La fructífera y remarcable temporada 2024 – 2025 de la Orchestre Métropolitain (OM) concluirá con el concierto a realizarse el 15 de junio (15H) en la Maison Symphonique a cargo de Yannick Nézet Séguin, el remarcable director artístico y musical de la agrupación.
La primera pieza del programa es la vertiginosa y vibrante La Valse de Ravel compuesta en 1921 y que además de ser un poema coreográfico para ballet, el autor la dispuso para salas de concierto. Caracterizada por su belleza como por su naturaleza compleja, el autor explora temas oscuros y macabros bajo la apariencia de un vals vienés a través del empleo de una soberbia instrumentación.
Mostrando su afinidad y encomiable sensibilidad por las composiciones provenientes de la comunidad indígena el director dará a conocer Eko-Bemijwag (Mientras el río siga corriendo) de la compositora autóctona Barbara Assiginaak. Esta notable educadora musical se ha distinguido por expresar en sus obras las experiencias y perspectivas de la vida indígena que han sido expuestas en festivales internacionales y ejecutadas por prominentes orquestas.
Alexandre Kantorow (Foto: Steinway and Sons)
El programa prosigue con la ejecución del Concierto para Piano N° 2 de Saint-Saëns, obra compuesta en 1868 que fue dedicada a Liszt, su gran mecenas. El concierto tendrá como solista al virtuoso pianista francés Aléxandre Kantorow.
La última obra programada es la apasionante Sinfonía N°6 (Patética) de Tchaikovski; en esta creación que fue estrenada y dirigida por el compositor en octubre de 1893, pocos días antes de su deceso; el autor refleja su gran expresividad a través de sus febriles pasajes emotivos. La pieza tiene un aire nostálgico para el maestro Nézet-Séguin ya que fue ejecutada en el primer concierto que tuvo a su cargo como director artístico de la OM en 2000 y según se anuncia estará incluída en la segunda gira europea que la OM realizará este año.
Considerada por muchos críticos literarios como una de las grandes obras de la literatura americana, Un Tranvía Llamado Deseo del genial dramaturgo Tennessee Williams escrita en 1947 y ganadora del Premio Pullitzer en 1948 ha sido representada internacionalmente en múltiples ocasiones además de haber sido trasladada a la pantalla e incluso a la ópera. Por su excepcional riqueza no sorprende que haya sido repuesta una vez más en Londres en 2014 bajo la dirección de Benedict Andrews. Habiendo sido filmada en vivo por Nick Wickman en una de sus representaciones en el teatro Young Vic, la pieza en 2014 es difundida nuevamente por National Theatre
Gillian Anderson. (Foto: Johan Persson)
El autor expone la colisión cultural existente entre Blanche Dubois proveniente de una familia de muy buena posición económica de Mississippi con la de su hermana Stella viviendo modestamente en New Orleans. Después de algún tiempo de no haberse visto, Blanche llega al hogar de su hermana que vive en el barrio francés de dicha ciudad. A la alegría del reencuentro de inmediato se aprecia la discrepancia social de la visitante con respecto a la de Stella quien indirectamente la critica por vivir en una exigua residencia de dos ambientes y haberse casado con Stanley Kowalski, un proletario polaco. Esas diferencias se intensifican cuando llega su cuñado y un aire de superioridad surge en ella desdeñando su presencia; más aún, Blanche no puede concebir cómo Stella pudo unir su vida a un hombre por excelencia bruto y grotesco.
Si bien a través del tiempo hubo diferentes enfoques en el tratamiento del texto del autor, el criterio de Andrews puede ser discutible en su propósito de cohesionar la época en que la pieza fue escrita con el toque moderno; eso se aprecia aún más a través de la escenografía de Magda Willi quien de manera minimalista utiliza un escenario circular presentando el hogar de los Kowalski como un departamento moderno con muebles tipo Ikea que de algún modo se asemeja al de una clínica hospitalaria. No obstante estas observaciones, la solidez de esta producción reside en el excelente nivel interpretativo.
Sin duda alguna, Gillian Anderson brinda una caracterización inolvidable de Blanche. Desde las primeras escenas en que su personaje aparenta sentirse segura de sí misma frente a su hermana y cuñado, va exteriorizando cierta inestabilidad psicológica que ella atribuye al cansancio y el estrés producido trabajando como maestra en Mississippi. Esa manifiesta fragilidad trata de disimularla con su propensión al alcohol aunque el ambiente en que transcurre su visita no hará más que deteriorar su estado mental hasta llegar al nivel de la incipiente locura. La gradual transformación que Anderson logra de su Blanche es nada menos que extraordinaria a tal punto que uno se olvida que está actuando para en cambio creer que esta mujer es un personaje real que se alimenta de mentiras y fantasías para ocultar sus falencias. Si Anderson es brillante en su actuación no lo es menos Ben Foster como Kovalski quien dueño de una personalidad machista y belicosa no puede tolerar que su cuñada interfiera en su vida matrimonial; el grado de intensidad que vierte en el trato violento con su esposa y en las hirientes confrontaciones mantenidas con Blanche adquieren inusitada magnitud emocional, sobre todo en una de las últimas escenas en que termina degradando a su desestabilizada cuñada. En papeles menores pero igualmente importantes se destaca Vanesa Kirby quien como Stella se encuentra en la delicada situación de comportarse como buena hermana al propio tiempo que ser leal a su marido; por su parte Corey Johnson anima al solitario y bonachón Mitch, amigo de Stanley, quien atraído por Blanche está dispuesto a casarse con ella pero al conocer su oculto pasado desiste de hacerlo.
Coronando la grandeza de esta pieza, el director logra una poética escena final en la cual Blanche calmadamente camina tomada del brazo por el médico que la está conduciendo al hospicio.
Los amantes del buen teatro tienen la oportunidad de ver esta obra el 5 y 8 de juniode 2025 en selectas salas de Cineplex