos países Pero en todo caso eso no va en desmedro de los méritos de Chimerica que permite al espectador reflexionar sobre el convulsionado estado que en la actualidad atraviesa el mundo.
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