Una Icó­ni­ca Foto

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

CHI­ME­RI­CA.  Tex­to: Lucy Kirk­wood. – Tra­duc­ción: Mary­se War­da — Direc­ción: Char­les Dauphi­nais – Elen­co: Shiong-En Chan, Ale­xan­dre Goyet­te, Yuu Ki, Tania Koton­yan­ni, Albert Kwan, Derek Kwan, Marie-Lau­ren­ce Moreau, Li Li, Phi­lip­pe Raci­ne, Manuel Tadros, Marie-Hélè­ne Thi­bault y Annie Yao. – Esce­no­gra­fía: Loïc Lacroix Hoy – Ves­tua­rio: Jes­si­ca Poi­rier-Chang – Ilu­mi­na­ción: Marie-Aube St-Amant Duples­sis – Músi­ca: Le Futur — . Video: Robin Kit­tei Oui­met – Pei­na­do y Maqui­lla­je: Syl­vie Rolland Pro­vost —  Asis­ten­cia de Direc­ción: Lou Arteau. Dura­ción: 3 horas inclu­yen­do un entre­ac­to — Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 17 de febre­ro de 2024 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Con el aus­pi­cio­so ante­ce­den­te de haber obte­ni­do cin­co pre­mios Oli­ver en 2014, aho­ra el públi­co de Mon­treal tie­ne la opor­tu­ni­dad de juz­gar la obra Chi­me­ri­ca repre­sen­ta­da por la com­pa­ñía del Tea­tro Ducep­pe. En esta pie­za de la escri­to­ra bri­tá­ni­ca Lucy Kirk­wood con­ce­bi­da en 2013, su auto­ra se vale de un acon­te­ci­mien­to real para cen­trar su aten­ción en los aza­ro­sos víncu­los exis­ten­tes entre Chi­na y Esta­dos Unidos.

Una esce­na: (Danny Taillon)

El 5 de junio de 1989 tuvo lugar una mani­fes­ta­ción lide­ra­da por estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios chi­nos en la gigan­tes­ca pla­za Tia­nan­men de Bei­jing con el pro­pó­si­to de soli­ci­tar al gobierno la eli­mi­na­ción de refor­mas eco­nó­mi­cas que empo­bre­cían a la pobla­ción. En medio de ese vas­to tumul­to un joven estu­dian­te de 19 años por­tan­do dos bol­sas plás­ti­cas en sus manos enfren­tó a los tan­ques mili­ta­res. Esa esce­na fue foto­gra­fia­da des­de la ven­ta­na de su pie­za de hotel por el perio­dis­ta esta­dou­ni­den­se Jeff Wie­de­ner y su icó­ni­ca ima­gen cir­cu­ló por todo el mun­do repre­sen­tan­do a una juven­tud pen­san­te deseo­sa de que su país se democratizara.

Esa foto­gra­fía ha per­mi­ti­do que Kirk­wood la uti­li­za­ra para desa­rro­llar una his­to­ria de fic­ción. Es así que la auto­ra tras­la­da la acción al año 2012 don­de el pres­ti­gio­so perio­dis­ta fotó­gra­fo ame­ri­cano Joe Scho­field (Ale­xan­dre Goi­yet­te) ‑reem­pla­zan­do al real Wie­de­ner-; ocu­pa­do en regis­trar acon­te­ci­mien­tos mun­dia­les, tenien­do en su mano esa icó­ni­ca foto que había toma­do en 1989, desea inves­ti­gar el para­de­ro de aquel héroe que desa­fió al ejér­ci­to chino y que median­te una noti­cia de un dia­rio chino pare­ce­ría que vive en Esta­dos Uni­dos. De todos modos par­te a Bei­jing don­de enta­bla amis­tad con Zhang Lin (Derek Kwan), a fin de que pue­da brin­dar­le cier­tos indi­cios que faci­li­te su bús­que­da; es así que se sabrá que Lin vive en situa­cio­nes apre­mian­tes habien­do sufri­do tor­tu­ras por no haber comul­ga­do con la doc­tri­na del pode­ro­so par­ti­do comu­nis­ta. A todo ello que­da cla­ro la for­ma en que la obse­sión de Joe para encon­trar al mis­te­rio­so “héroe” de la pla­za Tia­nan­men, pone en ries­go su carre­ra, sus prin­ci­pios éti­cos así como su víncu­lo sentimental.

Derek Kwan y Ale­xan­dre Goyet­te. (Foto: Danny Taillon)

Median­te flash­backs refle­ja­dos por las remar­ca­bles pro­yec­cio­nes de video a car­go de Robin Kit­tel Oui­met, se apre­cian algu­nos ras­gos de la cul­tu­ra chi­na y de su con­tra­par­te ame­ri­ca­na: es así como con el correr de los años Chi­na ha veni­do apli­can­do los ins­tru­men­tos del sis­te­ma capi­ta­lis­ta para con­ver­tir­se en una poten­cia eco­nó­mi­ca, en tan­to que la pri­me­ra eco­no­mía del mun­do ha expe­ri­men­ta­do una declinación.

En la tra­duc­ción efec­tua­da por Mary­se War­da del tex­to ori­gi­nal inglés al idio­ma fran­cés, la auten­ti­ci­dad de la obra que­da resal­ta­da por la sóli­da actua­ción de los 12 miem­bros del elen­co con artis­tas loca­les de Que­bec y acto­res chi­nos; con­se­cuen­te­men­te, algu­nos de los diá­lo­gos son efec­tua­dos en man­da­rín con sobre­tí­tu­los en francés.

A tra­vés de más de trein­ta esce­nas que trans­cu­rren en New York y Bei­jing, la esce­no­gra­fía de Loïc Lacroix Hoy mon­ta­da sobre un panel gira­to­rio resul­ta muy efec­ti­va para repro­du­cir los acon­te­ci­mien­tos que tie­nen lugar en Esta­dos Uni­dos y China.

Si bien el recien­te pasa­do his­tó­ri­co de Chi­na que­da refle­ja­do en esta pie­za de con­no­ta­ción polí­ti­ca, la pues­ta escé­ni­ca de Char­les Deauphi­nais resul­ta des­igual; eso es debi­do a que dada su exten­sa dura­ción el rit­mo impreg­na­do por el direc­tor no adquie­re la sufi­cien­te flui­dez, pro­du­cien­do cier­to letar­go con los con­ti­nua­dos via­jes de idas y vuel­tas de sus per­so­na­jes entre ambos paí­ses Pero en todo caso eso no va en des­me­dro de los méri­tos de Chi­me­ri­ca que per­mi­te al espec­ta­dor refle­xio­nar sobre el con­vul­sio­na­do esta­do que en la actua­li­dad atra­vie­sa el mundo.

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La Falli­da Memoria

MEMORY. Esta­dos Uni­dos-Méxi­co, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Michel Fran­co. 100 minutos

Como lo ha efec­tua­do en varios tra­ba­jos de su fil­mo­gra­fía, entre otros Des­pués de Lucia (2012), Chro­nic (2015) y Las Hijas de Abril (2017), el talen­to­so cineas­ta azte­ca Michel Fran­co nue­va­men­te abor­da en Memory un dra­ma psi­co­ló­gi­co, en don­de como su títu­lo lo anti­ci­pa, la memo­ria cons­ti­tu­ye el tema central.

Peter Sars­gaard y Jes­si­ca Chastain

En la pri­me­ra secuen­cia se obser­va a Syl­via (Jes­si­ca Chas­tain) quien, como lo ha veni­do hacien­do duran­te más de una déca­da, asis­te a un encuen­tro de Alcohó­li­cos Anó­ni­mos, tenien­do en cuen­ta que esa comu­ni­dad de per­so­nas la ayu­dó a eli­mi­nar su adic­ción a la bebi­da por lo que aho­ra se encuen­tra en com­ple­ta sobrie­dad. Vivien­do con su hija ado­les­cen­te Anna (Broo­ke Tim­ber) en un modes­to depar­ta­men­to neo­yor­kino, se desem­pe­ña como tra­ba­ja­do­ra social en un hogar públi­co apo­yan­do a gen­te que enfren­ta pro­ble­mas de salud men­tal. De natu­ra­le­za taci­tur­na, su ros­tro dela­ta cier­ta preo­cu­pa­ción, que duran­te el trans­cur­so del rela­to se sabrá el motivo. .

El film adquie­re impul­so cuan­do en una reu­nión con anti­guos cama­ra­das de la escue­la secun­da­ria, se le acer­ca a su mesa un hom­bre y ella de inme­dia­to se ale­ja de él como asi­mis­mo deja el lugar y se diri­ge a su casa aun­que inquie­ta por­que ese indi­vi­duo sigue sus pasos. A la maña­na siguien­te Syl­via des­cu­bre que pró­xi­mo a su edi­fi­cio se halla su per­se­gui­dor quien per­noc­tó a la intem­pe­rie duran­te toda la noche des­pro­te­gi­do del frío. Revi­san­do su docu­men­ta­ción se ente­ra que se lla­ma Saul (Peter Sars­gaard) y cuan­do ella logra comu­ni­car­se con su her­mano Isaac (Josh Char­les) que lo cui­da, se impo­ne que pade­ce de una pre­ma­tu­ra demen­cia que le con­du­ce al olvi­do. Asi­mis­mo, en ese sor­pre­si­vo encuen­tro Syl­via está con­ven­ci­da que Saul ha sido uno de los com­pa­ñe­ros de escue­la que en ese enton­ces la asal­tó sexual­men­te; sin embar­go, al ser incre­pa­do él nie­ga haber come­ti­do seme­jan­te acción.

A par­tir de ese inusual encuen­tro, Syl­via acce­de al pedi­do de Isaac que cui­de y pro­te­ja a su her­mano mien­tras él deba ausen­tar­se del hogar. A todo ello se va des­cu­brien­do que Syl­via tie­ne sus pro­pios pro­ble­mas en don­de se lle­ga a saber que ella ha vivi­do trau­ma­ti­za­da por lúgu­bres even­tos sufri­dos en su infan­cia en el ámbi­to de su hogar. El direc­tor agre­ga una com­pli­ca­ción adi­cio­nal a la his­to­ria cuan­do Oli­via (Merrit Wever), la her­ma­na de Syl­via con quien sos­tie­ne una bue­na rela­ción, le mani­fies­ta que la vio­la­ción de Saúl nun­ca ha exis­ti­do; al pro­pio tiem­po entra en esce­na su madre (Jes­si­ca Har­per) con quien se man­tie­ne dis­tan­cia­da y en don­de comien­zan a deve­lar­se tur­bios secre­tos del pasa­do que esta mujer pre­fie­re que per­ma­nez­can ocultos.

De lo que ante­ce­de en for­ma ambi­gua no resul­ta cla­ro si aca­so la falli­da memo­ria es atri­bu­to exclu­si­vo de Saul o si Syl­via tam­bién resul­ta afec­ta­da al ima­gi­nar even­tos que no han ocurrido.

A pesar de la noble inten­ción de Fran­co en ana­li­zar cómo afec­ta la pér­di­da de memo­ria, él no logra su obje­ti­vo en la medi­da que su rela­to care­ce de la pro­fun­di­dad nece­sa­ria que este tópi­co requie­re. Sin entrar a con­si­de­rar los muchos hilos suel­tos del guión, la narra­ti­va resul­ta frag­men­ta­da, pasan­do de una secuen­cia a la otra a tra­vés de esce­nas poco ela­bo­ra­das y a su vez repe­ti­ti­vas. Eso se agra­va al aña­dir en la segun­da par­te de esta his­to­ria un poco con­vin­cen­te víncu­lo román­ti­co entre Syl­via y Saul para demos­trar cómo esas dos almas per­tur­ba­das encon­tra­rán sosie­go y solaz median­te el amor que los une.

Cier­ta­men­te, la madu­rez acto­ral de Chas­tain y Sars­gaard en las exce­len­tes carac­te­ri­za­cio­nes de sus vul­ne­ra­bles per­so­na­jes jus­ti­fi­ca la razón de visio­nar este film que sin ser nece­sa­ria­men­te medio­cre no alcan­za el nivel de cali­dad al que Fran­co acos­tum­bra brin­dar al ciné­fi­lo selec­ti­vo. Jor­ge Gutman

Cua­tro Hijas

LES FILLES D’OLFA. Túnez-Fran­cia-Ara­bia Sau­di­ta-Ale­ma­nia, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Kaouther Ben Hania. 107 minutos

Con bue­nos ante­ce­den­tes logra­dos en dos fil­mes docu­men­ta­les y sobre todo la sáti­ra de fic­ción logra­da en The Man Who Sold his Skin (2020), la cineas­ta tune­ci­na Kaouther Ben Hania adop­ta en esta opor­tu­ni­dad una sin­gu­lar com­bi­na­ción de ambos géneros.

El rela­to de Les Filles d’Olfa explo­ra a Olfa Ham­rou­ni, una mujer tune­ci­na y madre de cua­tro hijas, en don­de dos de ellas, Gho­fra­ne y Rah­ma, des­apa­re­cie­ron en 2015 a la edad de 16 y 15 años respectivamente.

Las cua­tro hermanas

La cáma­ra de Ben Hania pene­tra en 2023 en la inti­mi­dad del hogar de Olfa a fin de repro­du­cir la vida de esa fami­lia. Para ello acu­de a actri­ces pro­fe­sio­na­les para per­so­ni­fi­car a Gho­fra­ne (Ichraq Matar) y Rah­ma (Nour Karoui) y en cier­tas ins­tan­cias a Olfa (Hend Sabri) en tan­to que Eya y Tays­sir, las otras dos her­ma­nas meno­res, se repre­sen­tan a sí mismas.

A tra­vés de ese sin­gu­lar meca­nis­mo, Olfa cuen­ta su vida deta­llan­do el trau­ma reci­bi­do por par­te de su madre, su boda con un mari­do al que no qui­so y que lue­go lle­gó a dejar­lo para unir­se a otro hom­bre y cómo su acti­tud ambi­gua adop­ta­da para con sus hijas lle­gó a influir en sus vidas. Asi­mis­mo se repro­du­ce la diná­mi­ca exis­ten­te entre las cua­tro her­ma­nas don­de no fal­tan momen­tos de humor y ale­gría. En la recons­truc­ción efec­tua­da pue­de con­tem­plar­se cómo en cier­tas oca­sio­nes las hijas son ata­ca­das por su madre como así tam­bién los abu­sos sufri­dos por el aman­te de Olfa (Majd Mastoura).

Refle­jan­do la con­di­ción de la mujer ára­be den­tro del patriar­ca­do impe­ran­te, Gho­fra­ne y Rha­ma desean eman­ci­par­se y para ello esca­pan del hogar para pos­te­rior­men­te adop­tar una acti­tud radi­cal; sin deve­lar el des­en­la­ce se lle­ga a saber qué es lo que acon­te­ció con ellas, dón­de se encuen­tran y en qué con­di­cio­nes trans­cu­rren sus vidas.

Aun­que no es la pri­me­ra vez que el cine ape­la a un dra­ma­tis­mo fic­cio­nal en el mar­co de un docu­men­tal, en esta oca­sión la direc­to­ra no logra un per­fec­to ensam­ble de ambos géne­ros lle­gan­do a situa­cio­nes que en algu­nas ins­tan­cias des­con­cier­tan y resul­tan con­tra­dic­to­rias. Sin embar­go, estas obje­cio­nes no des­me­re­cen el inte­rés del film; así, ade­más de cier­tas con­mo­ve­do­ras esce­nas, la rea­li­za­do­ra acer­ta­da­men­te trans­mi­te la com­ple­ja rela­ción materno-filial, como igual­men­te al recu­rrir a extrac­tos de archi­vos per­mi­te que la audien­cia se impon­ga de la recien­te his­to­ria de Túnez con sus aten­ta­dos terro­ris­tas y cómo eso ha afec­ta­do a la población.

Al mar­gen de esta eva­lua­ción crí­ti­ca cabe men­cio­nar que el film ha sido doble­men­te con­si­de­ra­do por la Aca­de­mia de Holly­wood al haber sido pre­se­lec­cio­na­do para la mejor pelí­cu­la inter­na­cio­nal repre­sen­tan­do a Túnez, como asi­mis­mo es uno de los 15 docu­men­ta­les nomi­na­dos para optar al Oscar en dicha cate­go­ría. Jor­ge Gutman

La Bana­li­dad del Mal

THE ZONE OF INTER­EST. Esta­dos Uni­dos-Gran Bre­ta­ña-Polo­nia, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Jonathan Gla­zer. 105 minutos

En su libro Eich­man en Jeru­sa­lén publi­ca­do en 1963, la memo­ra­ble filó­so­fa ale­ma­na Han­nah Arendt acu­ñó la fra­se “la bana­li­dad del mal” como con­se­cuen­cia de haber des­crip­to el pro­ce­so judi­cial a Adolf Eich­man en Jeru­sa­lén en 1961.

La aco­ta­ción pre­ce­den­te vie­ne al caso por­que en su cuar­ta pelí­cu­la el rea­li­za­dor Jonathan Gla­zer con­si­de­ra en The Zone of Inter­est la tri­via­li­dad malig­na a tra­vés del retra­to de Rudolf Höss quien ha sido el coman­dan­te del cam­po de con­cen­tra­ción de Auschwitz.

Chris­tian Friedel

El guión del rea­li­za­dor está basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Mar­tin Amis publi­ca­da en 2014 y si bien la mis­ma es de fic­ción, el rela­to adop­ta un enfo­que más ase­me­ja­do a un docu­men­tal. Des­pués de dos minu­tos en que apa­re­ce la pan­ta­lla en negro acom­pa­ña­da con una músi­ca elec­tró­ni­ca de tono lúgu­bre, la pri­me­ra esce­na pre­sen­ta a una fami­lia dis­fru­tan­do de un pic­nic a la ori­lla de un lago. Recién al regre­sar al hogar sabe­mos que allí viven Höss (Chris­tian Frie­del) con su espo­sa Hed­wig (San­dra Hüller) y sus cin­co hijos. La sun­tuo­sa caso­na en Ausch­witz cuen­ta con estu­pen­dos jar­di­nes, pis­ci­na, jue­gos para los niños y lo que se con­tem­pla es un para­je idí­li­co que alber­ga a una fami­lia feliz. Cla­ro está que el muro de la vivien­da ocul­ta lo que trans­cu­rre en su par­te exte­rior, espe­cí­fi­ca­men­te en el cam­po de con­cen­tra­ción y exter­mi­nio nazi.

La mayor par­te del film refle­ja a tra­vés de epi­só­di­cas secuen­cias la vida coti­dia­na de esa fami­lia don­de en un prin­ci­pio se cele­bra el cum­plea­ños de Rudolf. Pos­te­rior­men­te se lo ve a él des­pi­dién­do­se de su mujer para ir a su tra­ba­jo así como reci­bien­do en su casa a inge­nie­ros que le mues­tran nue­vos méto­dos para un nue­vo cre­ma­to­rio a fin de imple­men­tar mejor la deno­mi­na­da “solu­ción final” de los judíos pro­pug­na­da por Hitler. En sus ratos dis­po­ni­bles jue­ga con los niños, se sumer­ge con ellos en el lago, los pasea en bote y ade­más como exce­len­te padre por la noche sue­le leer­les cuen­tos infan­ti­les para que pue­dan dor­mir­se plácidamente.

Por su par­te, Hed­wig ade­más de pro­bar­se ropa segu­ra­men­te sus­traí­da de con­de­na­das pri­sio­ne­ras, diri­ge e impar­te órde­nes a su nume­ro­so plan­tel de ser­vi­cio y social­men­te se reune con sus ami­gas. Asi­mis­mo se ocu­pa con esme­ro en cui­dar las plan­tas y flo­res de sus bellos jar­di­nes que con todo orgu­llo le ense­ña a su madre (Imo­gen Kog­ge) que está de visi­ta y que tam­bién goza del idí­li­co lugar. Todo es tan per­fec­to que su mari­do la con­si­de­ra la “rei­na de Auschiwitz”.

La armo­nía de la pare­ja man­te­ni­da duran­te los 17 años de matri­mo­nio alcan­za un momen­to de ten­sión cuan­do Rudolf reci­be la orden de ser trans­fe­ri­do a Ber­lín con un car­go supe­rior y Hed­wig se opo­ne rotun­da­men­te a dejar de lado su vida idí­li­ca don­de habi­ta, rogan­do a su mari­do que haga lo posi­ble para evi­tar el tras­la­do. Es allí don­de ella des­car­ga su frus­tra­ción tra­tan­do agre­si­va­men­te a una de sus emplea­das domésticas.

Afor­tu­na­da­men­te Gla­zer no mues­tra la tra­ge­dia que trans­cu­rre del otro lado del muro pero que uno lo ima­gi­na en la medi­da que el remar­ca­ble dise­ño de soni­do de John­nie Burn per­mi­te que se escu­che el rui­do de los ferro­ca­rri­les arri­ban­do con nue­vos pri­sio­ne­ros y algu­nos gri­tos de las víc­ti­mas; asi­mis­mo visual­men­te se apre­cia el humo gene­ra­do por la inci­ne­ra­ción de los cadá­ve­res de pri­sio­ne­ros exterminados.

En gene­ral, la cáma­ra del rea­li­za­dor agra­cia­da con la estu­pen­da foto­gra­fía de Lukasz Zal se man­tie­ne dis­tan­te de sus pro­ta­go­nis­tas evi­tan­do que pue­da exis­tir empa­tía algu­na con los mis­mos. Ese tra­ta­mien­to un tan­to frío afec­ta la caren­cia de emo­ción que podría natu­ral­men­te des­pren­der­se cuan­do se abor­da la tra­ge­dia del Holo­caus­to; sin embar­go eso es lo que jus­ta­men­te se pro­po­ne Gla­zer al pin­tar cómo un hom­bre que demues­tra ser un exce­len­te padre y espo­so y has­ta capaz de que­rer a su caba­llo como si se tra­ta­ra de un hijo más, mues­tra su male­vo­len­cia como coman­dan­te diri­gien­do el exter­mi­nio humano como si se tra­ta­ra de cual­quier noble tarea.

En líneas gene­ra­les, se asis­te a un dra­ma con­si­de­ra­ble­men­te per­tur­ba­dor y que aun­que un tan­to repe­ti­ti­vo está bien rea­li­za­do, con­tan­do con un elen­co de irre­pro­cha­ble nivel. Lo más tras­ce­den­te de este film dis­tin­gui­do con el Gran Pre­mio del Jura­do en el Fes­ti­val de Can­nes 2023, es su rele­van­cia al com­pro­bar que la tra­ge­dia de Ausch­witz no ha eli­mi­na­do el nivel de anti­se­mi­tis­mo vigen­te así como el omi­no­so fas­cis­mo pre­va­le­cien­te en varias regio­nes del mun­do. Jor­ge Gutman

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Una Crea­ción de la Ópe­ra de Montreal

LA REINE-GARÇON

Den­tro de la pro­gra­ma­ción de la pre­sen­te tem­po­ra­da 2023 – 2024, la Ópe­ra de Mon­treal (ODM) pre­sen­ta­rá en carác­ter de pri­mi­cia mun­dial La reine-garçon. Esta crea­ción líri­ca fue con­ce­bi­da por el pres­ti­gio­so com­po­si­tor de Que­bec Julien Bilo­deau con­tan­do con el apo­yo del escri­tor Michel Marc Bou­chard, igual­men­te oriun­do de esta pro­vin­cia, quien para este pro­pó­si­to adap­tó su pie­za tea­tral Chris­ti­ne, la reine-garçon. La gran com­pli­ci­dad exis­ten­te entre el musi­co y el libre­tis­ta que per­mi­tió el nota­ble éxi­to de la ópe­ra La Beau­té du mon­de juz­ga­da en noviem­bre de 2022, per­mi­te aguar­dar que este bino­mio gene­ra­rá otro impor­tan­te logro artístico.

Al igual que otras ins­ti­tu­cio­nes líri­cas, como por ejem­plo lo es el pres­ti­gio­so Metro­po­li­tan Ope­ra de New York, el direc­tor gene­ral de la ODM Patric Corri­gan ha resuel­to intro­du­cir en su reper­to­rio nue­vas obras de auto­res con­tem­po­rá­neos capa­ces de sus­ci­tar el entu­sias­mo del públi­co, como lo será La reine-garçon.

Según se anti­ci­pa, el méri­to de esta pro­duc­ción diri­gi­da por Ange­la Kon­rad es que Bilo­deau ha sabi­do expre­sar musi­cal­men­te la rique­za de la obra tea­tral. En su pie­za Bou­chard se ins­pi­ró en la vida de la Rei­na Cris­ti­na de Sue­cia, quien en el siglo XVII gober­nó a su pue­blo jus­to al con­cluir la lar­ga Gue­rra de los Trein­ta Años en que su país estu­vo invo­lu­cra­do. Su tumul­tuo­so rei­na­do con­clu­yó con su abdi­ca­ción, a la edad de 28 años.

Joy­ce El-Khoury, (Foto: ODM)

El elen­co está com­pues­to ínte­gra­men­te por cali­fi­ca­dos can­tan­tes cana­dien­ses, don­de algu­nos miem­bros son gra­dua­dos del Ate­lier lyri­que. Los roles prin­ci­pa­les son inter­pre­ta­dos por la nota­ble soprano Joy­ce El-Khoury (Chris­ti­ne, rei­na de Sue­cia), el remar­ca­ble barí­tono Étien­ne Dupuis (Con­de Karl Gus­tav) y la mez­zo soprano Pas­ca­le Spin­ney (Con­de­sa Ebba Spa­rre); el repar­to se com­ple­ta con el barí­tono bajo Daniel Oku­litch (Can­ci­ller Axel Oxens­tier­na), el tenor Isaiah Bell (Con­de Johan Oxens­tier­na), el tenor Eric Lapor­te (René Des­car­tes), la soprano Ali­ne Kutan (Marie-Éléo­no­re de Bran­de­bur­go) y el bajo Alain Cou­lom­be (Asis­ten­te de Descartes).

Étien­ne Dupuis (Foto: ODM)

El maes­tro Jean-Marie Zei­tou­ni diri­gi­rá la Orches­tre Sympho­ni­que de Mon­tréal y el Coro de la Ópe­ra de Mon­tréal. La esce­no­gra­fía es de Anick La Bis­son­niè­re, el ves­tua­rio es de Sébas­tien Dion­ne, en tan­to que Éric Cham­poux es res­pon­sa­ble de la iluminación.

Esta copro­duc­ción de la ODM y de la Cana­dian Ope­ra Com­pany de Toron­to, será ofre­ci­da en su ver­sión ori­gi­nal fran­ce­sa con sobre­tí­tu­los en fran­cés e inglés,los días 3, 6 y 8 de febre­ro (19h30) y el 11 de febre­ro (14h) en la sala Salle Wil­frid-Pelle­tier.

El públi­co que asis­ti­rá a esta ópe­ra podrá a su vez apre­ciar una pre­sen­ta­cion gra­tui­ta, una hora antes de la repre­sen­ta­ción en el Piano Nobi­le de la Pla­ces des Arts, a car­go del musi­có­lo­go Pie­rre Vachon.

Infor­ma­ción adi­cio­nal pue­de obte­ner­se en el sitio operademontreal.com