DRIVE-AWAY DOLLS. Estados Unidos, 2023. Un film de Ethan Coen. 83 minutos
Ya hace varios años que los hermanos Coen no trabajan conjuntamente; mientras que Joel Coen logró un buen trabajo con The Tragedy of Macbeth (2021), Ethan filmó Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind (2022), un aceptable documental que no alcanzó a trascender. Esto viene al caso dado que Ethan realizó con Drive-Away Dolls, su primer largometraje de ficción que de ninguna manera adquiere la relevancia que él con su hermano lograron en brillantes filmes como lo fueron, entre otros, Raising Arizona (1987), Fargo (1996), The Big Lebowski (1998) y The Ladykillers (2004).
La comedia que Ethan ofrece aquí es bastante anodina y el resultado deja bastante por desear. El guión del realizador escrito con su esposa Tricia Cooke ubica la acción en 1999 enfocando las vicisitudes que atraviesan dos lesbianas que residen en Filadelfia. Una de ellas es Jamie (Margaret Qualley), una tejana de voracidad sexual, quien al haber roto relaciones con su enamorada Sukie (Beanie Feldstein), decide cambiar de escenario; es así que logra convencer a su compañera de cuarto Marian (Geraldine Viswanathan) igualmente lesbiana, de efectuar una travesía en coche hasta Tallahassee, en el estado de Florida para visitar la tía de Marian.
Cuando alquilan un Dodge Aries en una compañía local a cargo de Curlie (Bill Camp),él les entrega por equivocación un vehículo destinado a dos ineptos gangsters (Joey Slotnick y C. J. Wilson), en cuyo baúl se halla una comprometedora valija metálica; en consecuencia el jefe mafioso (Colman Domingo) ordena a sus secuaces que logren ubicar con suma urgencia a Jamie y Marian. A través de esa persecución se generan ciertas secuencias supuestamente graciosas en donde no faltan algunas escenas sexuales lésbicas y el empleo de diálogos imbuidos de un lenguaje soez.
Lo mejor del film reside en las convincentes actuaciones de Qualley y Viswanathan; además de la lograda química entre ambas, se crea un equilibrado contrapeso entre la euforia, desenfreno de Jaimie con la personalidad más reservada de Marian. En breves papeles aparecen Pedro Pascal y Matt Damon quien abuna a un senador republicano.
Viendo esta absurda parodia, viene a la mente la acertada road movie Thelma & Louise (1991) en donde se asistía a una comedia romántica impregnada de una atractiva historia a la vez que eficazmente relatada. Lamentablemente aquí están ausentes los necesarios ingredientes para conformar una satisfactoria comedia cómica.
En síntesis, con un humor decadente y deslucido, esta caricatura de la comunidad lesbiana no habrá de enriquecer la filmografía del cineasta. Por lo tanto cabe aguardar que los hermanos Coen vuelvan a reunirse para trabajar en futuros proyectos que seguramente habrán de deleitar a sus seguidores como lo han hecho en el pasado. Jorge Gutman