Morir Dig­na­men­te

THE ROOM NEXT DOOR. Un film escri­to y diri­gi­do por Pedro Almo­dó­var. 107 minutos.

Aun­que Pedro Almo­dó­var ya abor­dó en inglés los cor­to­me­tra­jes The Human Voi­ce (2020) y Stran­ge Way of Life (2023), este es su pri­mer lar­go­me­tra­je en este idio­ma sin que en momen­to alguno dela­te el cam­bio idiomático.

Basa­do en la nove­la de 2020 What Are You Going Through del escri­tor ame­ri­cano Sigrid Nuñez, el guión del gran cineas­ta adquie­re per­so­na­li­dad pro­pia trans­mi­tien­do poé­ti­ca­men­te el final de la exis­ten­cia humana.

Til­da Swin­ton y Julian­ne Moore

Con la par­ti­ci­pa­ción des­lum­bran­te de Julian­ne Moo­re y Til­da Swin­ton, el rela­to comien­za en una pres­ti­gio­sa libre­ría de Manhat­tan en opor­tu­ni­dad en que la escri­to­ra Ingrid (Moo­re) fir­ma copias de su últi­ma nove­la al públi­co asis­ten­te; allí cir­cuns­tan­cial­men­te se ente­ra que Mar­ta (Swin­ton), una de sus vie­jas ami­gas a quien no ha vis­to des­de hace tiem­po, está gra­ve­men­te enfer­ma. De inme­dia­to se diri­ge al noso­co­mio don­de ella está hos­pi­ta­li­za­da, impo­nién­do­se de que pade­ce de un cán­cer de úte­ro y está suje­ta a los tra­ta­mien­tos que invo­lu­cra esta cruel afec­ción. Así se pro­du­ce el emo­ti­vo reen­cuen­tro de dos ami­gas que en el pasa­do habían tra­ba­ja­do jun­tas en una revis­ta ame­ri­ca­na; mien­tras que Ingrid es una afa­ma­da nove­lis­ta, Mar­ta dejó su acti­vi­dad perio­dís­ti­ca para con­ver­tir­se en una ague­rri­da repor­te­ra de guerra.

La revi­vi­da amis­tad con­ti­núa cuan­do Mar­ta es dada de alta en la medi­da que su mal está en remi­sión e Ingrid la visi­ta en su depar­ta­men­to pro­si­guien­do las con­ver­sa­cio­nes ínti­mas no exen­tas de nos­tal­gia. En esas char­las, Mar­ta le hace saber su dis­tan­cia­mien­to de su úni­ca hija que la resien­te por no haber sido una bue­na madre debi­do a que la tuvo sien­do ape­nas una ado­les­cen­te en tan­to que el padre bio­ló­gi­co par­tió a la gue­rra y a su regre­so se apar­tó de ella y de su nacien­te hija por haber que­da­do emo­cio­nal y men­tal­men­te afec­ta­do. A su vez, Ingrid le hace saber sobre el pro­yec­to de su pró­xi­mo libro refe­ri­do al víncu­lo pla­tó­ni­co que exis­tió entre la pin­to­ra Dora Carring­ton y el escri­tor Lyn­ton Strachey.

Cuan­do a las pocas sema­nas el cán­cer de Mar­ta resur­ge hacien­do metás­ta­sis en otras regio­nes de su cuer­po, ella deci­de evi­tar la qui­mio­te­ra­pia, optan­do por poner fin a su exis­ten­cia en un lap­so no supe­rior al de un mes. Para ello, la enfer­ma pide a su ami­ga que la acom­pa­ñe en sus últi­mos días en una vivien­da ubi­ca­da en una zona ais­la­da, a dos horas de la ciu­dad. Con gran pena y dan­do prue­ba de su gran amis­tad, Ingrid acep­ta ser cóm­pli­ce de la euta­na­sia de Mar­ta, res­pe­tan­do su volun­tad de morir dig­na­men­te para no tener que cons­ta­tar su dete­rio­ro físi­co y mental.

Den­tro del tono melo­dra­má­ti­co que va adqui­rien­do el rela­to Almo­dó­var cui­da de no caer en un sen­ti­men­ta­lis­mo lacri­mó­geno al pro­pio tiem­po que en la sim­bio­sis exis­ten­te entre él y sus dos extra­or­di­na­rias intér­pre­tes logra un bellí­si­mo film para­dó­ji­ca­men­te cen­tra­li­za­do en la mor­ta­li­dad. Admi­ra­ble es la bri­llan­te inter­ac­tua­ción de Moo­re y Swin­ton a tra­vés de sus per­so­na­jes; a la cali­dez, com­pren­sión y ter­nu­ra que Ingrid brin­da a su ami­ga, se opo­nen los momen­tos de ansie­dad, frus­tra­ción, dolor y furor de Mar­ta; así entre las varias esce­nas en que inter­ac­túan resul­ta entra­ña­ble aqué­lla en la que las dos obser­van una pelí­cu­la de Bus­ter Keaton.

Apar­te de su tema cen­tral y al ya refe­ri­do acer­ca de las difi­cul­ta­des que a veces se pro­du­cen en la inter­ac­ción materno-filial, el film apor­ta otros tópi­cos que reve­lan la inquie­tud de Almo­dó­var. Eso está muy bien expre­sa­do en la secuen­cia en que Ingrid se encuen­tra con su ami­go Damián (John Tur­tu­rro), el anti­guo aman­te de Martha y pos­te­rior­men­te de ella; en la con­ver­sa­ción que man­tie­nen él le mani­fies­ta su pesi­mis­mo por lo que acon­te­ce en el atri­bu­la­do mun­do en que se vive, con el dete­rio­ro ambien­tal y el avan­ce de las ideo­lo­gías de la dere­cha; a esa acti­tud des­es­pe­ran­za­do­ra Ingrid le res­pon­de que es nece­sa­rio no depri­mir­se y mirar hacia ade­lan­te para encon­trar­le un sen­ti­do a la vida.

Como lo ha demos­tra­do en varios títu­los de su nota­ble fil­mo­gra­fía, el direc­tor man­che­go es un indis­cu­ti­ble maes­tro escu­dri­ñan­do el uni­ver­so feme­nino y aquí lo vuel­ve a rati­fi­car median­te el remar­ca­ble víncu­lo crea­do entre las dos pro­ta­go­nis­tas de esta historia.

En suma, con la entre­ga de este subli­me y melan­có­li­co dra­ma, Almo­dó­var demues­tra que en su eta­pa de madu­rez es capaz de con­ti­nuar emo­cio­nan­do legí­ti­ma­men­te a los ciné­fi­los ya sea en espa­ñol o en inglés con temas tras­cen­den­tes y con el valio­so apo­yo de remar­ca­bles intér­pre­tes. Jor­ge Gutman

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