MADAME DE SÉVIGNÉ. Francia, 2024. Un film de Isabelle Brocard. 93 minutos
Aunque no frecuentada por el cine, la directora Isabelle Brocard aborda la historia de la marquesa de Sévigné y el tóxico vínculo mantenido con su hija Françoise.
Madame de Sévigne sin ser una biografía se centra en algunas décadas de su existencia. Nacida en 1626 en París, Marie de Rabutin-Chantal, queda huérfana a temprana edad y habiendo sido criada por su tío, recibeó una buena educación. A los 18 años deviene la marquesa de Sévigné al contrae enlace con Henry de Sévigné, proveniente de una noble familia de Bretaña, con quien tiene dos hijos, el mayor Charles (1648) y la menor Françoise (1646). Después de que su esposo fallece en un duelo en 1651, la viuda marquesa de Sévigné (Karin Viard) se radica en París llevando una vida moderna e independiente trabando un vínculo amistoso con Madame de Lafayette (Noémie Lvovski).
Brocard en su guión compartido con Yves Thomas destaca el deseo de la marquesa de que su joven hija Françoise (Ana Girardot) pueda lograr una buena posición en su vida futura y a su vez que sea una mujer capaz de regir su propio destino. En ocasión de un baile realizado en los jardines del castillo de Versalles, la joven se topa con el rey Louis XIV (Benjamin Wangermee) quien trata de seducirla sexualmente pero su madre alcanza a retenerla; es así que para salvar su honor consigue que en enero de 1669 Françoise contraiga enlace con François Adhémar (Cédric Kahn), conde de Grignan. Una vez nacida su primera niña, Françoise la deja al cuidado de su madre, para instalarse en Provence donde su marido es designado gobernador.
De allí en más, el núcleo del film se centra en la tumultuosa relación entablada entre Marie y su hija. Amándola profundamente, Marie ejerce en su hija una exagerada protección, además de tratar de controlarla en sus actos; ese comportamiento abusivo motiva a que Françoise exprese su rebeldía generando un vínculo de odio y amor hacia su madre a través de los encuentros y desencuentros que se producen entre ambas; los mismos quedan reflejados en la numerosísima correspondencia epistolar de Marie a su hija, cuya primera carta es enviada en febrero de 1671. Esas misivas contribuyeron a que después de haber sido editadas la marquesa de Sévigné se convirtiera en una de las autoras literarias femeninas más remarcables de la literatura francesa.
Considerando epidérmicamente el contexto político de la época, el film no alcanza a exaltar como debiera en la medida que su narración se vuelve repetitiva al abusar de la excesiva lectura de las cartas en off, aminorando su fluidez. A su favor, la película se beneficia de los buenos diseños de producción y especialmente de las excelentes interpretaciones de Karin Viard y Ana Girardot quienes plenamente transmiten la tensión proveniente de ese tóxico lazo materno-filial.
En esencia, se aprecia un convencional drama histórico que interesa por la actuación y por su mensaje de emancipación femenina que hoy día reviste actualidad con el movimiento abogado por Me Too. Jorge Gutman