THE SHROUDS. Canadá-Francia, 2024. Un film escrito y dirigido por David Cronenberg.
David Cronenberg es uno de los más reputados directores internacionales, habiendo ofrecido filmes de remarcable importancia. Es así que creó expectativas The Shrouds, su reciente trabajo que en las notas de prensa se señala que se trata de un proyecto personal inspirado en la muerte de su esposa en 2017 después de cuatro décadas de vida conyugal. Es así que a través de su guión el octogenario realizador relata la historia de un duelo pero al mismo tiempo, va tejiendo una densa trama nutrida de situaciones complejas y no del todo claras.

Diana Kruger y Vincent Cassel
Vincent Cassel encarna a Karsh, un rico empresario de Toronto que ha perdido hace cuatro años a su entrañable mujer Rebecca (Diana Kruger), víctima de un cáncer. El dolor aún persiste en él aunque en parte encuentra un modo de apaciguar su soledad mediante el contacto que sigue manteniendo en un cementerio privado del cual es en parte dueño y que está provisto de un restaurante; allí, mediante un sistema denominado Grave Tech en el que se encuentran cámaras instaladas en las tumbas de los difuntos, una aplicación permite a él y a los deudos de los demás difuntos poder contemplar a sus seres queridos a medida que sus cuerpos se van descomponiendo con el correr del tiempo hasta que los huesos se tornan visibles. Aunque a primera vista eso puede resultar morboso esa visión constituye para el apesadumbrado Karsh seguir manteniendo el vínculo afectivo con su amada mujer.
Su obsesionada rutina se ve alterada cuando en su permanente seguimiento comienza a notar ciertas prominencias extrañas en los huesos de su mujer y a su vez descubre que varias de las tumbas han sido profanadas como asimismo las cámaras de seguridad instaladas han sido hackeadas. Eso motiva para que el desolado viudo junto con Terry (Diana Kruger), la hermana gemela de su esposa y su ex cuñado Maury (Guy Pearce) que ha sido el creador del sistema tecnológico, traten de dilucidar qué es lo que está pasando y quién o quiénes han sido los responsables de las mancilladas tumbas.
La historia se va complicando cuando surgen indicios de que su mujer pudo haber mantenido relaciones con el oncólogo que la estaba tratando mediante un método experimental y que ahora se encuentra en Islandia. Asimismo se sospecha que Maury podría ser el responsable de las anomalías tecnológicas producidas. A todo ello Karsh trata de lograr ayuda de Hunny (Diane Kruger), una asistente creada por la inteligencia artificial. La madeja del relato se complica aún más cuando van surgiendo otros sospechosos y la adición de teorías conspirativas en las que intervienen intereses creados de chinos y rusos.
Entre escenas en que la realidad se entrelaza con la fantasía, se asiste a un film perturbador y provocativo que impide que el enigma planteado resulte entendible. Filmado sobriamente y con un elegante estilo, Cronenberg permite que el tema central adquiera resonancia gracias en gran parte por la intensa compenetración de Cassel transmitiendo el desconsuelo del personaje protagónico por la desaparición de su querida cónyuge. Ahora bien, si la intención del realizador de involucrar al espectador sobre la evolución de la tecnología permitiendo que exista una conexión virtual entre la vida y la muerte resulta interesante, el relato a la postre desconcierta; eso acontece al transitar por senderos difusos e ininteligibles con la inclusión de redes internacionales de espionaje, que en consecuencia desdibujan la premisa inicial de esta historia. Jorge Gutman