Fil­mes Eva­lua­dos en el TIFF (1)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

All We Ima­gi­ne As Light (India-Fran­cia-Paí­ses Bajos-Luxem­bur­go). Spe­cial Presentation

Des­pués de haber impre­sio­na­do con su muy buen docu­men­tal A Night of Kno­wing Nothing (2021), la rea­li­za­do­ra Payal Kapa­dia efec­túa su debut con el lar­go­me­tra­je de fic­ción median­te un mag­ní­fi­co retra­to de tres muje­res indias de dife­ren­tes gene­ra­cio­nes vivien­do en la mul­ti­tu­di­na­ria ciu­dad de Mumbay.

En un enfo­que deci­di­da­men­te femi­nis­ta el guión de Kapa­dia pre­sen­ta a Prabha (Kani Kus­ru­ti) quien des­de hace tiem­po tra­ba­ja en un hos­pi­tal de Mum­bay espe­cia­li­zán­do­se en la salud de la mujer; aun­que casa­da median­te un matri­mo­nio arre­gla­do, su mari­do se encuen­tra tra­ba­jan­do en Ale­ma­nia y por lo tan­to esa ausen­cia de hace más de un año sin tener noti­cias de él se hace sen­tir. El piso en que habi­ta lo com­par­te con Anu (Div­ya Prabha), una cole­ga más joven del mis­mo hos­pi­tal quien está secre­ta­men­te ena­mo­ra­da de Shiaz (Hridhu Haroon), un joven de ori­gen musul­mán y en con­se­cuen­cia infrin­gien­do la nor­ma vigen­te de no man­te­ner rela­cio­nes entre hin­dúes y musul­ma­nes. Pron­ta­men­te se une a ellas Pavarty (Chha­ya Kadam), de mayor edad y coci­ne­ra del noso­co­mio, que habien­do enviu­da­do ha sido expul­sa­da de su casa por no tener la docu­men­ta­ción per­ti­nen­te que prue­be su posesión.

La gran vir­tud del film resi­de en la suti­le­za que emplea Kapa­dia para refle­jar la her­man­dad que se gene­ra entre estas tres muje­res tan­to a tra­vés de los diá­lo­gos man­te­ni­dos como asi­mis­mo median­te sus silen­cios. Todo ello trans­cu­rre en el mar­co de la moder­na India, muy bien cap­ta­do por la cáma­ra de Rana­bir Das que en cier­tos momen­tos con­fie­re al film el tono de un documental.

La direc­to­ra ilus­tra cómo pue­de resul­tar difí­cil para que una mujer pue­da ser due­ña de su pro­pia vida debi­do a que aún rigen ana­cró­ni­cas tra­di­cio­nes. En tal sen­ti­do se obser­va a la abne­ga­da Prabha eva­dir los avan­ces de un bien inten­cio­na­do médi­co del noso­co­mio (Azees Nedu­man­gad), a pesar de que su mari­do no tie­ne con­tac­tos con ella; asi­mis­mo es el caso de Anu que es cons­cien­te que sus padres jamás apro­ba­rían que una su vida a Shiaz debi­do a cier­tos ana­cro­nis­mos resal­ta­dos por las ten­sio­nes reli­gio­sas; no menos sig­ni­fi­ca­ti­vo es el hecho de que una mujer viu­da no pue­da poseer los docu­men­tos per­ti­nen­tes a la pro­pie­dad en que resi­de como en el caso de Pavarty.

Kapa­dia ideal­men­te ha con­vo­ca­do a tres mag­ní­fi­cas actri­ces quie­nes con su inter­pre­ta­ción brin­dan vita­li­dad a esta lúci­da obra femi­nis­ta. Por sus indis­cu­ti­bles méri­tos, el film mere­ci­da­men­te obtu­vo el Gran Pre­mio del Jura­do en el fes­ti­val de Cannes.

L’histoire de Sou­ley­ma­ne (Fran­cia). Centrepiece

L’HISTOIRE DE SOULEYMANE

La dura expe­rien­cia vivi­da por refu­gia­dos afri­ca­nos que lle­gan a Euro­pa en pro­cu­ra de un por­ve­nir más aus­pi­cio­so es lo que se apre­cia en este vibran­te dra­ma humano del rea­li­za­dor Boris Lojkine.

El pro­ta­go­nis­ta es Sou­ley­ma­ne (Abou San­ga­re), un esfor­za­do y deci­di­do joven de 23 años oriun­do de Gui­nea quien indo­cu­men­ta­do pro­cu­ra obte­ner asi­lo en Fran­cia, aguar­dan­do a que den­tro de pocos días la auto­ri­dad per­ti­nen­te adop­te una deci­sión al res­pec­to. En tan­to, dado que legal­men­te no pue­de tra­ba­ja­ro, se gana el sus­ten­to ope­ran­do ilí­ci­ta­men­te como sub­con­tra­ta­do repar­ti­dor de comi­das para un abu­sa­dor usu­re­ro (Emma­nuel Yovanie).

A lo lar­go de los días en que trans­cu­rre la acción Sou­ley­ma­ne debe supe­rar varios obs­tácu­los. Así, al peli­gro de peda­lear ver­ti­gi­no­sa­men­te con su bici­cle­ta en medio del agi­ta­do trán­si­to de las calles de París, se agre­ga la pre­sión de tener que entre­gar muchos pedi­dos a tiem­po y el estrés de lidiar con clien­tes exi­gen­tes o has­ta con poli­cías, ade­más de esta­fa­do­res que se quie­ren apro­ve­char de él. Pero nada doble­ga la volun­tad del empren­de­dor mucha­cho que ade­más le preo­cu­pa saber acer­ca de su madre y de su ena­mo­ra­da que resi­den en Guinea.

A todo ello para la pre­pa­ra­ción de la cru­cial reu­nión que deci­di­rá su per­ma­nen­cia en Fran­cia cuen­ta con la cola­bo­ra­ción de Barry (Alpha Oumar Sow), una suer­te de tutor que a cam­bio de dine­ro pres­ta sus ser­vi­cios pro­cu­rán­do­le una his­to­ria obvia­men­te inven­ta­da que él debe memo­ri­zar a fin de con­ven­cer a la per­so­na que lo entre­vis­te. Con­se­cuen­te­men­te, la esce­na de mayor ten­sión es la que tie­ne lugar cuan­do lle­ga­do el día deci­si­vo, el joven enfren­ta a la ofi­cial de turno (Nina Meu­ris­se) fren­te a la incer­ti­dum­bre de lo que le habrá de acontecer.

Valién­do­se de su pro­pio guión com­par­ti­do con Delphi­ne Agut, Loj­ki­ne brin­da un con­mo­ve­dor dra­ma social que en muchos aspec­tos se ase­me­ja al cine rea­lis­ta de los her­ma­nos Dar­den­ne. Cui­dan­do en todo momen­to de no acu­dir a gol­pes bajos, el rea­li­za­dor expo­ne cómo en cier­tas cir­cuns­tan­cias la vul­ne­ra­bi­li­dad de los refu­gia­dos que pro­cu­ran­do asi­lo pue­den ser explo­ta­dos a tra­vés de las falen­cias de un sis­te­ma de migra­ción exen­to de con­mi­se­ra­ción humana.

Ade­más de la talen­to­sa direc­ción de Loj­ki­ne la pelí­cu­la se enri­que­ce por la bri­llan­te carac­te­ri­za­ción de San­ga­re quien ofre­ce un sin­gu­lar mag­ne­tis­mo en el rol pro­ta­gó­ni­co, per­mi­tien­do que el espec­ta­dor empa­ti­ce con la suer­te atra­ve­sa­da por Soulemayne.

Los valo­res de este nota­ble film fue­ron reco­no­ci­dos por el jura­do del fes­ti­val de Can­nes de la sec­ción Una Cier­ta Mira­da habién­do­le otor­ga­do el Pre­mio del Jura­do, así como dis­tin­guien­do a San­ga­re con el pre­mio al Mejor Actor.

Whi­plash. (Esta­dos Uni­dos). Spe­cial Events

WHI­PLASH

En esta sec­ción dedi­ca­da a Espe­cia­les Even­tos, el TIFF repo­ne este segun­do film del direc­tor y guio­nis­ta Damien Cha­ze­lle que cons­ti­tu­yó uno de los más impac­tan­tes vis­tos en 2014.

Pese a que el cine ha con­si­de­ra­do más de una vez las dife­ren­tes mani­fes­ta­cio­nes que pue­den adop­tar los víncu­los que se esta­ble­cen entre pro­fe­so­res y alum­nos, pocas veces esa rela­ción alcan­zó el nivel de extre­ma cru­de­za que se apre­cia en esta pelí­cu­la dis­tin­gui­da en el fes­ti­val de Sun­dan­ce con el Gran Pre­mio del Jura­do y el del público.

El prin­ci­pal méri­to de este exce­len­te dra­ma es la nota­ble carac­te­ri­za­ción de carac­te­res logra­da por Damien Cha­ze­lle. En esen­cia, la pelí­cu­la expo­ne el encuen­tro de dos per­so­na­li­da­des cuya rela­ción se desa­rro­lla en un nivel de con­si­de­ra­ble ten­sión. La acción que se desa­rro­lla en la ciu­dad de Nue­va York pre­sen­ta a Andrew Ney­man (Miles Teller), un mucha­cho de apro­xi­ma­da­men­te 20 años apa­sio­na­do de la bate­ría que estu­dia en un con­ser­va­to­rio de músi­ca muy com­pe­ti­ti­vo. Sus espe­cia­les dotes son apre­cia­das por Teren­ce Flet­cher (J.K. Simons), quien es uno de los más impor­tan­tes pro­fe­so­res de jazz de la aca­de­mia; por esa razón es inme­dia­ta­men­te invi­ta­do a que par­ti­ci­pe en un pres­ti­gio­so con­jun­to musi­cal del esta­ble­ci­mien­to. A par­tir de ese momen­to sur­ge un víncu­lo sado­ma­so­quis­ta entre el pro­fe­sor y su alumno, en la medi­da que Flet­cher uti­li­za su ins­tin­ti­va natu­ra­le­za bru­tal para exi­gir de sus estu­dian­tes y fun­da­men­tal­men­te de Andrew esfuer­zos sobre­hu­ma­nos para lograr la perfección.

Si en prin­ci­pio uno podría com­pren­der la volun­tad del maes­tro de obte­ner los máxi­mos valo­res poten­cia­les del alumno al que ins­tru­ye, en el caso pre­sen­ta­do por Cha­ze­lle el edu­ca­dor se com­por­ta con un exa­cer­ba­do sadis­mo que prác­ti­ca­men­te des­tru­ye el equi­li­brio emo­cio­nal de Andrew. Eso es trans­mi­ti­do en el rela­to con tal auten­ti­ci­dad que uno se olvi­da que está asis­tien­do a una his­to­ria de fic­ción para en cam­bio supo­ner­la com­ple­ta­men­te ver­da­de­ra en la inten­sa bata­lla psi­co­ló­gi­ca enta­bla­da entre sus dos per­so­na­jes centrales.

Aun­que el libre­to des­cri­be mag­ní­fi­ca­men­te a Andrew y Teren­ce, tal esfuer­zo habría que­da­do miti­ga­do de no haber con­ta­do con dos acto­res que se entre­gan en cuer­po y alma a dichos per­so­na­jes. Miles Teller es remar­ca­ble trans­mi­tien­do el esfuer­zo físi­co que rea­li­za Andrew con las esco­bi­llas emplea­das para gol­pear los pla­ti­llos a fin de lograr el jus­to tono reque­ri­do por la músi­ca eje­cu­ta­da, a la vez que sufre los emba­tes infli­gi­dos por su abu­si­vo ins­truc­tor pero que no pue­de aban­do­nar­lo por­que su entre­ga por la músi­ca y el jazz supera lo indes­crip­ti­ble; más aún, su gra­do de dedi­ca­ción es tan gran­de que has­ta renun­cia a la posi­bi­li­dad de pro­se­guir una rela­ción sen­ti­men­tal con una bue­na chi­ca (Melis­sa Benoist) por­que podría sig­ni­fi­car­le un obs­tácu­lo para su carre­ra. Por su par­te J.K.Simmons des­lum­bra como el pro­fe­sor que per­si­guien­do la exce­len­cia de su alumno recu­rre a pro­ce­di­mien­tos huma­na­men­te denigrantes.

Final­men­te, el gran elo­gio va para Cha­ze­lle quien ade­más de rela­tar mag­ní­fi­ca­men­te esta dra­má­ti­ca his­to­ria la mis­ma se valo­ri­za con la exce­len­cia de la músi­ca de jazz que en su núme­ro final alcan­za una dimen­sión incon­men­su­ra­ble como pocas veces se ha vis­to en cine.

Misé­ri­cor­de (Fran­cia-Espa­ña-Por­tu­gal) Spe­cial Presentations

MISÉ­RI­COR­DE

La repre­sión del deseo sexual es uno de los tópi­cos que con­si­de­ra el direc­tor y guio­nis­ta fran­cés Alain Gui­rau­die. en esta acer­ta­da tra­gi­co­me­dia que ha sido elo­gia­da por la crí­ti­ca en opor­tu­ni­dad de su estreno mun­dial en el últi­mo fes­ti­val de Cannes.

La acción se desa­rro­lla en un peque­ño pue­blo rural de Fran­cia; a dicho lugar retor­na Jéré­mie (Félix Kysil) pro­ce­den­te de Tou­lou­se para asis­tir al fune­ral de Jean-Pie­rre, el vie­jo pana­de­ro local con quien tra­ba­jó duran­te su ado­les­cen­cia. Aun­que es muy bien reci­bi­do por su viu­da Mar­ti­ne (Cathe­ri­ne Frot), que lo invi­ta a per­ma­ne­cer en su hogar, su hijo Vin­cent (Jean-Bap­tis­te Durand), mani­fies­ta cier­to rece­lo con su pre­sen­cia. En tan­to, Jéré­mie pro­lon­ga su esta­día resi­dien­do en lo de Mar­ti­ne más tiem­po de lo aguardado.

Sutil­men­te, Gui­rau­die deja entre­ver que entre Jéré­mie y el difun­to exis­tió un víncu­lo amo­ro­so así como con Vin­cent, aun­que él es casa­do en tan­to que el visi­tan­te mani­fies­ta tener una novia en Tou­lou­se. A todo ello duran­te su esta­día Jéré­mie se reen­cuen­tra con el vie­jo gran­je­ro Wal­ter (David Aya­la) y a su vez entra en con­tac­to con el enig­má­ti­co sacer­do­te Gri­so­lles (Jac­ques Deve­lay) de la aldea.

El rela­to adquie­re un tono intri­gan­te con la des­apa­ri­ción de un per­so­na­je que ori­gi­na la inter­ven­ción poli­cial tra­tan­do de escla­re­cer el mis­te­rio. Sin pro­se­guir con el desa­rro­llo de la tra­ma, lo cier­to es que el rea­li­za­dor con­si­de­ra varios aspec­tos rele­van­tes; así va resal­tan­do la ambi­güe­dad sexual de sus prin­ci­pa­les per­so­na­jes a tra­vés de los mis­te­rios del deseo, los secre­tos y men­ti­ras que emer­gen en el seno de la comu­ni­dad rural, así como no des­car­ta tra­tar lige­ra­men­te la reli­gión median­te las inti­mi­da­des con­fe­sa­das por el cura. En últi­ma ins­tan­cia, a tra­vés de su rela­to Gui­rau­die per­mi­te refle­xio­nar sobre algu­nos ras­gos de con­no­ta­ción moral vin­cu­la­dos con la cul­pa, el remor­di­mien­to y el perdón.

Cier­ta­men­te este fas­ci­nan­te melo­dra­ma dota­do de cier­to sus­pen­so y de un cáus­ti­co humor per­mi­te la gra­ti­fi­ca­ción del espectador.