Inter­cep­ción Telefónica

INTER­CEP­TED / INTER­CEP­TÉS. Cana­dá-Fran­cia-Ucra­nia, 2024. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Oksa­na Kar­povych. 93 minutos

A dife­ren­cia de otras pelí­cu­las que han tra­ta­do la inva­sión rusa a Ucra­nia ini­cia­da en febre­ro de 2022, el docu­men­tal Inter­cep­ted de la direc­to­ra Oksa­na Kar­po­vich se dife­ren­cia por­que a pesar de su tras­fon­do béli­co aquí no se ilus­tran esce­nas de bata­lla sino los diver­sos sen­ti­mien­tos aní­mi­cos de los sol­da­dos rusos en terri­to­rio ucraniano.

Una esce­na del Film

Las pri­me­ras imá­ge­nes del film pare­ce­rían des­men­tir lo que sobre­vie­ne des­pués al mos­trar a chi­cos que apa­ci­ble­men­te se están colum­pian­do. De inme­dia­to el docu­men­tal infor­ma que en el fren­te de Ucra­nia sol­da­dos rusos efec­tua­ron nume­ro­sos lla­ma­dos tele­fó­ni­cos a sus fami­lia­res de Rusia, cuyas con­ver­sa­cio­nes fue­ron inter­cep­ta­das por el Ser­vi­cio de Segu­ri­dad del país inva­di­do y pos­te­rior­men­te difun­di­dos púbi­ca­men­te a tra­vés del internet.

Con­se­cuen­te­men­te se asis­te a dichos lla­ma­dos rea­li­za­dos entre mar­zo y noviem­bre de 2022, en don­de inte­gran­tes del ejér­ci­to ruso trans­mi­ten a sus madres, espo­sas e hijos sus expe­rien­cias. Algu­nos de los uni­for­ma­dos con­si­de­ran que pron­to regre­sa­rán a Rusia en tan­to que otros igno­ran por cuan­to tiem­po más per­ma­ne­ce­rán en Ucra­nia. En esas char­las cier­tos sol­da­dos mani­fies­tan a sus fami­lia­res cómo insul­tan a los ucra­nia­nos, con­fe­san­do que dis­fru­tan tor­tu­rán­do­los y sin res­que­mor alguno uno de ellos con­fie­sa haber mata­do a una fami­lia ucra­nia­na; eso con­tras­ta con la opi­nión de quie­nes cues­tio­nan el sen­ti­do de esta gue­rra, aun­que no tie­nen otra opción que cum­plir el man­da­to asig­na­do. La fal­sa pro­pa­gan­da rusa es expues­ta a tra­vés de lo que un sol­da­do le hace saber a su padre seña­lan­do que las noti­cias difun­di­das en la tele­vi­sión públi­ca de Rusia son inexac­tas, al refe­rir­se a que se están bom­bar­dean­do bases de la OTAN.

Para­le­la­men­te a estos lla­ma­dos, la cáma­ra de Kar­povych con la vital cola­bo­ra­ción de la foto­gra­fía de Chris­topher Nunn con­tras­ta la vio­len­cia de la gue­rra con la ruti­na coti­dia­na de los ucra­nia­nos vivien­tes que resis­ten la inva­sión tra­tan­do de recons­truir sus vidas; en tal sen­ti­do el docu­men­tal brin­da imá­ge­nes de pro­pie­da­des aban­do­na­das que son saquea­das por los sol­da­dos; como asi­mis­mo los estra­gos de los bom­bar­deos con hoga­res dila­pi­da­dos por la artillería.

A tra­vés de lo que aquí se ilus­tra la docu­men­ta­lis­ta efec­túa un elo­cuen­te retra­to del con­flic­to expo­nien­do la bana­li­dad del mal median­te una matan­za efec­tua­da sin escrú­pu­los; eso se tra­du­ce en el pro­fun­do daño tan­to físi­co como emo­cio­nal por par­te de los ucra­nia­nos como asi­mis­mo de los jóve­nes sol­da­dos rusos deseo­sos de salir del mal­di­to infierno al que han sido confinados.

Es nece­sa­rio tener en cuen­ta que dado el perío­do en que se reali­zó la fil­ma­ción, el docu­men­tal no con­si­de­ra lo que acon­te­ció duran­te los dos últi­mos años con la inten­si­fi­ca­ción de la gue­rra, sin que aún se vis­lum­bre algu­na solución

Ilus­tran­do crí­ti­ca­men­te la dolo­ro­sa inva­sión expe­ri­men­ta­da por Ucra­nia, en los cré­di­tos fina­les se lee que el film de Kar­povych es “dedi­ca­do a los civi­les ucra­nia­nos que con gran cora­je enfren­tan la agre­sión impe­ria­lis­ta rusa”. Jor­ge Gutman

Alu­ci­nan­te Presencia

PRE­SEN­CE. Esta­dos Uni­dos, 2024. Un film de Ste­ven Soder­bergh. 85 minutos

Des­pués de una fruc­tí­fe­ra carre­ra como rea­li­za­dor, en don­de su pri­mer lar­go­me­tra­je Sex, Lies, and Video­ta­pe (1989) obtu­vo la Pal­ma de Oro en Can­nes, Ste­ven Soder­bergh ha abor­da­do varios géne­ros en su diver­si­fi­ca­da fil­mo­gra­fía aun­que con Pre­sen­ce por pri­me­ra vez lo hace con un thri­ller sobre­na­tu­ral. Cier­ta­men­te, el film cons­ti­tu­ye un ejer­ci­cio expe­ri­men­tal del rea­li­za­dor don­de su aspec­to for­mal pre­do­mi­na en des­me­dro de su contenido.

Calli­na Liang

Basa­do en el guión de David Koepp, el rela­to comien­za con una agen­te inmo­bi­lia­ria (Julia Fox) que mues­tra a una fami­lia una casa ubi­ca­da en una zona resi­den­cial. La amplia man­sión con­ven­ce a Chris (Chris Sulli­van) y su espo­sa Rebe­kah (Lucy Liu) a adqui­rir­la don­de su hijo Tyler (Eddy Maday) y su hija Chloe (Calli­na Liang), ambos ado­les­cen­tes, tam­bién habrán de habi­tar­la. En prin­ci­pio nada anor­mal se per­ci­be, has­ta el momen­to en que Chloe, quien se encuen­tra muy afec­ta­da por la muer­te de Nadia, su mejor ami­ga, por una sobre­do­sis, comien­za a sen­tir la pre­sen­cia de un invi­si­ble espec­tro, cre­yen­do que se tra­ta de la difunta.

De inme­dia­to el espec­ta­dor asis­te a la his­to­ria de la casa embru­ja­da que el cine ha con­si­de­ra­do en múl­ti­ples opor­tu­ni­da­des. En este caso, la dife­ren­cia estri­ba en que el invi­si­ble fan­tas­ma es quien va obser­van­do los movi­mien­tos y com­por­ta­mien­tos del sin­gu­lar núcleo fami­liar. Con ese pro­pó­si­to Soder­bergh uti­li­za su cáma­ra que va cap­tan­do los dife­ren­tes luga­res de la resi­den­cia a tra­vés de varias esce­nas don­de cada una de las mis­mas es obje­to de una lar­ga y úni­ca toma que siem­pre con­clu­ye con una ima­gen negra.

En la obser­va­ción del espec­tro se apre­cian algu­nos de los pro­ble­mas que acae­cen con dicha fami­lia. Es así que la matriar­ca Rebe­kah atra­vie­sa algu­nos serios emba­tes en su tra­ba­jo a tra­vés de cier­tas acti­vi­da­des ile­ga­les come­ti­das, hecho que preo­cu­pa a su mari­do que en todo caso tra­ta de pre­ser­var la uni­dad fami­liar. El pun­to de infle­xión radi­ca en la ines­ta­bi­li­dad men­tal de Chloe que con­ti­nua­men­te per­ci­be que hay alguien extra­ño ron­dan­do en el hogar. Mien­tras que Rebe­kah se des­preo­cu­pa de su hija, en cam­bio sim­pa­ti­za con Tyler que es un cam­peón de nata­ción con un pro­ve­cho­so futu­ro a su favor; por su par­te Chris tra­ta de pro­te­ger, recon­for­tar y brin­dar ter­nu­ra a Chloe, en tan­to que la rela­ción entre los her­ma­nos dis­ta de ser cordial.

Tra­tan­do de ofre­cer algo nue­vo y dis­tin­ti­vo, lo cier­to es que si bien al prin­ci­pio la pro­pues­ta de Soder­bergh cobra inte­rés, al poco tiem­po pier­de impul­so. No obs­tan­te su bre­ve dura­ción, esta super­na­tu­ral his­to­ria care­ce de genui­na enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca como tamp­co brin­da la emo­ción que se aguar­da de ella. No obs­tan­te que Koepp es un dis­tin­gui­do guio­nis­ta, en este caso su ende­ble guión intro­du­ce situa­cio­nes poco creí­bles como la secuen­cia en que Ryan (West Mulho­lland), el ami­go de Tyler, se intro­du­ce en el hogar con la malé­vo­la inten­ción de inti­mar con la frá­gil Chloe.

Sin lle­gar a com­pen­sar sus falen­cias, el film se bene­fi­cia con los movi­mien­tos de cáma­ra de Soder­bergh y su estu­pen­da foto­gra­fía (uti­li­zan­do el seu­dó­ni­mo de Peter Andrews), logran­do posi­ti­vos efec­tos visua­les. La inter­pre­ta­ción del elen­co es correc­ta en don­de se des­ta­ca la actua­ción de la joven Liang ani­man­do a la vul­ne­ra­ble y afec­ta­da adolescente.

En suma, Soder­bergh ofre­ce una fan­tas­ma­gó­ri­ca fan­ta­sía que podrá entu­sias­mar a sus segui­do­res pero que a mi jui­cio no lle­ga a tras­cen­der, resul­tan­do fácil­men­te olvi­da­ble. Jor­ge Gutman

Duras Ver­da­des

HARD TRUTHS. Gran Bre­ta­ña-Espa­ña, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Mike Leigh. 97 minutos

Con­si­de­ra­do como uno de los más remar­ca­bles cineas­tas de Gran Bre­ta­ña así como a nivel inter­na­cio­nal, un nue­vo film de Mike Leigh siem­pre gene­ra expec­ta­ti­vas como es el caso de Hard Truths.

Marian­ne Jean-Baptiste

Aun­que gene­ral­men­te enca­mi­na­do a mos­trar los pro­ble­mas socia­les de su país, esta vez Leigh abor­da un dra­ma fami­liar cen­tra­do en la per­so­na­li­dad de una mujer con serios pro­ble­mas de con­duc­ta. En un guión que le per­te­ne­ce el direc­tor ambien­ta la acción en la comu­ni­dad negra cari­be­ña de Lon­dres don­de habi­ta Pansy (Marian­ne Jean-Bap­tis­te), una seño­ra de tar­día media­na edad casa­da con Curtley (David Web­ber), un plo­me­ro de pro­fe­sión, a la vez que madre de Moses (Tuwai­ne Barrett), un joven des­em­plea­do de 22 años sin rum­bo fijo en su vida.

Sumi­da en una depre­sión que la vuel­ve vul­ne­ra­ble y amar­ga­men­te des­di­cha­da Pansy demues­tra una inusi­ta­da agre­si­vi­dad con quie­nes la rodean; es así que en su hogar tan­to su pasi­ble mari­do como su hijo aguan­tan silen­cio­sa­men­te sus exabrup­tos, sobre todo si se pro­du­ce el míni­mo des­or­den en su casa don­de ella afa­no­sa­men­te se preo­cu­pa para man­te­ner­la en orden y libre de sucie­dad. En los momen­tos en que se halla fue­ra de su hogar, no deja de vomi­tar sus arre­ba­tos e insul­tos rea­li­za­dos en dife­ren­tes oca­sio­nes, ya sea cuan­do asis­te a una con­sul­ta médi­ca o den­tal, fren­te a una caje­ra de super­mer­ca­do o bien con la ven­de­do­ra de un sofá.

Para­le­la­men­te al misan­tró­pi­co com­por­ta­mien­to de Pansy, el guión lo con­tras­ta con la vida de Chan­te­lle (Miche­le Aus­tin), su her­ma­na menor, que como due­ña de una pelu­que­ría demues­tra cor­dia­li­dad y ama­bi­li­dad con su clien­te­la al igual que sien­do madre mono­pa­ren­tal de Aleisha (Sophia Brown) y Kay­la (Ani Nel­son), ambas adul­tas y efi­cien­tes pro­fe­sio­na­les, man­tie­ne con ellas una muy bue­na rela­ción. En con­se­cuen­cia mien­tras que en el hogar de Pansy rei­nan sus eno­jos y des­pro­pó­si­tos, en el de Chan­te­lle pre­do­mi­na la ale­gría de vivir, la com­pren­sión y el cari­ño de sus integrantes.

Una secuen­cia cla­ve de esta his­to­ria tie­ne lugar cuan­do ambas her­ma­nas visi­tan en el cemen­te­rio la tum­ba de su madre y es en ese momen­to cuan­do emer­ge el resen­ti­mien­to que por tan lar­go tiem­po Pansy guar­dó en su inte­rior. Si bien eso podría ofre­cer una pis­ta sobre su iras­ci­ble con­duc­ta, en todo caso no resul­ta sen­ci­llo com­pren­der su infortunio.

Como es habi­tual en el octo­ge­na­rio rea­li­za­dor él se preo­cu­pa en tra­ba­jar indi­vi­dual­men­te con los inte­gran­tes de su elen­co a fin de desa­rro­llar satis­fac­to­ria­men­te sus per­so­na­jes. En tal sen­ti­do Jean-Bap­tis­te logra con cre­ces carac­te­ri­zar a Pansy; habien­do exce­len­te­men­te cola­bo­ra­do con Leigh en Secret and Lies (1996), aquí se supera asi­mis­mo en la anto­ló­gi­ca com­po­si­ción de su des­agra­da­ble per­so­na­je, que no obs­tan­te per­mi­te la con­mi­se­ra­ción del espec­ta­dor. A su lado se des­ta­ca Aus­tin quien como her­ma­na de la pro­ta­go­nis­ta irra­dia sim­pa­tía y cali­dez ade­más de ser la úni­ca que sim­pa­ti­za con Pansy. Asi­mis­mo no hay nada que obje­tar en las con­vin­cen­tes actua­cio­nes de los res­tan­tes intér­pre­tes del film.

Tan­to la direc­ción de Leigh como su meticu­loso guión alcan­zan los relie­ves pro­pios de su fil­mo­gra­fía y aun­que Hard Truths no sea su mejor pelí­cu­la, su mira­da sen­si­ble­men­te huma­nis­ta tra­tan­do de aden­trar­se en la psi­co­lo­gía del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co, genui­na­men­te con­ci­ta el inte­rés de la audien­cia. Jor­ge Gutman

Con­mo­ve­dor Dra­ma Social

L’HISTOIRE DE SOU­LEY­MA­NE. Fran­cia, 2024. Un film de Boris Loj­ki­ne. 92 minutos

La dura expe­rien­cia vivi­da por refu­gia­dos afri­ca­nos que lle­gan a Euro­pa en pro­cu­ra de un por­ve­nir más aus­pi­cio­so es lo que se apre­cia en este vibran­te dra­ma humano del rea­li­za­dor Boris Lojkine.

Abou San­ga­re

El pro­ta­go­nis­ta es Sou­ley­ma­ne (Abou San­ga­re), un esfor­za­do y deci­di­do joven de 23 años oriun­do de Gui­nea quien en su con­di­ción de indo­cu­men­ta­do pro­cu­ra obte­ner asi­lo en Fran­cia; con tal pro­pó­si­to aguar­da a que den­tro de pocos días la auto­ri­dad per­ti­nen­te adop­te una deci­sión al res­pec­to. En tan­to, dado que legal­men­te no pue­de tra­ba­jar, se gana el sus­ten­to ope­ran­do ilí­ci­ta­men­te como sub­con­tra­ta­do repar­ti­dor de comi­das para un abu­sa­dor usu­re­ro (Emma­nuel Yovanie).

A lo lar­go de los días en que trans­cu­rre la acción Sou­ley­ma­ne debe supe­rar varios obs­tácu­los. Así, al peli­gro de peda­lear ver­ti­gi­no­sa­men­te con su bici­cle­ta en medio del agi­ta­do trán­si­to de las calles de París, se agre­ga la pre­sión de tener que entre­gar muchos pedi­dos a tiem­po y el estrés de lidiar con clien­tes exi­gen­tes o has­ta con poli­cías, ade­más de esta­fa­do­res que se quie­ren apro­ve­char de él. Pero nada doble­ga la volun­tad del empren­de­dor mucha­cho que ade­más le preo­cu­pa saber acer­ca de su madre y de su novia que resi­den en Guinea.

A todo ello para la pre­pa­ra­ción de la cru­cial reu­nión que deci­di­rá su per­ma­nen­cia en Fran­cia cuen­ta con la cola­bo­ra­ción de Barry (Alpha Oumar Sow), una suer­te de tutor que a cam­bio de dine­ro pres­ta sus ser­vi­cios pro­cu­rán­do­le una his­to­ria que obvia­men­te inven­ta­da él debe memo­ri­zar a fin de con­ven­cer a la per­so­na que lo entre­vis­te. Con­se­cuen­te­men­te, la esce­na de mayor ten­sión es la que tie­ne lugar cuan­do lle­ga­do el día deci­si­vo, el joven enfren­ta a la ofi­cial de turno (Nina Meu­ris­se) fren­te a la incer­ti­dum­bre de lo que le habrá de acontecer.

Valién­do­se de su pro­pio guión com­par­ti­do con Delphi­ne Agut, Loj­ki­ne brin­da un con­mo­ve­dor dra­ma social que en muchos aspec­tos se ase­me­ja al cine rea­lis­ta de los her­ma­nos Dar­den­ne. Cui­dan­do en todo momen­to de no acu­dir a gol­pes bajos, el rea­li­za­dor expo­ne cómo en cier­tas cir­cuns­tan­cias la vul­ne­ra­bi­li­dad de los refu­gia­dos que pro­cu­ran­do asi­lo pue­den ser explo­ta­dos a tra­vés de las falen­cias de un sis­te­ma de migra­ción exen­to de con­mi­se­ra­ción humana.

Ade­más de la talen­to­sa direc­ción de Loj­ki­ne la pelí­cu­la se enri­que­ce por la bri­llan­te carac­te­ri­za­ción de San­ga­re quien ofre­ce un sin­gu­lar mag­ne­tis­mo en el rol pro­ta­gó­ni­co, per­mi­tien­do que el espec­ta­dor empa­ti­ce con la suer­te atra­ve­sa­da por Soulemayne.

Los valo­res de este nota­ble film fue­ron reco­no­ci­dos por el jura­do del fes­ti­val de Can­nes de la sec­ción Una Cier­ta Mira­da de 2024 habién­do­le otor­ga­do el Pre­mio del Jura­do, así como dis­tin­guien­do a San­ga­re con el pre­mio al Mejor Actor. Jor­ge Gutman

Un Héroe Noruego

N°24. Norue­ga, 2024. Un film de John Andreas Anders. 111 mins. Dis­po­ni­ble en Netflix

A pocos meses de haber­se cono­ci­do en el Fes­ti­val de Toron­to Quis­ling ‑The Final Days de Erik Pop­pe basa­do en el minis­tro pre­si­den­te de Norue­ga duran­te la ocu­pa­ción nazi ade­más de ser un infa­me cola­bo­ra­cio­nis­ta del opro­bio régi­men nazi, aho­ra el direc­tor John Andreas Ander­son nos hace cono­cer la per­so­na­li­dad de Gun­nar Søns­teby (1918 – 2012) en N° 24.  A tra­vés de su desa­rro­llo se sigue las vici­si­tu­des atra­ve­sa­das por este líder de la resis­ten­cia norue­ga con­tra los nazis y que dada su remar­ca­ble tra­yec­to­ria ha sido la per­so­na más con­de­co­ra­da del país escandinavo.

Sjur Vat­ne Brean

Basa­do en el guión de Erlend Joe y Espen Lau­ritzen von iben­feldt, el rela­to comien­za en una sala de cla­ses de Norue­ga don­de el anciano Søns­teby (Erik Hiv­ju) ha sido invi­ta­do para rela­tar a los jóve­nes alum­nos su expe­rien­cia duran­te el cruen­to perío­do béli­co. Con­se­cuen­te­men­te la acción se retro­trae a 1937 don­de el joven Søns­teby (Sjur Vat­ne Brean ) jun­to a su ami­go Solheim (Jakob Maa­num Trul­sen) esca­lan­do en las mon­ta­ñas de Rju­kan, comen­tan sobre la situa­ción euro­pea don­de los nazis están que­man­do libros que se apar­tan de su ideo­lo­gía; a la gran preo­cu­pa­ción de Søns­teby, su ami­go le res­ta impor­tan­cia mani­fes­tan­do que el nazis­mo sólo per­si­gue a los comu­nis­tas. Esa diver­gen­cia ideo­ló­gi­ca ten­drá impor­tan­te reper­cu­sión en el futuro.

Cuan­do en abril de 1940 Norue­ga es ocu­pa­da por Ale­ma­nia, Søns­teby, no duda en alis­tar­se como inte­gran­te de la resis­ten­cia arma­da deno­mi­na­da “Oslo Gang”,donde es asig­na­do el códi­go “Núme­ro 24” a los efec­tos de su iden­ti­fi­ca­ción. Al poco tiem­po su valen­tía y arro­jo lo con­vier­ten en líder de su agru­pa­ción; así, a tra­vés de múl­ti­ples iden­ti­da­des con dife­ren­tes pasa­por­tes y dife­ren­tes luga­res de resi­den­cia adop­ta­das él logra con­fun­dir a la Ges­ta­po y en su accio­nar jun­to con sus com­pa­ñe­ros de bata­lla des­tru­yen estra­té­gi­cas ins­ta­la­cio­nes enemigas.

Si bien N° 24 es uno de los nume­ro­sos dra­mas béli­cos de la Segun­da Gue­rra que el cine ha ofre­ci­do, lo que dis­tin­gue al mis­mo es su plan­tea­mien­to moral. Como miem­bro de la resis­ten­cia, el apa­sio­na­do pro­pó­si­to de nues­tro héroe y su gru­po es el de sal­var a Norue­ga de la opre­sión nazi; y para ello no dudan en tener que matar fría­men­te a los inte­gran­tes del ejér­ci­to nazi; sin embar­go, el pro­ble­ma se pre­sen­ta cuan­do los enemi­gos no son sólo los cri­mi­na­les ale­ma­nes sino tam­bién cola­bo­ra­do­res y trai­do­res norue­gos que se han uni­do al ban­do inva­sor. Es así que uno de los momen­tos de con­si­de­ra­ble ten­sión se pro­du­ce cuan­do un estu­dian­te de la cla­se le pre­gun­ta al lon­ge­vo Søns­teby si cono­ció al her­mano de su bisa­bue­lo norue­go que murió ase­si­na­do en la con­tien­da béli­ca, él elu­de la res­pues­ta aun­que eso no evi­ta de haber­le crea­do un con­flic­to de conciencia.

Con un rit­mo flui­do, equi­li­bran­do las esce­nas de acción con otras de natu­ra­le­za intros­pec­ti­va, Ander­son brin­da un fas­ci­nan­te dra­ma de con­no­ta­cio­nes éti­cas, ilus­tran­do el patrio­tis­mo de un ser humano que no dudó en luchar y arries­gar su vida para lograr la liber­tad de su país. Jor­ge Gutman

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