La Tran­se­xua­li­dad de Laurence

LAU­REN­CE ANY­WAYS. Cana­da-Fran­cia, 2012. Un film escri­to y diri­gi­do por Xavier Dolan. Elen­co: Miel­vil Pou­paud, Suzan­ne Clé­ment, Natha­lie Baye

LA TRANSEXUALIDAD DE LAURENCE

Xavier Dolan ofre­ce en su ter­cer film una his­to­ria román­ti­ca con muchos ele­men­tos para admi­rar aun­que con algu­nos bemo­les que en par­te lle­gan a afec­tar­lo. En todo caso, el balan­ce es posi­ti­vo con­fir­man­do a Dolan, de tan sólo 23 años de edad, como un talen­to­so rea­li­za­dor de sor­pren­den­te madu­rez que demues­tra una inna­ta capa­ci­dad en la pues­ta escé­ni­ca así como logra que sus acto­res ofrez­can una muy acer­ta­da carac­te­ri­za­ción de los per­so­na­jes que les toca animar.

El rela­to gira en torno de Lau­ren­ce (Mel­vil Pou­paud) un pro­fe­sor de lite­ra­tu­ra de 35 años que man­tie­ne una muy bue­na rela­ción sen­ti­men­tal y sexual con su com­pa­ñe­ra Fred (Suzan­ne Cle­ment). Sin embar­go todo cam­bia a par­tir del momen­to en que Lau­ren­ce le mani­fies­ta que en reali­dad él es una mujer en un cuer­po de hom­bre y que vivió toda su vida enga­ñán­do­se a sí mis­mo; de allí que su tabla de sal­va­ción sea adop­tar el sexo opues­to. Aun­que decir­lo es sen­ci­llo, imple­men­tar su plan resul­ta más difi­cul­to­so de lo que Lau­ren­ce ima­gi­nó debi­do a las reper­cu­sio­nes pro­du­ci­das en su vida per­so­nal y pro­fe­sio­nal. Lo que sobre­vie­ne es el modo en que la nue­va situa­ción crea­da habrá de cam­biar para esta atí­pi­ca pare­ja con el paso de los años.

Tan­to Pou­paud como Cle­ment ofre­cen actua­cio­nes bri­llan­tes en la sin­gu­lar y tem­pes­tuo­sa pare­ja que con­for­man, lucién­do­se tam­bién la vete­ra­na actriz fran­ce­sa Natha­lie Baye como la madre de Lau­ren­ce; el res­to del elen­co (Monia Cho­kri, Susie Alm­gren, Yves Jac­ques) se desem­pe­ña en for­ma impecable.

Los alti­ba­jos del film se deben a las repe­ti­cio­nes inne­ce­sa­rias incu­rri­das por el rela­to, con­tri­bu­yen­do a que el metra­je se extien­da a poco menos de 3 exhaus­ti­vas horas y que bien pudo haber sido redu­ci­do en una ter­ce­ra par­te sin alte­rar el espí­ri­tu de lo que Dolan quie­re mos­trar. Con todo, al final de la pro­yec­ción uno que­da gra­ta­men­te impre­sio­na­do por el esti­lo visual que el joven rea­li­za­dor emplea así como su meticu­losa aten­ción en deta­lles de ambien­ta­ción de épo­ca ‑la déca­da del 90 en que trans­cu­rre la historia‑, el pro­fu­so ves­tua­rio y la ban­da sono­ra com­bi­nan­do ade­cua­da­men­te el reper­to­rio clá­si­co con músi­ca pop.

Con­clu­sión: Una obra ambi­cio­sa que aun cuan­do dis­ta de ser per­fec­ta pro­du­ce un gra­to pla­cer sen­so­rial abor­dan­do un deli­ca­do tema con sen­si­bi­li­dad y ter­nu­ra. Jor­ge Gutman