VENUS IN FUR/LA VÉNUS A LA FOURRURE. Francia-Polonia, 2013. Un film de Roman Polanski
Tal como lo hiciera con Death and the Maiden (1994) y en Carnage (2011) el veterano realizador Roman Polanski vuelve a ofrecer un film basado en una obra teatral que además de haber logrado una magnífica transposición de la misma cuenta con la excepcional interpretación de Emmanuelle Seigner.
La pieza es Venus in Fur (La Venus de las Pieles) del dramaturgo estadounidense David Ives que además de haberse estrenado en Broadway en 2010, donde obtuvo el premio Tony a la mejor obra del año, fue representada internacionalmente con gran éxito. A pesar de que cuenta solamente con dos personajes, Polanski logró un film lo suficientemente ágil, que guarda la misma fuerza y envergadura de la obra original.
David Ives se encargó de adaptar su obra para el cine y solamente cambia el escenario donde se desarrolla, remplazando la ciudad de Nueva York por París. En una vieja sala teatral vacía Thomas (Mathieu Amalric), un director teatral y escritor, ha pasado una larga jornada efectuando pruebas a actrices candidatas para interpretar el rol femenino de la pieza Venus in Furs escrita en 1870 por el autor austrohúngaro Leopold von Sacher-Masoch y cuyo apellido originó la palabra “masoquismo”.
Frustrado por no haber encontrado a una actriz con la capacidad suficiente para encarnar el papel, está a punto de abandonar el teatro cuando repentinamente irrumpe Vanda (Seigner), quien se disculpa ante Thomas por haber llegado con retardo a la prueba. Completamente empapada por la lluvia, Thomas no puede ocultar la impresión negativa que le causa esa mujer por la forma estrafalaria de su indumentaria, su inapropiado maquillaje, la desgarbada postura que adopta y el vocabulario coloquial ordinario que emplea al hablar; de allí que él se niega a invertir su tiempo para juzgar sus condiciones artísticas, pero la insistencia de Vanda logra que Thomas acceda a que ella interprete un pequeño extracto de la obra.
Al irse apoderando de su rol que lo conoce de memoria, Vanda experimenta una total transformación; así, su vulgar personalidad cede lugar a la de una mujer sofisticada, refinada, seductora y completamente cerebral que va conquistando lentamente al personaje masculino de Severin de la obra de Sacher-Masoch. De allí en más se produce un juego de espejos en donde la ficción de la pieza que se está ensayando se confunde con la realidad de lo que sucede en el ánimo de Vanda y de un Thomas completamente subyugado ante lo que contempla; del mismo modo en que Severin lentamente se doblega a Vanda –que también así se llama el personaje femenino- ocurre algo semejante por parte de Thomas con respecto a la postulante a quien está examinando.
El resultado de lo que se ve en este cine-teatro dentro del teatro es realmente fascinante. Lo que comienza como una comedia altamente divertida, sobre todo por el comportamiento de la excéntrica postulante, va adquiriendo un carácter más serio y oscuro a medida que Vanda con su embrujo seductor va atrapando a su interlocutor masculino del mismo modo que una araña se apodera de su presa con la red que va tejiendo a su alrededor.
El realizador ha logrado excepcionales interpretaciones de sus dos intérpretes. En un rol que le calza como anillo al dedo Seigner anima con extraordinaria ductilidad a dos personalidades completamente opuestas donde cada una de las mismas alcanza un nivel de asombrosa naturalidad; de algún modo es un regalo que la actriz recibió de Polanski, su esposo en la vida real, al haberle ofrecido ese doble rol que constituye el pináculo de su carrera. No menos admirable es la caracterización de Amalric que, aunque sus dos personajes — el real y el ficticio- llegan a asemejarse, logra una simbiosis tan perfecta al punto tal que resulta difícil diferenciar a Severin de Thomas.
La fluida dirección escénica de Polanski dentro de un único escenario ha permitido lograr el máximo potencial cinematográfico de la obra de Yves que logra concentrar totalmente la atención del espectador con este entretenimiento intelectual de notable calidad. Para concluir es altamente destacable la música concebida por Alexandre Desplat que acompaña funcionalmente los momentos de tensión y/o silencio del relato.
Conclusión: Un film brillante y profundo, divertido e inquietante sobre el poder de la seducción, que prueba una vez más la gran capacidad de Polanski para transferir obras de teatro al cine con óptimos logros. Jorge Gutman