FNC 2024 (Pri­me­ra Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Des­de el 9 has­ta el 20 de octu­bre, la ciu­dad de Mon­treal es la sede del Fes­ti­val du Nou­veau Ciné­ma (FNC) que en su 53ª edi­ción ofre­ce­rá 102 lar­go­me­tra­jes y 98 cor­tos. En la atrac­ti­va pro­gra­ma­ción se encuen­tran nume­ro­sos fil­mes que han sido des­ta­ca­dos en los fes­ti­va­les de ‑Ber­lín, Can­nes, Locarno y Toron­to, así como lo más rele­van­te del cine que­be­quen­se y del res­to de Canadá.

El film que inau­gu­ra el Fes­ti­val es Une Lan­gue Uni­ver­se­lle del cineas­ta cana­dien­se Matthew Ran­kin que reci­bió el pre­mio del públi­co en la Quin­ce­na de Cineas­tas de Can­nes, en tan­to que el de clau­su­ra es Misé­ri­cor­de, del rea­li­za­dor fran­cés Alain Gui­rau­die con la actua­ción de Félix Kysyl y Cathe­ri­ne Frot.

Para una infor­ma­ción com­ple­ta de la pro­gra­ma­ción, salas de exhi­bi­ción y acti­vi­da­des alu­si­vas, el sitio a con­sul­tar es nouveaucinema.ca

He aquí el comen­ta­rio de algu­nas de las pelí­cu­las que han sido visionadas.

Los Domin­gos Mue­ren Más Per­so­nas (Argen­ti­na-Ita­lia-Espa­ña)

Des­pués de haber rea­li­za­do algu­nos cor­to­me­tra­jes y el docu­men­tal Flo­ra no es un Can­to a la Vida (2019), Iair Said debu­ta con su pri­mer lar­go­me­tra­je de fic­ción que ade­más de haber­lo guio­ni­za­do es asi­mis­mo su protagonista.

Iair Said y Rita Cortese

Con remi­nis­cen­cia de algu­nas de las pelí­cu­las de Woody Allen, esta come­dia dra­má­ti­ca cen­tra su aten­ción en un per­so­na­je neu­ró­ti­co. David (Said), es un trein­ta­ñe­ro argen­tino gay de la comu­ni­dad judía que resi­de tem­po­ral­men­te en Ita­lia hacien­do un post gra­do en comu­ni­ca­cio­nes; en la pri­me­ra esce­na, llo­ra deses­pe­ra­da­men­te por­que su pare­ja lo aban­do­nó. Habien­do reci­bi­do la noti­cia de que su tío de Bue­nos Aires ha falle­ci­do resuel­ve par­tir de inme­dia­to a su ciu­dad natal don­de en el aero­puer­to es reci­bi­do por sus fami­lia­res inclu­yen­do su her­ma­na Eli­sa (Julia­na Gat­tas), su pri­ma Sil­via (Anto­nia Zegers) ‑hija del difun­to- y su madre Dora (Rita Cor­te­se). Ahí se sabe que su padre no está pre­sen­te por­que des­de hace tiem­po se halla inter­na­do en un hos­pi­tal en esta­do de coma.

Se igno­ra cuál ha sido el víncu­lo de David con los suyos antes de haber­se ausen­ta­do a Euro­pa, pero lo curio­so es que des­pués del entie­rro de su parien­te, en vez de diri­gir­se en pri­mer tér­mino al hos­pi­tal para visi­tar a su padre, tal, como lo desea­ría su madre, á el más le preo­cu­pa rea­li­zar los trá­mi­tes a fin de obte­ner su licen­cia de conducir.

A tra­vés de suce­si­vas esce­nas se nota el ímpe­tu de David impo­si­bi­li­ta­do de repri­mir sus impul­sos sexua­les ya sea con su ins­truc­tor de mane­jo o bien vien­do la posi­bi­li­dad de poder inti­mar con un vecino del lugar en que habi­ta. Más allá de reunio­nes fami­lia­res, inclu­yen­do la cele­bra­ción de las pas­cuas judías así como el cum­plea­ños de su sobri­ni­ta, el guión de Said resal­ta la vul­ne­ra­bi­li­dad de este indi­vi­duo así como su irres­pon­sa­bi­li­dad y tor­pe­za mane­jan­do en esta­do som­no­lien­to el coche de su madre. No menos impor­tan­te es la situa­ción de Dora quien aman­do apa­sio­na­da­men­te a su mari­do con­si­de­ra que la euta­na­sia pue­de cons­ti­tuir el medio para que mue­ra dig­na­men­te dado que ya no es más que un vege­tal suje­to a un apa­ra­to electrónico.

Den­tro del mar­co des­crip­to que­dan evi­den­cia­dos tópi­cos vin­cu­la­dos con la angus­tia exis­ten­cial, el enve­je­ci­mien­to, temor a la muer­te por par­te de David, así como en el caso de Rita alber­gan­do el sen­ti­mien­to emo­cio­nal de la muer­te asis­ti­da y la ausen­cia del com­pa­ñe­ro de toda una vida.

Median­te un esque­ma sen­ci­llo y mini­ma­lis­ta, la his­to­ria bien urdi­da por el rea­li­za­dor segre­ga un dejo de tris­te­za, dejan­do un abier­to des­en­la­ce. Aun­que resul­ta difí­cil poder con­gra­ciar­se con un per­so­na­je inma­du­ro, tor­pe y pleno de con­tra­dic­cio­nes, Said logra una muy bue­na carac­te­ri­za­ción de su anti­hé­roe, así como Cor­te­se vuel­ca nota­ble auten­ti­ci­dad a su per­so­na­je que des­ti­lan­do ter­nu­ra resul­ta fácil de empatizar.

Simón de la Mon­ta­ña (Argen­ti­na-Chi­le-Uru­guay)

Tras cua­tro cor­to­me­tra­jes, Fede­ri­co Luis debu­ta en el lar­go­me­tra­je abor­dan­do el deli­ca­do tema de la dis­ca­pa­ci­ta­ción inte­lec­tual en un gru­po de jóvenes.

Pehuén Pedre y Loren­zo Ferro

El guión del rea­li­za­dor com­par­ti­do con Tomás Murphy y Agus­tín Tos­cano ubi­ca la acción en algu­na peque­ña ciu­dad de Argen­ti­na pró­xi­ma a la Cor­di­lle­ra de los Andes. En su comien­zo se obser­va a varios jóve­nes con retra­so men­tal que duran­te una excur­sión a la mon­ta­ña tra­tan de salir a flo­te fren­te a una vio­len­ta tor­men­ta de vien­to y entre ellos se halla Simón (Loren­zo Ferro) de 22 años de edad y su ami­go Pehuén (Pehuén Pedre). Tras una elip­sis vemos a este gru­po ubi­ca­dos en un cen­tro que aco­ge a débi­les men­ta­les y en prin­ci­pio todo hace pen­sar que por los tics que adop­ta Simón, él igual­men­te sufre de simi­lar ano­ma­lía. Sin tener un cer­ti­fi­ca­do de dis­ca­pa­ci­dad que lo habi­li­te para poder con­cu­rrir a ese lugar, Pehuén tra­ta de ayu­dar­lo para que lo obtenga.

Habi­tan­do con su madre (Lau­ra Nevo­le) y su padras­tro (Agus­tín Tos­cano) quien lo emplea como su ayu­dan­te de mudan­zas, que­da la duda por saber si Simón real­men­te es o no un dis­ca­pa­ci­ta­do men­tal dado que con los suyos no lo demues­tra; sin embar­go, esa incer­ti­dum­bre se acre­cien­ta por su volun­tad de que­rer con­vi­vir con el gru­po men­cio­na­do. En ese accio­nar, el film efec­túa un retra­to de esa gen­te exhi­bien­do sus dife­ren­tes nive­les de ano­ma­lía como así tam­bién el impul­so sexual de alguno de ellos, inclu­yen­do el de la joven Colo (Kia­ra Supi­ni) que se sien­te atraí­da por Simón aun­que él tra­ta de evi­tar un acer­ca­mien­to íntimo.

Sien­do fre­cuen­te­men­te cri­ti­ca­do por su madre, Simón da mues­tras de una com­ple­ta inma­du­rez e irres­pon­sa­bi­li­dad; eso se mani­fies­ta en una secuen­cia con­du­cien­do alo­ca­da­men­te el auto­mó­vil de la fami­lia, expo­ne su vida como las de Pehuén, Colo y otros inte­gran­tes del gru­po que via­jan con él.

Sin saber si Simón es o no un far­san­te simu­la­dor, la pelí­cu­la per­mi­te refle­xio­nar sobre has­ta dón­de lle­ga la barre­ra que deli­mi­ta la acti­tud nor­mal o anor­mal de un ser humano para que se lo con­si­de­re men­tal­men­te discapacido..

El film se bene­fi­cia de la exce­len­te actua­ción de Ferro quien ya había impre­sio­na­do gra­ta­men­te en el per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co de El Ángel (2018) de Luis Orte­ga; en esta opor­tu­ni­dad, sobre­sa­le expre­san­do las con­tra­dic­cio­nes del com­por­ta­mien­to de su per­so­na­je poco agra­da­ble; a su lado se dis­tin­guen Pedre y Supi­ni, quie­nes al igual que los res­tan­tes intér­pre­tes jóve­nes, sin ser pro­fe­sio­na­les trans­mi­ten con ple­na natu­ra­li­dad los per­so­na­jes asig­na­dos en el guión.

Aun­que imper­fec­ta por intro­du­cir algu­nas secuen­cias inne­ce­sa­rias como en el caso de una gra­tui­ta vio­len­ta esce­na en su tra­mo final, la ópe­ra pri­ma de Luis es meri­to­ria; en tal sen­ti­do los valo­res del film han sido reco­no­ci­dos por el jura­do de la Sema­na de la Crí­ti­ca del fes­ti­val de Can­nes al haber­lo pre­mia­do como el mejor exhi­bi­do en esa sección.

Pepe (Repú­bli­ca Dominicana-Namibia-Alemania-Francia)

El des­ta­ca­do direc­tor domi­ni­cano Nel­son Car­los de los San­tos Arias cuyo pre­vio film Coyo­te (2017) fue muy elo­gia­do, retor­na aho­ra con una pelí­cu­la radi­cal y sin duda trans­gre­so­ra que por su ori­gi­na­li­dad y esme­ra­da pues­ta escé­ni­ca, fue dis­tin­gui­da con el pre­mio a la mejor direc­ción en el últi­mo fes­ti­val de Berlín.

El Hipo­pó­ta­mo PEPE

Basa­do en su pro­pio e inge­nio­so guión ins­pi­ra­do en un hecho real, San­tos Arias rela­ta la curio­sa his­to­ria de Pepe, un hipo­pó­ta­mo que des­de el comien­zo se sabe que fue aba­ti­do en Colom­bia aun­que eso no impi­de para que la bes­tia recuen­te la vida de sus ances­tros así cómo trans­cu­rrió la suya.

Todo pare­ce­ría indi­car que Pepe ha sido uno de los muchos ani­ma­les que abun­da­ron en el zoo­ló­gi­co pri­va­do que poseía Pablo Esco­bar, el pode­ro­so tra­fi­can­te de dro­gas. En base a ello la fan­ta­sio­sa tra­ma abar­ca dos par­tes que aun­que dife­ren­cia­das que­dan bien inte­gra­das. En la pri­me­ra de las mis­mas, se obser­va a un gru­po de turis­tas ale­ma­nes que hacien­do safa­ri en Nami­bia, un guía les va rela­tan­do las cos­tum­bres y com­por­ta­mien­tos de los ani­ma­les que allí habitan.

En su segun­da mitad se sabe que varios de esos hipo­pó­ta­mos fue­ron tras­la­da­dos a Colom­bia y que cua­tro de ellos fue­ron colo­ca­dos en un camión para su tras­la­do a la enor­me hacien­da de Esco­bar y su pos­te­rior ubi­ca­ción en la región del río Mag­da­le­na, pró­xi­ma a Mede­llín; es allí que Pepe nació. El pro­ble­ma sur­ge cuan­do Can­de­la­rio (Jor­ge Pun­ti­llón Gar­cía), un pes­ca­dor de la zona se topa con Pepe en el río y de inme­dia­to aler­ta a las auto­ri­da­des loca­les del peli­gro que pue­de oca­sio­nar. De allí en más, el rela­to refle­ja a modo de viñe­tas anec­dó­ti­cas sobre lo que acae­ce con los habi­tan­tes de la zona, inclu­yen­do las que­re­llas de Can­de­la­rio con su mujer Beta­nia (Sor María Ríos), cin­co chi­cas que com­pi­ten en un con­cur­so de belle­za, algu­nos peli­gro­sos caza­do­res, como asi­mis­mo los gen­dar­mes del lugar.

La pre­sen­cia del paqui­der­mo, a quien se le con­si­de­ra maligno, moti­va­rá su des­tino final, sien­do el pri­me­ro y úni­co ejem­plar de su espe­cie liqui­da­do en el con­ti­nen­te americano.

En esen­cia, tal como se anun­cia en el film, el espec­ta­dor asis­te a un cine de ima­gi­na­ción bien cons­trui­do que per­mi­te refle­xio­nar sobre lo que acon­te­ce cuan­do los ani­ma­les son sepa­ra­dos de su hábi­tat natu­ral y suje­tos a gen­te que des­co­no­cien­do sus cos­tum­bres los eli­mi­nan, gene­ran­do un nega­ti­vo impac­to ecológico.

Una His­to­ria de Amor y Gue­rra (Méxi­co)

Para quien no cono­ce la his­to­ria polí­ti­ca de Méxi­co, este film de San­tia­go Mohar Vol­kow le resul­ta­rá bas­tan­te extra­ño. Según se anti­ci­pa en las notas de pren­sa, la pelí­cu­la guio­ni­za­da por el rea­li­za­dor inten­ta enfo­car el colo­nia­lis­mo que ha afec­ta­do al país y sus con­se­cuen­cias. Sin embar­go esa exa­mi­na­ción es obje­to de un rela­to absur­do por natu­ra­le­za y ridícu­lo en su ejecución.

Una esce­na del film

Argu­men­tal­men­te, la tra­ma gira en torno de Pepe Sán­chez Cam­pos (Andrew Leland Rogers), un encum­bra­do millo­na­rio empre­sa­rio que está a pun­to de con­traer matri­mo­nio con Cons­tan­za (Lucía Gómez Roble­do), una joven per­te­ne­cien­te a una encum­bra­da fami­lia, cuyo pri­mo Teo (Darío Yaz­bek Ber­nal) está fuer­te­men­te ena­mo­ra­do de ella. Asi­mis­mo, Pepe desea urba­ni­zar una tie­rras per­te­ne­cien­tes al pue­blo autóc­tono del lugar para cons­truir un cen­tro comer­cial a la vez que resi­den­cial; sin embar­go, la comu­ni­dad indí­ge­na local se opo­ne fir­me­men­te al pro­yec­to y es así que el acau­da­la­do indi­vi­duo debe enfren­tar­se con la revo­lu­cio­na­ria nati­va Jus­ti­na Ven­gan­za (Móni­ca del Car­men) quien apo­ya­da por Engels (Aldo Esca­lan­te Ochoa) uno de sus alia­dos, tras­to­ca­rá lo que esta­ba planeado..

Duran­te casi dos infa­ti­ga­bles horas se asis­te a un film reves­ti­do de sáti­ra pero que en reali­dad es com­ple­ta­men­te cari­ca­tu­res­co en su tra­ta­mien­to. El direc­tor tra­ta de lograr un humor que rara­men­te lo con­si­gue expo­nien­do a modo de far­sa las mise­rias del país don­de pare­ce­ría que el poder del dine­ro y la corrup­ción de la cla­se pri­vi­le­gia­da todo lo pue­de. Curio­sa­men­te los úni­cos que se sal­van del tono bur­les­co son los revo­lu­cio­na­rios autóctonos.

A tra­vés de un rela­to estruc­tu­ra­do en capí­tu­los incohe­ren­tes, se asis­te a esce­nas des­ati­na­das y en algu­nos casos de dudo­so gus­to. En suma esta his­to­ria de amor y gue­rra que bus­ca entre­mez­clar el his­tó­ri­co pasa­do y la situa­ción actual de Méxi­co, es obje­to de un tra­ta­mien­to cha­ba­cano y con­se­cuen­te­men­te su visión resul­ta alta­men­te frustrante.

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Can­do­ro­so Amor Juvenil

WHI­TE BIRD. Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film de Marc Fors­ter. 2 horas

Des­pués de varias pos­ter­ga­cio­nes acae­ci­das en los últi­mos dos años, final­men­te se cono­ce Whi­te Bird de Marc Fors­ter quien cen­tra su aten­ción en un amor juve­nil duran­te la épo­ca del nazismo.

Basa­da en la nove­la grá­fi­ca de R.J. Pala­cio el guio­nis­ta Mark Bom­back ha efec­tua­do una muy bue­na adap­ta­ción de la mis­ma que per­mi­tió que Fors­ter logra­ra un apre­cia­ble film en don­de uno de los moti­vos de atrac­ción resi­de en la par­ti­ci­pa­ción de la extra­or­di­na­ria Helen Mirren quien no obs­tan­te en sus pocas esce­nas ilu­mi­na con su presencia.

La his­to­ria pre­sen­ta a Julian Albans (Bry­ce Ghei­sar), un mucha­cho que ha sido expul­sa­do de la escue­la públi­ca por bull­ying y que aho­ra asis­te a un liceo pri­va­do don­de tra­ta de adap­tar­se al nue­vo sis­te­ma edu­ca­cio­nal. Sin­tién­do­se un tan­to aba­ti­do des­pués de una jor­na­da esco­lar, regre­sa a su hogar y es ahí don­de en ausen­cia de sus padres ines­pe­ra­da­men­te reci­be la visi­ta de su abue­la Sara (Mirren), una cele­bra­da artis­ta quien efec­tua­rá una expo­si­ción de su tra­ba­jo en un impor­tan­te museo de Manhat­tan. Sabien­do lo que acon­te­ció con su nie­to por el cam­bio de cole­gio, ama­ble­men­te lo repren­de y con el pro­pó­si­to de hacer­le ver cuán impor­tan­te es ser ama­ble y gen­til con el pró­ji­mo se apres­ta a rela­tar­le la his­to­ria de su pasa­do que gene­ral­men­te ha tra­ta­do de evitarla.

Orlan­do Sch­werdt y Arie­la Glaser

A par­tir de allí comien­za la narra­ción de Sara don­de sus recuer­dos moti­van que el rela­to retro­ce­da a 1942. Ahí se la ve a la ado­les­cen­te Sara de 15 años (Arie­la Gla­ser) resi­dien­do en Alsa­cia, una región que aún no había sido inclui­da en la ocu­pa­ción ale­ma­na rea­li­za­da en Fran­cia. La joven vive una eta­pa que has­ta ese momen­to es de evi­den­te des­preo­cu­pa­ción estan­do rodea­da y mima­da por su madre maes­tra (Oli­via Ross) y su padre ciru­jano (Ishai Golan), como tam­bién dis­fru­tan­do con sus ami­gas de la escue­la a la que asis­te. Su vida cobra un dra­má­ti­co giro con la lle­ga­da de los nazis, don­de su padre con­si­de­ra que es el momen­to de tener que huir del lugar en que viven. Lamen­ta­ble­men­te, la deci­sión resul­ta tar­día dado que sus pro­ge­ni­to­res son cap­tu­ra­dos y envia­dos a un cam­po de con­cen­tra­ción; Sara en cam­bia logra sal­var­se debi­do a la opor­tu­na ayu­da de Julien Beau­mier (Orlan­do Sch­werdt) ‑un com­pa­ñe­ro ale­mán de su cole­gio que ren­guea debi­do a una secue­la de polio- y a la bue­na aco­gi­da de sus padres (Gillian Ander­son, Jo-Sto­ne Fewings) quie­nes la res­guar­dan en el gra­ne­ro por temor a que sus veci­nos que sim­pa­ti­zan con los fas­cis­tas pue­dan denunciarla.

En gran par­te el rela­to enfo­ca la amis­tad que se va gene­ran­do entre Sara y Julien don­de él al regre­sar de la escue­la ser­vi­cial­men­te le sumi­nis­tra las ense­ñan­zas reci­bi­das en cla­se. Pron­ta­men­te esa rela­ción con­du­ce a un tierno roman­ce don­de en cier­tos momen­tos ambos ape­lan a la fan­ta­sía para ima­gi­nar que están via­jan­do por el mun­do, como medio de esca­pe del claus­tro­fó­bi­co refugio.

Fos­ter con­si­gue evi­tar cual­quier exce­so melo­dra­má­ti­co expo­nien­do muy bien lo que dos ado­les­cen­tes expe­ri­men­tan en el con­tex­to del impe­ran­te nazis­mo. Si algu­na obje­ción pue­de mere­cer el rela­to es que los horro­res del holo­caus­to apa­re­cen sua­vi­za­dos; en todo caso el men­sa­je de la ancia­na abue­la que­da cla­ro demos­tran­do a Julian cómo la gen­ti­le­za y bon­dad de quie­nes la pro­te­gie­ron han posi­bi­li­ta­do sal­var su vida y per­mi­ti­do desa­rro­llar su voca­ción artística.

Sin lle­gar a un nivel excep­cio­nal, el cineas­ta logra un emo­ti­vo rela­to en el que la audien­cia pue­de empa­ti­zar con las alter­na­ti­vas del roman­ce juve­nil de sus pro­ta­go­nis­tas en medio de la per­se­cu­ción nazi. A nivel acto­ral, los jóve­nes Gla­ser y Sch­werdt se desem­pe­ñan mesu­ra­da­men­te en tan­to que los adul­tos intér­pre­tes salen airo­sos en fun­ción de lo que el guión les deman­da, con espe­cial refe­ren­cia a Mirren don­de en sus bre­ves apa­ri­cio­nes del comien­zo y final del rela­to, con su excep­cio­nal cali­dez rati­fi­ca por enési­ma vez de ser una de las más bri­llan­tes divas del cine universal.
Jor­ge Gutman

Islá­mi­ca Radicalización

AMAL. Bél­gi­ca, 2023. Un film de Jawad Rha­lib. 107 minutos

En el mar­co de un film de fic­ción con tono docu­men­tal el rea­li­za­dor Jawad Rha­lib efec­túa una seve­ra crí­ti­ca al fun­da­men­ta­lis­mo islá­mi­co a la vez que abo­gan­do por la liber­tad de expresión

Lub­na Azabal

El guión del cineas­ta escri­to con David Lam­bert y Chloe Léo­nil ubi­ca la acción en Bru­se­las intro­du­cien­do a Amal (Lub­na Aza­bal), una pro­fe­so­ra de lite­ra­tu­ra en un esta­ble­ci­mien­to de ense­ñan­za media. Apa­sio­na­da del ejer­ci­cio de la docen­cia, tra­ta de ins­pi­rar en sus alum­nos la impor­tan­cia de la lec­tu­ra como así tam­bién el dere­cho a expre­sar su opi­nión sin tapu­jo alguno.

Sin embar­go el ambien­te estu­dian­til en la sala de cla­se se encuen­tra un tan­to enra­re­ci­do a cau­sa de la diver­si­dad de opi­nio­nes, sobre todo en mate­ria de la reli­gio­si­dad musul­ma­na y en lo que a la homo­se­xua­li­dad se refie­re; eso se mani­fies­ta con la intros­pec­ti­va alum­na Monia (Ken­za Ben­bouch­ta) de con­fe­sión musul­ma­na; con­fron­tan­do su dife­ren­te orien­ta­ción sexual, ella está suje­ta al des­pre­cio y aco­so por par­te de algu­nos de sus com­pa­ñe­ros de aula musul­ma­nes, sobre todo por Jali­la (Ethe­lle Gon­zá­lez Lar­dued), que es la más agre­si­va y nutri­da de nefas­to extre­mis­mo en su cre­do religioso.

Aun­que Amal es res­pe­ta­da por la direc­to­ra de la escue­la (Cathe­ri­ne Salée) y por varios de sus cole­gas, no obs­tan­te man­tie­ne un enfren­ta­mien­to no disi­mu­la­do con el pro­fe­sor Nabil (Fabri­zio Ron­gio­ne) quien tenien­do a su car­go la cáte­dra de reli­gión es un imán con­ver­so, adoc­tri­nan­do a sus alum­nos con una odio­sa inter­pre­ta­ción de los prin­ci­pios sus­ten­ta­dos en el Corán.

La situa­ción alcan­za un alto nivel de ten­sión cuan­do Amal pre­sen­ta en su cla­se algu­nas de las obras de Abu Nuwas, renom­bra­do poe­ta hedo­nis­ta musul­mán del octa­vo siglo que hacien­do refe­ren­cia a la liber­tad sexual desa­fió a las auto­ri­da­des reli­gio­sas de su épo­ca. Eso ori­gi­na una espe­cie de revuel­ta en algu­nos de los estu­dian­tes moti­van­do que las que­jas lle­ga­ran a oído de sus padres quie­nes no desean que sus hijos pue­dan ser influi­dos con los pre­cep­tos sus­ten­ta­dos por el escri­tor. Si bien la escue­la rehú­sa en prin­ci­pio a acep­tar el pedi­do de dichos padres de no seguir abor­dan­do al autor, en últi­ma ins­tan­cia la direc­to­ra soli­ci­ta a Amal que deje de con­si­de­rar a Nuwas para cal­mar los áni­mos. Con todo, en la medi­da que la pro­fe­so­ra es una ardien­te defen­so­ra del lai­cis­mo y con­ven­ci­da de que la edu­ca­ción esco­lar cons­ti­tu­ye la vía para que los alum­nos pue­dan abor­dar al mun­do en que viven con mayor tole­ran­cia y ampli­tud, la cen­su­ra adop­ta­da la des­co­ra­zo­na creán­do­le un pode­ro­so impac­to emocional.

Jawaad Rha­lib que es musul­mán, de modo alguno ata­ca al Islam sino a quie­nes lo des­vir­túan des­tru­yen­do los pre­cep­tos del mis­mo. En tal sen­ti­do. su sobria narra­ción expues­ta con nota­ble auten­ti­ci­dad ilus­tra has­ta dón­de pue­de con­du­cir el cie­go fana­tis­mo de la fe cuan­do el odio se impo­ne a la razón. Den­tro del cali­fi­ca­do elen­co, la actriz Aza­bal que se con­sa­gró con su inter­ven­ción en el emo­ti­vo film marro­quí Le Bleu du Caf­tan (2022) aquí nue­va­men­te demues­tra su talen­to trans­mi­tien­do con­mo­ve­do­ra­men­te los ava­ta­res de una hones­ta docen­te que por sus con­vic­cio­nes de libre pen­sa­do­ra que­da ais­la­da del medio que la rodea.

En con­clu­sión, el espec­ta­dor asis­te a un vibran­te rela­to que resul­ta muy opor­tuno en el momen­to actual en que se vive don­de el denun­ciar la for­ma que pue­de adop­tar el oscu­ran­tis­mo reli­gio­so, sir­va en últi­ma ins­tan­cia como medio de com­ba­tir la isla­mo­fo­bia. Jor­ge Gutman

Las Tres Hijas

HIS THREE DAUGH­TERS. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Aza­zel Jacobs. 101 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix

Como ya se ha vis­to en ante­rio­res opor­tu­ni­da­des, Net­flix no solo ofre­ce pelí­cu­las con­ven­cio­na­les, sino que al pro­pio tiem­po apor­ta fil­mes de un supe­rior nivel de cali­dad, como His Three Daugh­ters, un remar­ca­ble dra­ma fami­liar escri­to y diri­gi­do por Aza­zel Jacobs.

Más de una vez el cine ha con­si­de­ra­do las difi­cul­ta­des que pue­den gene­rar­se entre los inte­gran­tes de una fami­lia y aun­que en este film el direc­tor tran­si­ta por ese tema, al hacer­lo ha teni­do la pre­cau­ción de efec­tuar una exce­len­te des­crip­ción del trío pro­ta­gó­ni­co per­mi­tien­do que en momen­to alguno se per­ci­ba que su rela­to sea ficcional.

La tra­ma que se desa­rro­lla en un depar­ta­men­to del bajo Manhat­tan de New York reúne a tres her­ma­nas adul­tas que sin haber­se fre­cuen­ta­do lo sufi­cien­te, la enfer­me­dad ter­mi­nal de su padre Vin­cent (Jay O. San­ders) las reúne para asis­tir­lo en lo que se supo­ne que serán los últi­mos días de su existencia.

Natasha Lyon­ne, Eli­za­beth Olsen y Carrie Coon

Las hijas del títu­lo son la mayor Katie (Carrie Coon), la del medio Rachel (Natasha Lyon­ne) y Chris­ti­na (Eli­za­beth Olsen), la menor. Cada una de ellas res­pon­de a una per­so­na­li­dad deci­di­da­men­te dife­ren­te. Katie, una pro­fe­sio­nal y madre de una ado­les­cen­te vivien­do en Brooklyn, es quien asu­me las deci­sio­nes y per­ma­ne­ce en eter­na con­fron­ta­ción con Rachel, en tan­to que par­te del tiem­po man­tie­ne con­tac­tos tele­fó­ni­cos con su ado­les­cen­te hija rebel­de; Rachel lle­va una vida caó­ti­ca y des­or­de­na­da con la pro­pen­sión a fumar porros y ver pro­gra­mas depor­ti­vos en la tele­vi­sión y es quien habi­ta con su padre y lo cui­da; por su par­te Chris­ti­na, que pasa par­te del tiem­po comu­ni­cán­do­se por telé­fono con su mari­do y su peque­ña hija resi­dien­do en la zona oes­te del país, es quien tra­ta de adop­tar un tono más repo­sa­do y de con­ci­lia­ción fren­te a los roces pro­du­ci­dos entre sus dos her­ma­nas. Hay otros per­so­na­jes secun­da­rios que inter­vie­nen, entre ellos el pro­fe­sio­nal (Rudy Gal­van) que tie­ne a su car­go los cui­da­dos palia­ti­vos del enfer­mo y el novio (Jovan Ade­po) de Rachel, que Katie no ve con bue­nos ojos que visi­te el hogar.

Con el trans­cur­so del rela­to la ten­sión va aumen­tan­do en la medi­da que se pro­lon­ga la con­vi­ven­cia for­za­da entre las her­ma­nas, don­de van sur­gien­do resen­ti­mien­tos y frus­tra­cio­nes vin­cu­la­dos con situa­cio­nes del pasa­do que no han que­da­do resuel­tas; es así que lle­ga el momen­to de sal­dar esas deu­das y eso acon­te­ce con el dece­so del padre que­dan­do abier­to el camino de la reconciliación.

El rela­to trans­cu­rre prác­ti­ca­men­te en el depar­ta­men­to de Rachel, sal­vo en los esca­sos momen­tos en que ella sale al exte­rior para fumar sus ciga­rros. .Si bien el film se ase­me­ja al de una obra tea­tral fil­ma­da, la claus­tro­fo­bia jamás es per­ci­bi­da; eso se debe a que el guión de Jacobs está nutri­do de enri­que­ce­do­res diá­lo­gos que per­mi­ten que el inter­cam­bio que se sus­ci­ta entre las tres her­ma­nas resul­ten con­vin­cen­te­men­te realistas .

El cineas­ta ha con­vo­ca­do a tres talen­to­sas actri­ces don­de tan­to Coon, como Lyon­ne e igual­men­te Olsen se han des­per­so­na­li­za­do por com­ple­to para asu­mir en cuer­po y alma el rol que les ha toca­do carac­te­ri­zar; eso que­da aún más resal­ta­do por la mag­ní­fi­ca foto­gra­fía de Sam Levy cap­tan­do las expre­sio­nes de cada una de las her­ma­nas mien­tras interactúan.

Dicho lo que pre­ce­de, Jacobs ofre­ce un autén­ti­co aná­li­sis de la com­ple­ji­dad que pue­den adop­tar las rela­cio­nes de fami­lia y con tal pro­pó­si­to logra una muy bue­na pelí­cu­la que emo­cio­na y cau­ti­va al espec­ta­dor. Jor­ge Gutman

Pró­xi­mos Con­cier­tos de la OM

MARA­TÓN BEETHOVEN

En lo que es con­si­de­ra­do una mara­tón musi­cal de cua­tro con­cier­tos en tres días el maes­tro Yan­nick Nézet-Séguin ofre­ce­rá su visión de las 9 sin­fo­nías del inmor­tal Beetho­ven que a más de un cuar­to de mile­nio de su eje­cu­ción nadie per­ma­ne­ce indiferente.

Choeur Métropolitain (Foto: OM)

Cho­eur Métro­po­li­tain (Foto: OM)

La gran fies­ta dedi­ca­da al genio de Bonn comien­za el 17 de octu­bre (19h30) con la eje­cu­ción de la lumi­no­sa Sin­fo­nía N° 2 para pro­se­guir con la monu­men­tal Sin­fo­nía N°3 cono­ci­da como “Heroi­ca”. Entre ambas obras Beetho­ven trans­por­ta a la audien­cia des­de un esti­lo clá­si­co asi­mi­la­do a Mozart y Haydn hacia una for­ma que mar­ca una vir­tual rup­tu­ra con el pasa­do. El pro­gra­ma se com­ple­men­ta con la com­po­si­ción Eroi(s)ca de Nicho­las Ryan.

La vela­da del 18 de octu­bre (19h30) se ini­cia con el Pre­lu­dio a los Pasa­jes Urba­nos del com­po­si­tor Fran­cis Bat­tah, para pro­se­guir de inme­dia­to con el himno a la natu­ra­le­za que con­fi­gu­ra la Sin­fo­nía N° 6 de Beetho­ven cono­ci­da con el nom­bre de “Pas­to­ral”. El autor tras­la­da a la audien­cia lejos de la ciu­dad para sumer­gir­la en los bos­ques de la cam­pi­ña; esta pie­za apa­ci­ble e idí­li­ca refle­ja en la actua­li­dad las preo­cu­pa­cio­nes en mate­ria ambien­tal recor­dan­do la fra­gi­li­dad de la natu­ra­le­za que nos rodea.

Des­pués del entre­ac­to la OSM abor­da­rá la Sin­fo­nía N° 7, una bellí­si­ma obra en la que el com­po­si­tor refle­ja la ale­gría, feli­ci­dad y ganas de vivir; su segun­do melan­có­li­co movi­mien­to Alle­gret­to ha teni­do amplia reper­cu­sión popu­lar y ha sido evo­ca­do en nume­ro­sas películas.

La pie­za Ré­_Silien­ce de la com­po­si­to­ra mexi­ca­na-cana­dien­se Cris­ti­na Gar­cía Islas ini­cia el pro­gra­ma del 20 de Octu­bre (11h). En dicho con­cier­to mati­nal el maes­tro Nézet-Séguin diri­gi­rá la orques­ta con tres Sin­fo­nías de Beetho­ven. La pri­me­ra de las mis­mas es la Sin­fo­nia N° 8 a la que el com­po­si­tor se refi­rió como “la peque­ña sin­fo­nía en Fa mayor”, cier­ta­men­te la de menor dura­ción aun­que nutri­da de exqui­si­ta finu­ra. Pos­te­rior­men­te habrá de eje­cu­tar­se la Sin­fo­nía N° 4, una pie­za estruc­tu­ra­da de mane­ra clá­si­ca e impreg­na­da de un román­ti­co hálito.

Des­pués del inter­va­lo, el con­cier­to fina­li­za­rá con la vibran­te Sin­fo­nía N° 5. Esta obra es una de las más popu­la­res e inter­pre­ta­das de la músi­ca clá­si­ca, carac­te­ri­za­da por su céle­bre comien­zo de cua­tro notas (ta-ta-ta-taa) que se repi­te dos veces.

Pre­ce­di­da por la pie­za Amor Fati de la com­po­si­to­ra cana­dien­se Marie-Pie­rre Bras­set, la mara­tón Beetho­ven cul­mi­na el 20 de octu­bre (15h). En pri­mer lugar la OSM eje­cu­ta­rá la juve­nil Sin­fo­nía N° 1, una pie­za que des­bor­da vita­li­dad y que es con­si­der­da como el pri­mer gran paso del com­po­si­tor que lle­ga­ría a cimas insos­pe­cha­das en sus sin­fo­nías pos­te­rio­res has­ta alcan­zar la cum­bre en la subli­me y majes­tuo­sa Sin­fo­nía N° 9 con la que con­clu­ye este ciclo. A tra­vés de los tiem­pos, esta gran sin­fo­nía coral encar­na la feli­ci­dad y la fra­ter­ni­dad huma­na expre­sa­da en su anto­ló­gi­co movi­mien­to final con la “Oda a la Ale­gría” nutri­da de los ver­sos del poe­ta líri­co Frie­drich von Schi­ller. Para tal oca­sión la OSM esta­rá acom­pa­ña­da por solis­tas cana­dien­ses y el Coro Metro­po­li­tano diri­gi­do por Fra­nçois A. Oui­met y Pie­rre Tour­vi­lle.

Todos los con­cier­tos son rea­li­za­dos en la Mai­son Sympho­ni­que. Infor­ma­ción adi­cio­nal pue­de obte­ner­se en orchestremetropolitain.com