El Gigan­tes­co Tibu­rón Blanco

GREAT WHI­TE SHARK 3D. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Luke Cress­well y Ste­ve McNicholas

Pre­sen­ta­do en la gran pan­ta­lla IMAX, a tra­vés de sor­pren­den­tes imá­ge­nes y tes­ti­mo­nios impor­tan­tes de los rea­li­za­do­res bri­tá­ni­cos Luke Cress­well y Ste­ve McNi­cho­las este film docu­men­tal de esca­sos 40 minu­tos es lo sufi­cien­te­men­te didác­ti­co y edu­ca­cio­nal en su pro­pó­si­to de reve­lar el papel impor­tan­te que ejer­ce el gigan­tes­co tibu­rón blan­co como un majes­tuo­so pre­da­dor de los océa­nos pero al mis­mo tiem­po jugan­do un rol fun­da­men­tal en el man­te­ni­mien­to eco­ló­gi­co marino.

Aun­que la pre­sen­cia físi­ca de este míti­co mons­truo marino cau­sa un sobre­co­ge­dor espan­to, al mis­mo tiem­po es obje­to de extra­ña fas­ci­na­ción por par­te de quie­nes lo con­tem­plan y el film tra­ta de ate­nuar en cier­ta medi­da la ima­gen de la máqui­na ate­rra­do­ra­men­te ase­si­na –los ata­ques de tibu­ro­nes con­tra seres huma­nos pare­ce­ría que no son fre­cuen­tes como la leyen­da urba­na los exhi­be- para pre­sen­tar­lo como un ani­mal due­ño de cier­ta pasibilidad. 

El roda­je tuvo lugar en las aguas tem­pla­das de Sudá­fri­ca, Nue­va Zelan­da, Méxi­co y Cali­for­nia y la narra­ción estu­vo a car­go de Bill Nighy, gene­ran­do con­si­de­ra­ble inte­rés al ir reve­lan­do la fuer­za y belle­za de estos ani­ma­les en vías de extin­ción. El gran méri­to del docu­men­tal es haber logra­do un acer­ca­mien­to hacia los mis­mos, como pocas veces vis­to en cine, por par­te del equi­po de fil­ma­ción. En tal sen­ti­do el espec­ta­dor sale al encuen­tro de Michael Rutzen, quien es una de las pocas per­so­nas que prac­ti­ca el free­di­ving ‑acti­vi­dad acuá­ti­ca con­sis­ten­te en bucear a pul­món- jun­to a gran­des tibu­ro­nes blan­cos en el canal Shark Alley ubi­ca­do en Sudá­fri­ca, así como del Dr. Chris­topher Lowe quien es otro exper­to en la mate­ria que se des­en­vuel­ve en las aguas del sur de Cali­for­nia; pero indu­da­ble­men­te las más sor­pren­den­tes imá­ge­nes de este film emer­gen del cana­dien­se William Win­ram y el bel­ga Fre­de­ric Buy­le quie­nes son dos excep­cio­na­les free­di­vers, due­ños de un excep­cio­nal espí­ri­tu depor­ti­vo y demos­tran­do una auda­cia inusi­ta­da al man­te­ner la res­pi­ra­ción mien­tras bucean libre­men­te a esca­sa dis­tan­cia de estos ani­ma­les fenomenales.

De algún modo, ade­más del pro­pó­si­to eco­ló­gi­co de este docu­men­tal , el mis­mo tam­bién advier­te sobre los peli­gros de extin­ción de esta bes­tia mari­na debi­do a la tarea depre­da­do­ra del hombre.

Con­clu­sión: El film pro­mue­ve inte­rés por su cui­da­da rea­li­za­ción, por las infor­ma­cio­nes que pro­vee, ilus­tran­do con máxi­mo rea­lis­mo carac­te­rís­ti­cas no muy cono­ci­das de esta espe­cie. Jor­ge Gutman