L’OURAGAN F.Y.T. Canadá, 2023. Un film de Ara Ball. 110 minutos
Las andanzas de un menor que criado en un hogar disfuncional se transforma en un desarraigado social es lo que el realizador Ara Ball coonsidera en L’Ouragan F.Y.T. un drama basado en su corto metraje homónimo de 2013.
El guión del realizador escrito en colaboración con Tania Duguay-Castiloux ambienta el relato en el distrito Hochelaga-Maisonneuve de Montréal en 1991. Allí habita en un medio eminentemente pobre y desfavorecido Delphis (Justin Labelle) de 11 años de edad perteneciente a una conflictiva familia. El comportamiento rebelde del chico motiva su expulsión del colegio y su inadaptación ciertamente se debe al ambiente que lo rodea; en tal sentido su padre (Patrice Dubois) es un delincuente que es enviado a la cárcel y su madre (Larissa Corriveau) además de ser víctima de violencia conyugal es toxicómana y alcohólica, por lo que su pequeño hermano, mediante la intervención de los servicios de protección a la infancia, es ubicado en un hogar sustituto al cuidado de una madre adoptiva (Julie Le Breton).
Prontamente Delphis abandona el hogar y decide adoptar el nombre de “Ouragan”, siguiendo un sendero delictivo en procura de dinero, alimentación y de un lugar donde pernoctar. Perseguido por la autoridad policial y por la Dirección de Protección de la Juventud, finalmente es rescatado por Ben (Nico Racicot), que lo lleva a convivir en un inmenso lugar denominado “la grotte”, junto con otros jóvenes (Antoine Olivier Pilon, y Émile Schnedier) igualmente mariginados y asimilados a la cultura punk. Dentro de ese ambiente el impulsivo e incontrolable Delphis encuentra el calor de una familia que no pudo lograr en la suya.
Dentro de un cine eminentemente social, evocando ciertamente algunos de los filmes de Ken Loach, el realizador destila en su relato un genuino realismo describiendo una juventud desprotegida socialmente, a la vez que resalta el humanismo latente dentro de la miseria que la rodea; al hacerlo, sin complacencia alguna Ball alberga la posibilidad de rescatar a esas vidas de la miseria para su reintegro al seno de la sociedad.
Aunque no del todo perfecto en la medida que el film incluye algunas escenas que podrían haberse prescindido sin alterar su eje central, el balance es netamente positivo, en parte debido a la gran intensidad que Ara Bell logra en su puesta escénica. A ello se agrega su magnífico elenco, donde descuella la actuación del carismático Justin Labelle; él es a todas luces admirable, sumergiéndose por completo en la piel del impetuoso y furioso protagonista. Finalmente, entre los elementos técnicos de producción, elogios merecen la fotografía de Ian Lagarde, entremezclando el blanco y negro con el color, así como la electrizante música de Julien Mineau resaltando el distintivo clima que caracteriza a la cultura punk. Jorge Gutman