El Gran Showman

THE GREA­TEST SHOW­MAN. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film de Michael Gracey

Por más dul­zón y sen­ti­men­tal que pue­da resul­tar para los detrac­to­res de este film, lo cier­to es que The Grea­test Show­man es un espec­tácu­lo gra­ti­fi­can­te que pare­ce­ría haber sido fil­ma­do de un musi­cal de Broad­way. El rela­to está ins­pi­ra­do en la figu­ra de P.T. Bar­num, (1810 – 1891) quien fue un impor­tan­te pro­mo­tor de espec­tácu­los ade­más de haber sido el fun­da­dor del famo­so Bar­num & Bai­ley Cir­cus. Como come­dia musi­cal, sus can­cio­nes y bai­les se aco­plan a la his­to­ria rela­ta­da que sin ser exac­ta­men­te un rela­to auto­bio­grá­fi­co tra­za la tra­yec­to­ria des­de sus pri­me­ros años de juven­tud has­ta lle­gar a ser una renom­bra­da figu­ra como inven­tor del show business.

Hugh Jack­man

Des­pués de que P.T.(Hugh Jack­man) de humil­de ori­gen ha logra­do ven­cer los obs­tácu­los inter­pues­tos para casar­se con la dul­ce Cha­rity (Miche­le Williams), su novia de juven­tud pro­ve­nien­te de una fami­lia aco­mo­da­da, vemos al matri­mo­nio bien cons­ti­tui­do resi­dien­do en Nue­va York con sus dos hiji­tas. Cuan­do Bar­num pier­de su tra­ba­jo de emplea­do admi­nis­tra­ti­vo en una com­pa­ñía navie­ra que quie­bra, tra­ta­rá de esca­par de una vida banal. Así, que­rien­do ofre­cer a su fami­lia mejo­res con­di­cio­nes de vida, ape­la a su ima­gi­na­ción a fin de que su deseo de con­ver­tir­se en un impor­tan­te empre­sa­rio de espec­tácu­los pue­da cris­ta­li­zar­se. Apo­ya­do moral­men­te por su que­ri­da espo­sa crea en el Ame­ri­can Museum un show entre­mez­clan­do núme­ros tra­di­cio­nal­men­te cir­cen­ses con la pre­sen­ta­ción de una serie de per­so­na­jes mar­gi­na­li­za­dos de la socie­dad por sus carac­te­rís­ti­cas físi­cas inusua­les; entre los mis­mos figu­ran una mujer bar­bu­da (Kea­la Settle), un enano (Sam Humph­rey), un hom­bre com­ple­ta­men­te tatua­do (Shan­non Hol­tzapf­fe) y dos geme­los tra­pe­cis­tas (Yah­ya Abdul-Mateen II, Zen­da­ya). Si bien el espec­tácu­lo no logra entu­sias­mar sufi­cien­te­men­te al públi­co, la afor­tu­na­da aso­cia­ción con Phi­llip Carly­le (Zac Efron), un pro­duc­tor tea­tral vin­cu­la­do con el círcu­lo de la alta socie­dad, habrá de cam­biar su for­tu­na. De allí en más todo pare­ce­ría son­reír para el ambi­cio­so Bar­num sobre todo cuan­do con­tra­ta a Jenny Lind (Rebec­ca Fer­gu­son), la famo­sa can­tan­te sue­ca de ópe­ra que cau­sa un posi­ti­vo impac­to en el público.

Aun­que lo que ante­ce­de no se ajus­te estric­ta­men­te a la reali­dad, don­de por ejem­plo el per­so­na­je de Carly­le es fic­ti­cio, lo que aquí pre­va­le­ce es el gla­mour de la músi­ca, las dan­zas, el coro, la exce­len­te coreo­gra­fía y sobre todo la dece­na de bellas can­cio­nes inclu­yen­do entre otras The Grea­test Show, This is me, A Million Dreams y Never Enough. La pelí­cu­la se bene­fi­cia asi­mis­mo por su cali­fi­ca­do elen­co don­de en el rol pro­ta­gó­ni­co se des­ta­ca la diná­mi­ca actua­ción de Jack­man quien ade­más de muy buen come­dian­te con­fir­ma sus cre­den­cia­les de exce­len­te bai­la­rín y afian­za­do can­tan­te en los varios núme­ros don­de le cabe inter­ve­nir; asi­mis­mo, tam­bién se dis­tin­gue Efron como el socio de Barnum.

Más allá del esplen­dor y la belle­za de este show agra­cia­do por una estu­pen­da coreo­gra­fía y acer­ta­do ves­tua­rio, el rela­to deja aso­mar una crí­ti­ca a la into­le­ran­cia y los pre­jui­cios hacia quie­nes no son pre­su­mi­ble­men­te como debie­ran ser. En todo caso, el con­te­ni­do argu­men­tal ocu­pa aquí un lugar secun­da­rio por­que lo más impor­tan­te es el sen­ti­do del espec­tácu­lo; en ese aspec­to, el novel direc­tor Michael Gra­cey ha logra­do una muy entre­te­ni­da pro­duc­ción musi­cal. Jor­ge Gutman