Encuen­tro con la Muerte

TUES­DAY. Gran Bre­ta­ña, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Dai­na O. Pusic

La Muer­te como tra­mo final de la vida ha sido un per­so­na­je que en varias opor­tu­ni­da­des el film lo ha con­si­de­ra­do, entre ellos la anto­ló­gi­ca pelí­cu­la sue­ca El Sép­ti­mo Sello (1957) de Ing­mar Berg­man en la que un caba­lle­ro cru­za­do jue­ga con ella una par­ti­da de aje­drez. En Tues­day la novel direc­to­ra Dai­na O. Pusic vuel­ve a con­si­de­rar­la a tra­vés de una his­to­ria deci­di­da­men­te anticonvencional.

Julia Louis-Drey­fus

No hay tra­ge­dia mayor para los padres cuan­do un hijo o hija está por morir dado que lo más natu­ral es que los vás­ta­gos sobre­vi­van a sus pro­ge­ni­to­res. En el guión de la rea­li­za­do­ra eso es lo que acon­te­ce con Zora (Julia Louis-Drey­fus) cuya hija Tues­day (Lola Pet­ti­crew) de 15 años, víc­ti­ma de una gra­ve enfer­me­dad no espe­ci­fi­ca­da, está por extin­guir­se. Estan­do conec­ta­da con un tubo nasal y en silla de rue­das, la chi­ca es aten­di­da por Billie (Leah Har­vey), una abne­ga­da enfer­me­ra; en tan­to, su madre tra­ta de negar inter­na­men­te el final de su hija man­te­nién­do­se des­co­nec­ta­da de ella y angus­tio­sa­men­te empe­ña algu­nos ítems del hogar para sufra­gar el cos­to que insu­me la enfermedad.

Den­tro del mar­co de una aco­me­te­do­ra fábu­la super­na­tu­ral en su comien­zo Tues­day reci­be en su habi­ta­ción a un majes­tuo­so gua­ca­ma­yo (Arin­ze Kene) per­so­ni­fi­can­do a la Muer­te que ha veni­do a tomar su alma. En ese momen­to se pro­du­ce entre ambos un inter­cam­bio jugue­tón a tra­vés de una ama­ble con­ver­sa­ción refle­jan­do la fra­gi­li­dad de la vida; pos­te­rior­men­te Tues­day lle­ga a bañar­lo, le pone músi­ca agra­da­ble y le pide a su inter­lo­cu­tor que antes que se la lle­ve con­si­go le per­mi­ta des­pe­dir­se de su madre.

Lo que fun­da­men­tal­men­te tras­cien­de en esta extra­ña his­to­ria es la deses­pe­ra­ción de Zora para acep­tar la reali­dad de lo que le acon­te­ce a su hija. Median­te un intri­gan­te y a la vez con­mo­ve­dor rela­to es apre­cia­ble la ori­gi­nal for­ma en que la direc­to­ra expo­ne la inter­re­la­ción esta­ble­ci­da entre Zora, su hija y la Muerte.

La inter­pre­ta­ción del elen­co es real­men­te estu­pen­da. Louis-Drey­fus mara­vi­llo­sa­men­te trans­mi­te el des­ga­rra­dor esta­do emo­cio­nal de una mujer que resis­te admi­tir el ineluc­ta­ble dece­so de su hija; asi­mis­mo per­sua­de Pett­ti­crew como la ado­les­cen­te sufi­cien­te­men­te madu­ra para enfren­tar tem­pra­na­men­te el final de su exis­ten­cia. Men­ción espe­cial mere­ce el empleo de las imá­ge­nes crea­das por orde­na­dor logran­do un efec­to visual sor­pren­den­te con el per­so­na­je de la Muer­te expre­sa­do tra­vés de la gra­ve voz emplea­da por el remar­ca­ble actor Kene.

El desa­fian­te rela­to de Pusic se pres­ta a dife­ren­tes lec­tu­ras por la sin­gu­lar for­ma de su expo­si­ción pero cier­ta­men­te pre­va­le­ce la refle­xión sobre el mis­te­rio de nues­tra exis­ten­cia; en tal sen­ti­do deja abier­ta la pre­gun­ta acer­ca de si la vida se aca­ba cuan­do el cora­zón deja de latir o si aca­so hay algo que nos aguar­da en el más allá, tal como se apre­cia en la secuen­cia en que Zora inte­rro­ga a la Muer­te para saber si des­pués que ella fallez­ca podrá reen­con­trar­se con su hija.

En esen­cia, he aquí un ambi­cio­so dra­ma nota­ble­men­te diri­gi­do por Pusic a quien cabe elo­giar por la auda­cia en que enca­ró su tema; si bien el mis­mo pue­de des­con­cer­tar, en todo caso la pro­pues­ta de la debu­tan­te cineas­ta es váli­da en la medi­da que deja a la audien­cia pen­san­te al fina­li­zar su exhi­bi­ción. Jor­ge Gutman