ABABOUINÉ. Canadá, 2024. Un film de André Forcier. 94 minutos
A través de algunos relatos de su filmografía el renombrado cineasta André Forcier no escatimó referirse a la atmósfera imperante en la provincia de Quebec durante la Grande Noirceur, el Período Negro que se extendió desde 1944 a 1959 en donde la Iglesia ostentaba un rol principal controlando la vida de los habitantes de la provincia. Es así que ahora en Ababouiné, su décimo séptimo trabajo, vuelve a ambientar la trama durante esa época a través de una muy buena comedia de fantasía.
La acción transcurre en 1957 en un barrio popular de Montreal donde habita Michel Paquette (Rémi Brideau), él es un chico de 12 años afectado de polio, gran amante de la poesía, que ayuda a su amigo y editor Archange Saint-Amour (Gaston Lépage), quien sufre de Parkinson, a tipografiar un panfleto decididamente anticlerical denominado Vive Le Québec Laico. Cuando ese documento es distribuido en la clase con el permiso del anarquista profesor de francés André Rochette (Martin Dubreuil) y llega a conocimiento del autoritario vicario Cotnoir (Éric Bruneau), éste no puede evitar lo que considera un escándalo, comunicando de lo que sucede al pintoresco cardenal Madore (Rémy Girard); en consecuencia Cotnoir trata de evitar la publicación de Ababouiné, una obra editada por Archange basada en palabras olvidadas escritas por Rochette. Eso motiva a que Michel, enemigo jurado del prelado, hará lo imposible por vengarse de él con el apoyo de sus camaradas de clase.
Forcier se ha valido del guión por él escrito junto con François P. Forcier, Renaud Pinet-Forcier, Laurie Perron y Jean Boileau, que nutrido de sabrosos diálogos entremezcla un especial sentido de humor a través de situaciones convincentemente absurdas sin que ello impida la severa crítica al oscurantismo de la “sagrada iglesia” de la época. En tal sentido, hay una muy fuerte escena de pedofilia que Foncier expone para reiterar el infame comportamiento de algunos miembros del clero; lamentablemente ese repudiable hecho tan común en los orfanatos católicos, quedó evidenciado en el seno de las escuelas residenciales.
Dentro del inmejorable elenco cabe destacar a Bruneau quien remarcablemente se adentra en la psicología del detestable eclesiástico, al igual que Brideau quien con gran convicción se adentra en la personalidad del joven contestatario de la vigente jerarquía clerical.
En esencia, Foncier denunciando el desmesurado accionar de la iglesia, ha sabido hábilmente equilibrar el drama con la sátira en una historia de fantasía impregnada de un mágico realismo. Jorge Gutman