MAN OF STEEL. Estados Unidos, 2013. Un film de Zack Snyder
No es fácil evaluar un film tan desigual como lo es Man of Steel. Tratando de revivir nuevamente a Superman aquí se han combinado dos elementos que no siempre logran fundirse adecuadamente; por un lado el director Zack Snyder amante de lo grandilocuente en su forma de relatar historias y por otra parte está la presencia semioculta de Christopher Nolan quien como productor que supervisó el film y co-guionista (junto a David S. Goyer) es proclive a profundizar en sus historias así como brillantemente lo hizo con su trilogía de Batman, otro superhéroe. El resultado de esta asociación ha dado como resultado un film que aunque tiene momentos bien resueltos no alcanza a conformar.
La primera hora del film es sin duda la mejor. El prólogo de aproximadamente 20 minutos es una muestra de buen cine. Se asiste al nacimiento de Kal-El –el futuro hombre de acero- en el planeta Krypton que está en vías de desaparición por problemas ecológicos. Su padre, el científico Jor-El (Russell Crowe) y su madre Lara (Ayelet Zurer) deciden enviarlo al planeta Tierra en una cápsula espacial debido a ese peligro así como también para protegerlo del siniestro general golpista Zod (Michael Shannon) que finalmente termina matando a Jor-El. La descripción de Krypton poblado de reyes, robots digitales y otras extrañas criaturas es bien efectuada por Snyder a través de imágenes que se asemejarían a un buen cortometraje de ciencia-ficción y/o fantasía.
Después del auspicioso inicio, vemos al adulto Kal-El (Henry Cavill) con su nuevo nombre de Clark Kent a la edad de 33 años en Kansas trabajando en un barco de pesca y a través de flashbacks la acción se desplaza al pasado donde se lo ve como el hijo viviendo con sus padres adoptivos Jonathan y Martha Kent, (Kevin Kostner, Diane Lane), y siendo marginado por sus compañeros de estudio; ignorando de donde vino, trata de ocultar su extraordinaria fuerza que se manifiesta cuando rescata el ómnibus escolar con chicos de su escuela cayendo a un río, o cuando adulto procede al salvamento de un buque pesquero. Las relaciones que se establecen entre Clark y su padre adoptivo, así como los encuentros que mantiene con las apariciones de su padre biológico muerto –reminiscencias de Hamlet- son algunos de los momentos íntimos bien logrados y que ofrecen las escasas notas emotivas de la historia.
Ahora bien, todo lo que continúa en su casi hora y media faltante decae en interés. La historia reincorpora al villano de Zod y sus compinches extraterrestres que llegan a nuestro planeta para que Clark les entregue un muy deseado código genético que éste lleva consigo y que permitiría reconstruir el planeta Krypton en la superficie terrestre en una trama que se vuelve entreverada y confusa sin que la mismao mantenga una lógica consistente.
Si por un lado el relato no lineal es atribuido a Nolan, las escenas de explosiones, choques, disparos de armas de fuego, la demolición de edificios, monumentos y otras catástrofes de distinta índole están directamente atribuidas a la visión de Snyder. Tratando de ofrecer a su relato un sentido épico, el realizador quien es un experto en el manejo de efectos especiales explota al máximo la acción en los encuentros que se producen entre enemigos extraterrestres, proporcionando un film que quiere demostrar su grandiosidad pero que por esas mismas razones termina abrumando sobre todo en las últimas batallas excesivamente largas y sin mucho sentido que malogran la fuerza inicial del relato.
Éste es un film donde las actuaciones están al servicio del relato. En tal sentido Henry Cavill es un perfecto adonis musculoso que confiere presencia al hombre de acero aunque sin ninguna otra particularidad especial; Amy Adams, como la periodista que descubre la verdadera identidad de Clark, se desempeña bien en un papel no del todo desarrollado. El resto del elenco se desempeña con corrección, según la naturaleza de sus roles donde casi todos ellos resultan unidimensionales.