BERGERS. Canadá-Francia, 2024. Un film de Sophie Deraspe. 113 minutos
Después de 4 importantes largometrajes, especialmente Antigone que fue distinguido como el mejor film canadiense en el Festival de Toronto de 2019, Sophie Deraspe ratifica su condición de remarcable realizadora con Bergers que nuevamente fue premiado en el TIFF de este año como la mejor película de Canadá. Basado en el libro autobiográfico de Mathyas Lefebure “D’òu viens-tu berger?” de 2006, la lograda adaptación cinematográfica de Deraspe compartida con el autor, adquiere notable autenticidad.
En la ficción, la historia presenta a Mathyas (Félix-Antoine Duval), un joven de Montreal que se desempeña con éxito como publicista y con aspiraciones de escritor, aparentemente lo tiene todo a su favor aunque eso no lo hace feliz en la medida que siente que hay algo diferente que pueda brindarle mayor satisfacción en su vida. Es así que decide dejar su puesto para trasladarse a Provenza, aguardando llegar a ser un buen pastor de ovejas. Arribado a Francia, gracias a los buenos oficios de Élise (Solène Rigot), la funcionaria de inmigración, obtiene su visa de residente, a pesar de que los trámites pertinentes debería haberlos realizado en Canadá.
Después de haberse vinculado con algunos trabajadores del oficio, él es conchabado por Gérard (Bruno Raffaelli), un granjero local, donde comienza a aprender lo que implica ser un diestro pastor, una tarea ciertamente dura y agotadora; al no ser bien tratado por su colérico empleador abandona su empleo para lograr otro con Cécile (Guilaine Londez), la afable dueña de un considerable contingente de ganado. En su diaria tarea, Mathyas trabaja junto a Élise quien ha dejado su oficio para unirse a él no solo en el aspecto laboral sino asimismo románticamente.
Una de las escenas más trascendentes que remarcablemente ofrece el relato de Deraspe, se produce con la trashumancia, consistente en el traslado de los rebaños del ganado desde el valle hacia las altas montañas de los Alpes de Francia con los obstáculos que Mathyas y Élise deben enfrentar. En todo caso, el amor a la naturaleza como así mismo el que los une sentimentalmente serán suficientes para superar los escollos.
La puesta escénica de la realizadora describe magníficamente lo que implica la vida pastoral a través de las circunstancias difíciles que presenta esta actividad que a veces está nutrida de involuntaria violencia, como acontece cuando se debe faenar a un animal mal herido; a ello el relato no deja de soslayar las implicancias socio económicas que derivan del pastoreo y que ciertamente son desconocidas por quienes son neófitos en la materia.
A nivel de actuación, Dorval transmite convincentemente las vicisitudes de su personaje mediante la destreza que va adquiriendo de su profesión, logrando obtener el respeto de sus colegas. Asimismo Rigot plenamente satisface como la joven que prefiere una existencia más tranquila y saludable, lejos del bullicio de la ciudad, a la vez que disfrutando del amor de Mathyas.
En suma, el cinéfilo es gratificado con este esmerado relato de Deraspe, agraciado con la magnífica fotografía de Vincent Gonneville captando la belleza de los parajes naturales de la “pastoral” región de la Provenza. Jorge Gutman