LA PIE VOLEUSE. Francia, 2024. Un film de Robert Guédiguian. 100 minutos
El veterano realizador Robert Guédiguian que ha trascendido por imprimir una visión humanista a sus trabajos, en su vigésimo cuarto opus La Pie Voleuse ratifica nuevamente su posición ofreciendo un buen melodrama.. Como en gran parte de su filmografía la acción transcurre en el pequeño pueblo pesquero de L’Estaque, al oeste de Marsella, donde Guediguian nació y sigue manteniendo un profundo cariño hacia el lugar.

Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darrousin
Nuevamente cuenta en su elenco con su musa y gran compañera Ariane Ascaride así como con Jean Pierre Darrousin y Gérard Meylan, sus fieles cómplices.
La parte central de la historia concebida por Guédiguian y Serge Valletti, presenta a la sexagenaria María (Ascaride), que como trabajadora social se dedica a cuidar a ancianos y a realizar para ellos las compras de alimentación necesarias. En su vida personal no mantiene una satisfactoria relación con su marido ludópata Bruno (Meylan) quien con como jubilado, malgasta su dinero en los juegos incurriendo en grandes deudas a las que ella debe solventar.
La gran satisfacción de esta mujer es proporcionada por su nietito Nicolas (Thorvald Sondergaard) quien se prepara para participar en un concurso de piano en el conservatorio de música local. A fin de sufragar los gastos que implica el arriendo del piano y los honorarios de su profesor, María recurre a pequeños hurtos monetarios y la sustracción de cheques al señor Moureau (Darrousin), uno de sus ancianos pacientes confinados a una silla de ruedas y que nunca sale de su hogar. Para María esa actitud decididamente reprochable es compensada por la devoción que ella le dedica al cocinarle sus platos favoritos que incluye el pescado frito preferido, además de brindarle un sincero afecto. Un comportamiento similar es el que ella mantiene con otros ancianos a su cuidado, estando siempre dispuesta a brindarles su apoyo cuando lo requieren.
La situación adquiere un nivel dramático cuando Laurent (Grégoire Leprince-Ringuet), el hijo de Moreau que no mantiene una buena relación con él pero está encargado de sus finanzas, descubre el desfalco cometido por Maria.
Lo que prosigue del relato es preferible no revelarlo salvo el destacar que Guédiguian no juzga el comportamiento amoral de María, permitiendo que cada espectador tenga su propia opinión de lo que contempla. En líneas generales, el cineasta mantiene un ritmo fluido que permite seguir dinámicamente el desarrollo del film: la única objeción es el romántico adulterio que emerge de la relación romántica entre Laurent y Jennifer (Marilou Aussilloux), la hija de María, que se aparta del nudo central de esta emotiva historia.
La película trasciende por exponer los achaques y las deficiencias que puede acarrear la vejez y el abuso al que pueden ser sometidos quienes físicamente no pueden movilizarse. Pero en todo caso, la vida seguirá su curso para María y sus ancianos quienes al menos encuentran un solaz contemplando en L’Estaque el majestuoso mar azulado del Mediterráneo.
Sin llegar a ser un film excepcional, de todos modos es meritorio el tratamiento impreso por Guédiguian narrando una historia que sin recurrir a golpes bajos permite la completa empatía de la audiencia, más no sea por la notable química lograda entre Ascaride y Darrousin en sus respectivos personajes. Jorge Gutman