Enco­mia­ble Documental

DAHO­MEY. Fran­cia-Sene­gal-Benín, 2024. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Mati Diop. 68 minutos

La direc­to­ra fran­co-sene­ga­le­sa Mati Diop, cuyo film Atlan­ti­que (2018) obtu­vo el Gran Pre­mio del Jura­do en el fes­ti­val de Can­nes, aho­ra brin­da un enco­mie­na­ble docu­men­tal en Daho­mey que por sus indis­cut­bi­les méri­tos ha sido pre­mia­do con el Oso de Oro en la últi­ma edi­ción del fes­ti­val de Berlín.

Una esce­na del film

La pelí­cu­la revi­ve el pasa­do colo­nial del rei­na­do de Daho­mey, hoy día la Repú­bli­ca de Benín, a tra­vés de un des­pó­ti­co saqueo ocu­rri­do en 1892. En ese enton­ces, las tro­pas colo­nia­les de Fran­cia a car­go del gene­ral Alfred Dodds, se pose­sio­na­ron en Daho­mey de apro­xi­ma­da­men­te 7000 obras artís­ti­cas que has­ta no mucho tiem­po atrás fue­ron exhi­bi­das en el Museo Quai Branly-Jac­ques Chi­rac de París. Ante seme­jan­te ava­sa­lla­mien­to del pasa­do, Fran­cia con­si­de­ró que había lle­ga­do el momen­to de la repa­ra­ción, res­ti­tu­yen­do sola­men­te 26 teso­ros reales que aho­ra son expues­tos en Abo­mey, la anti­gua ciu­dad real.

Con abso­lu­ta pre­ci­sión Diop fil­mó el emba­la­je y trans­por­te de los arte­fac­tos usur­pa­dos des­de Fran­cia a Benin; valién­do­se de un poé­ti­co tex­to de Makenzy Orcel y del remar­ca­ble efec­to sono­ro de Nico­las Bec­ker, la docu­men­ta­lis­ta adop­ta un mági­co tono surrea­lis­ta al per­mi­tir que uno de los valio­sos teso­ros devuel­tos, la esta­tua del rey Ghe­zo, adquie­ra su pro­pia voz refi­rién­do­se al lar­go exi­lio vivi­do y sobre lo que le aguar­da al final de ese viaje.

La lle­ga­da a des­tino de las obras gene­ra gran ale­gría por par­te de la pobla­ción del país pero al pro­pio tiem­po el docu­men­tal refle­ja el even­to rea­li­za­do en la uni­ver­si­dad de Abo­mey-Cala­vi, que es la úni­ca uni­ver­si­dad públi­ca de Benín. En dicha asam­blea estu­dian­til, median­te un agi­ta­do deba­te los par­ti­ci­pan­tes expre­san su opi­nión sobre la míni­ma can­ti­dad de las obras recu­pe­ra­das que muchos con­si­de­ran un insul­to, alu­sión a cier­tas refe­ren­cias cul­tu­ra­les del idio­ma ori­gi­nal del rei­na­do, como asi­mis­mo quie­nes juz­gan que la devo­lu­ción físi­ca de los teso­ros no es más que un ges­to polí­ti­co de Fran­cia para repa­rar el daño oca­sio­na­do por el colo­nia­lis­mo en Dahomey.

En poco más de una hora, la docu­men­ta­lis­ta entre­ga un vibran­te docu­men­tal expues­to de mane­ra sen­ci­lla pero amplia­men­te ilus­tra­ti­vo sobre la inter­ac­ción exis­ten­te entre el pre­sen­te y el pasa­do colo­nial a pesar de que en el con­ti­nen­te afri­cano aún per­sis­ten resa­bios del mis­mo. Jor­ge Gutman

One Way or Another

DE CIER­TA MANERA

Con moti­vo de cum­plir­se los 50 años de la Escue­la de Cine de la Uni­ver­si­dad Con­cor­dia de Mon­treal, una de las pelí­cu­las con las que el acon­te­ci­mien­to será cele­bra­do es De Cier­ta Mane­ra, recor­da­do film cubano pro­du­ci­do en 1974. El film que ha sido diri­gi­do por la des­apa­re­ci­da cineas­ta Sara Gómez, es la pri­me­ra pro­duc­ción diri­gi­da por una mujer cubana.

Yolan­da Cue­llar y Mario Balmaceda

One Way or another (su títu­lo en inglés) adquie­re la for­ma de un híbri­do en el que Gómez entre­mez­cla acer­ta­da­men­te el docu­men­tal con la fic­ción, per­mi­tien­do que flu­ya ade­cua­da­men­te de un modo hacia el otro.

Basa­do en acon­te­ci­mien­tos reales, el film cons­ti­tu­ye una ilus­tra­ción de lo que acon­te­ce en Cuba duran­te el perío­do de cons­truc­ción socia­lis­ta que vive el país a poco más de una déca­da del triun­fo de la revo­lu­ción de 1959 lide­ra­da por Fidel Castro.

El rela­to basa­do en el guión de la rea­li­za­do­ra com­par­ti­do con Tomás Gon­zá­lez Pérez, se ubi­ca en el dis­tri­to resi­den­cial de Mira­flo­res, un sec­tor sub­ur­bano de La Haba­na que ha sido cons­trui­do en 1962 para reem­pla­zar a villas de emer­gen­cia. La narra­ción fic­cio­nal se cen­tra en la tur­bu­len­ta rela­ción román­ti­ca de Mario (Mario Bal­ma­ce­da), un obre­ro de fábri­ca, con Yolan­da (Yolan­da Cue­llar), una maes­tra de cla­se media, quie­nes median­te ese víncu­lo refle­jan sus valo­res per­so­na­les, pre­jui­cios y con­tra­dic­cio­nes. Es así que el machis­mo de Mario es pues­to a prue­ba, mien­tras que los pre­jui­cios de Yolan­da se resal­tan a tra­vés de sus cla­ses a meno­res que expe­ri­men­tan desventajas.

Ade­más de Bal­ma­ce­da y Cue­llar, el elen­co está integrdo por Mario Limon­ta, Isau­ra Men­do­za, Bobby Car­cas­sés, Sari­ta Reye y veci­nos del barrio Mira­flo­res, quie­nes como artis­tas no pro­fe­sio­na­les trans­mi­ten expe­rien­cias de sus pro­pias vidas.

Den­tro de un con­tex­to mini­ma­lis­ta, la pelí­cu­la fil­ma­da en 16 milí­me­tros se valo­ri­za por la apre­cia­ble foto­gra­fía de Luis Gar­cía Mesa y la fun­cio­nal ban­da sono­ra de Ser­gio Vitier.

El film será exhi­bi­do en su ver­sión ori­gi­nal con sub­tí­tu­los en inglés en el Ciné­ma du Musée el 3 de noviem­bre (14h). Para dicha oca­sión, la pelí­cu­la será pre­sen­ta­da (en fran­cés) por la doc­to­ra Rosan­na Mau­le, pro­fe­so­ra de la Escue­la de Cine de Concordia.

Para infor­ma­ción adi­cio­nal pre­sio­ne aquí.

Recor­dan­do a Whit­ney Houston

EL CON­CIER­TO DE SUDÁFRICA

La popu­lar can­tan­te y actriz ame­ri­ca­na Whit­ney Hous­ton falle­ci­da en 2012 será revi­vi­da en el el docu­men­tal Whit­ney Hous­ton-The Con­cert for the New South Afri­ca (Dur­ban) de Marty Callner.

Esta artis­ta ha sido una de las ani­ma­do­ras pre­mia­das que al haber­se dis­tin­gui­do con su exqui­si­to tim­bre vocal moti­vó que las gra­ba­cio­nes de sus can­cio­nes hayan supe­ra­do la ven­ta de más de 220 millo­nes de dis­cos a tra­vés del mun­do. Su enor­me atrac­ción logró supe­rar cual­quier dife­ren­cia racial y de géne­ro con­vir­tién­do­se en un ícono de la cul­tu­ra popular.

Su carre­ra pro­fe­sio­nal ha sido obje­to de nume­ro­sos docu­men­ta­les como el que se dará a cono­cer en pocos días más. En noviem­bre de 1994 Hous­ton via­jó a Sudá­fri­ca para rea­li­zar tres con­cier­tos que com­pren­die­ron el de Dur­ban en el esta­dio de Kings Park, otro en Johan­nes­bur­go y el ter­ce­ro en Cape Town. Su actua­ción cons­ti­tu­yó un tri­bu­to al nue­vo país uni­fi­ca­do, des­pués del apartheid sufri­do duran­te lar­go tiem­po y en opor­tu­ni­dad de haber sido ele­gi­do como pre­si­den­te Nes­tor Mandela.

Los tres con­cier­tos com­bi­na­dos reu­nie­ron a más 200 mil per­so­nas cele­bran­do la liber­tad, la espe­ran­za y la uni­dad de una nación, al pro­pio tiem­po que dis­fru­tan­do de la remar­ca­ble per­for­man­ce de Hous­ton. Cabe seña­lar que la recau­da­ción obte­ni­da, bene­fi­ció a una nume­ro­sa infan­cia de Sudá­fri­ca a tra­vés de la fun­da­ción de la artista.

En oca­sión de cele­brar los 30 años del his­tó­ri­co con­cier­to de With­ney Hous­ton en Dur­ban, el film ha sido remas­te­ri­za­do en 4K con audio mejo­ra­do para ser exhi­bi­do en apro­xi­ma­da­men­te 900 cines de 25 paí­ses. En Cana­dá la pelí­cu­la será pre­sen­ta­da en las salas de Cine­plex el 23 y 27 de octu­bre de 2024.

Un Dra­ma Romántico

WE LIVE IN TIME. Gran Bre­ta­ña-Fran­cia, 2024. Un film de John Crow­ley. 107 minutos

Con­si­de­ran­do que su tema pue­de des­bor­dar en situa­cio­nes lacri­mó­ge­nas, el rea­li­za­dor John Crow­ley ha tra­ta­do de evi­tar cual­quier for­za­do sen­ti­men­ta­lis­mo en We Live in Time, un dra­ma román­ti­co que se desa­rro­lla en torno de una enfer­me­dad terminal.

Andrew Gar­field y Flo­ren­ce Pugh

Basa­do en el guión del dra­ma­tur­go bri­tá­ni­co Nick Pay­ne el rela­to comien­za con el diag­nós­ti­co reci­bi­do por Tobias (Andrew Gar­field) y su espo­sa Almut (Flo­ren­ce Pugh) infor­man­do que su cán­cer de ova­rio que esta­ba en remi­sión ha resur­gi­do nue­va­men­te con un pro­nós­ti­co no muy alen­ta­dor; cla­ro está que siem­pre exis­te la posi­bi­li­dad que inten­tan­do la qui­mio­te­ra­pia el mal nue­va­men­te se deten­ga aun­que nadie pue­de ase­gu­rar­lo. Es así que Almut y su mari­do deben deci­dir si seguir el tra­ta­mien­to con sus des­agra­da­bles efec­tos secun­da­rios o bien el de sin tomar acción y tra­tar de vivir inten­sa­men­te has­ta el momen­to del irre­me­dia­ble des­en­la­ce; se tra­ta de una difí­cil deci­sión sobre todo cuan­do se tie­ne una hiji­ta como lo es la peque­ña Ella (Gra­ce Delaney).

A tra­vés de una elip­sis, se pro­du­ce el pri­mer sal­to en el tiem­po don­de en prin­ci­pio uno igno­ra si aca­so el rela­to trans­cu­rre en un mun­do para­le­lo o no. En con­se­cuen­cia la narra­ción adop­ta la for­ma de un cru­ci­gra­ma don­de el espec­ta­dor tie­ne que recor­dar lo que acae­ce en 4 dife­ren­tes perío­dos en que la acción trans­cu­rre para evi­tar la confusión.

Tra­tan­do de efec­tuar un segui­mien­to cro­no­ló­gi­co, se apre­cia la ins­tan­cia en que Almut cono­ce a Tobias cuan­do lite­ral­men­te lo atro­pe­lla con­du­cien­do su coche. De inme­dia­to ese invo­lun­ta­rio acci­den­te gene­ra un estre­cho víncu­lo que con­du­ce a un bello roman­ti­cis­mo has­ta que la apa­ri­ción de la cruel enfer­me­dad nubla la feli­ci­dad de ambos. Fren­te al deseo de Tobias de tener fami­lia al cual ella ini­cial­men­te se resis­te, final­men­te que­da grá­vi­da has­ta que en una vis­ce­ral esce­na de par­to se pro­du­ce el alum­bra­mien­to de Ella. Ya en el momen­to actual, a pesar de la gra­ve­dad de su esta­do, sien­do una exper­ta chef Almut deci­de par­ti­ci­par en un con­cur­so de coci­na; si bien Tobias no con­si­de­ra pru­den­te que lo haga debi­do al estrés físi­co y emo­cio­nal insu­mi­do, ella con­si­de­ra que dicha com­pe­ti­ción impli­ca­rá un moti­vo de ple­na rea­li­za­ción en su últi­ma eta­pa de existencia.

La rea­li­za­ción de Crow­ley es un tan­to des­di­bu­ja­da sin que lle­gue a tras­cen­der; eso en gran par­te se debe por haber adop­ta­do una inne­ce­sa­ria estruc­tu­ra frac­tu­ra­da que impi­de al espec­ta­dor poder invo­lu­crar­se ple­na­men­te en el dra­má­ti­co rela­to. La nota de gra­cia de este film radi­ca en la estu­pen­da actua­ción de Pugh y Gar­field quie­nes gene­ran una nota­ble quí­mi­ca en la carac­te­ri­za­ción de sus per­so­na­jes; en tan­to que la actriz trans­mi­te la angus­tia vivi­da por la mujer que sabe de ante­mano lo que habrá de acon­te­cer­le, Gar­field a su vez refle­ja en su ros­tro la enor­me pena y la fra­gi­li­dad emo­cio­nal de un mari­do que pron­ta­men­te verá sucum­bir a su ama­da mujer. Jor­ge Gutman

Un Enco­mia­ble Héroe

SUPER/MAN: THE CHRIS­TOPHER REEVE STORY. Esta­dos Uni­dos, Gran Bre­ta­ña, 2024. Un film de Ian Bonho­le y Peter Etted­gui. 104 minutos

Un mere­ci­do tri­bu­to es el que los docu­men­ta­lis­tas Ian Bonho­le y Peter Etted­gui ofre­cen al des­apa­re­ci­do actor Chris­topher Reeve a los 20 años de su dece­so. En este con­mo­ve­dor rela­to los cineas­tas retra­tan al actor que al que­dar dis­ca­pa­ci­ta­do ha demos­tra­do una resi­lien­cia y deter­mi­na­ción a toda prue­ba para mejo­rar las con­di­cio­nes de vida de quie­nes como él han que­da­do físi­ca­men­te impedidos.

Chris­topher Reeve

Sin adop­tar un orden cro­no­ló­gi­co, el film equi­li­bra ade­cua­da­men­te el antes y el des­pués del trá­gi­co acci­den­te sufri­do por Reeves en mayo de 1995 cuan­do al caer de un caba­llo sufrió una gra­ve lesión en su médu­la espi­nal que lo ha deja­do tetra­plé­ji­co e inmo­vi­li­za­do en vida.

En un rapi­dí­si­mo bro­cha­zo de su infan­cia, inclu­yen­do haber expe­ri­men­ta­do a los 3 años el divor­cio de sus padres, el rela­to pasa de lleno a su carre­ra de actor tea­tral y el momen­to en que se le ofre­ce la opor­tu­ni­dad de inter­pre­tar el film Super­man (1978) de Richard Don­ner; el gran éxi­to obte­ni­do por dicha pelí­cu­la lo con­vier­te inter­na­cio­nal­men­te en una super estre­lla del cine.

Los rea­li­za­do­res se han vali­do de los tes­ti­mo­nios de varios cole­gas que han actua­do o bien teni­do la opor­tu­ni­dad de estar en con­tac­to con él. Entre algu­nos de ellos se encuen­tra Jeff Daniels, Whoo­pi Gold­berg, Susan Saran­dón, Glenn Clo­se y su ínti­mo y gran ami­go del alma ya falle­ci­do Robin Williams que se gra­dua­ron en el mis­mo año en la escue­la Julliard.

La fama de Reeve per­ma­ne­ce inde­cli­na­ble has­ta que se pro­du­ce la tra­ge­dia del acci­den­te ecues­tre don­de a par­tir de enton­ces su vida cobra un vuel­co ines­pe­ra­do. Uno de los momen­tos emo­ti­vos del film acae­ce cuan­do el actor efec­túa su pri­me­ra apa­ri­ción públi­ca en su silla de rue­das en el acto de entre­ga de los Oscar en 1996 sien­do home­na­jea­do y cáli­da­men­te aplau­di­do por la audien­cia asistente.

El rela­to cobra con­si­de­ra­ble inten­si­dad des­pués de haber que­da­do para­li­za­do ilus­tran­do su acti­va par­ti­ci­pa­ción en abo­gar por la defen­sa de los para­plé­ji­cos; en tal sen­ti­do es excep­cio­nal­men­te meri­to­rio el emo­ti­vo dis­cur­so pro­nun­cia­do en oca­sión de la Con­ven­ción Nacio­nal del Par­ti­do Demó­cra­ta de 1996, recla­man­do una mejor cober­tu­ra médi­ca para la gen­te dis­ca­pa­ci­ta­da. Su emo­ti­va alo­cu­ción logró que el gobierno dis­pu­sie­ra de un mayor pre­su­pues­to ten­dien­te a la inves­ti­ga­ción y ayu­da a la comu­ni­dad para­plé­ji­ca, como acon­te­ció con la nota­ble para­li­za­da cien­tí­fi­ca Broo­ke Elli­son; basa­do en esta mujer, Reeves rodó en 2004 su pós­tu­mo film “The Broo­ke Elli­son Story” resal­tan­do su labor de acti­vis­ta en la lucha por la mis­ma causa.

El docu­men­tal con­si­de­ra asi­mis­mo la rela­ción sen­ti­men­tal de Reeves con Gae Exton don­de nacie­ron sus hijos Matthew y Ale­xan­dra así como su pos­te­rior enla­ce en 1992 con la can­tan­te Dana Moro­si­ni tenien­do como úni­co hijo a Will. Si en su pri­me­ra épo­ca, Reeves no tuvo gran con­tac­to con sus dos pri­me­ros hijos al dejar­los en Ingla­te­rra para asu­mir com­pro­mi­sos de cine en Holly­wood, es cuan­do ya inmo­vi­li­za­do que otor­ga prio­ri­dad a su núcleo familiar.

Ade­más de los tes­ti­mo­nios brin­da­dos por las dos pare­jas y sus hijos así como la dis­po­si­ción que tuvie­ron los rea­li­za­do­res de archi­vos de la fami­lia, que­da en evi­den­cia la bue­na rela­ción exis­ten­te entre los her­ma­nos, como igual­men­te el gran amor e infi­ni­to cui­da­do de Dana hacia su mari­do don­de ambos en 2002 cons­ti­tu­ye­ron The Chris­topher and Dana Reeve Foun­da­tion; esta ins­ti­tu­ción per­si­gue curar y mejo­rar la cali­dad de las per­so­nas que viven con pará­li­sis median­te pro­yec­tos inno­va­do­res de inves­ti­ga­ción finan­cia­dos con subvenciones.

La pelí­cu­la cul­mi­na con evi­den­te emo­ción refle­jan­do el tris­te recuer­do de sus hijos con moti­vo de la muer­te de su padre el 10 de octu­bre de 2004 y a ello sigue la de Dana; lamen­ta­ble­men­te falle­ci­da el 6 de mar­zo de 2006 debi­do a un cán­cer al pul­món. Es así que Matthew, Ale­xan­dra y Will pro­si­guen la noble misión de sus padres diri­gien­do la altruis­ta fundación.

La flui­da direc­ción de Bonho­le y Etted­gui como el cui­da­do­so mon­ta­je de Otto Burnham valo­ri­zan a este con­mo­ve­dor docu­men­tal resal­tan­do el heroís­mo de un hom­bre inmo­vi­li­za­do y depen­dien­te de un res­pi­ra­dor, quien con su valio­so empren­di­mien­to ha sido un indis­cu­ti­ble bene­fac­tor de la gen­te físi­ca­men­te inmo­vi­li­za­da. Jor­ge Gutman