El Hom­bre de Acero

MAN OF STEEL. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de Zack Snyder

Henry Cavill

Henry Cavill

No es fácil eva­luar un film tan des­igual como lo es Man of Steel. Tra­tan­do de revi­vir nue­va­men­te a Super­man aquí se han com­bi­na­do dos ele­men­tos que no siem­pre logran fun­dir­se ade­cua­da­men­te; por un lado el direc­tor Zack Sny­der aman­te de lo gran­di­lo­cuen­te en su for­ma de rela­tar his­to­rias y por otra par­te está la pre­sen­cia semiocul­ta de Chris­topher Nolan quien como pro­duc­tor que super­vi­só el film y co-guio­nis­ta (jun­to a David S. Goyer) es pro­cli­ve a pro­fun­di­zar en sus his­to­rias así como bri­llan­te­men­te lo hizo con su tri­lo­gía de Bat­man, otro super­hé­roe. El resul­ta­do de esta aso­cia­ción ha dado como resul­ta­do un film que aun­que tie­ne momen­tos bien resuel­tos no alcan­za a conformar. 

La pri­me­ra hora del film es sin duda la mejor. El pró­lo­go de apro­xi­ma­da­men­te 20 minu­tos es una mues­tra de buen cine. Se asis­te al naci­mien­to de Kal-El –el futu­ro hom­bre de ace­ro- en el pla­ne­ta Kry­pton que está en vías de des­apa­ri­ción por pro­ble­mas eco­ló­gi­cos. Su padre, el cien­tí­fi­co Jor-El (Rus­sell Cro­we) y su madre Lara (Aye­let Zurer) deci­den enviar­lo al pla­ne­ta Tie­rra en una cáp­su­la espa­cial debi­do a ese peli­gro así como tam­bién para pro­te­ger­lo del sinies­tro gene­ral gol­pis­ta Zod (Michael Shan­non) que final­men­te ter­mi­na matan­do a Jor-El. La des­crip­ción de Kry­pton pobla­do de reyes, robots digi­ta­les y otras extra­ñas cria­tu­ras es bien efec­tua­da por Sny­der a tra­vés de imá­ge­nes que se ase­me­ja­rían a un buen cor­to­me­tra­je de cien­cia-fic­ción y/o fantasía. 

Des­pués del aus­pi­cio­so ini­cio, vemos al adul­to Kal-El (Henry Cavill) con su nue­vo nom­bre de Clark Kent a la edad de 33 años en Kan­sas tra­ba­jan­do en un bar­co de pes­ca y a tra­vés de flash­backs la acción se des­pla­za al pasa­do don­de se lo ve como el hijo vivien­do con sus padres adop­ti­vos Jonathan y Martha Kent, (Kevin Kost­ner, Dia­ne Lane), y sien­do mar­gi­na­do por sus com­pa­ñe­ros de estu­dio; igno­ran­do de don­de vino, tra­ta de ocul­tar su extra­or­di­na­ria fuer­za que se mani­fies­ta cuan­do res­ca­ta el ómni­bus esco­lar con chi­cos de su escue­la cayen­do a un río, o cuan­do adul­to pro­ce­de al sal­va­men­to de un buque pes­que­ro. Las rela­cio­nes que se esta­ble­cen entre Clark y su padre adop­ti­vo, así como los encuen­tros que man­tie­ne con las apa­ri­cio­nes de su padre bio­ló­gi­co muer­to –remi­nis­cen­cias de Ham­let- son algu­nos de los momen­tos ínti­mos bien logra­dos y que ofre­cen las esca­sas notas emo­ti­vas de la historia.

Aho­ra bien, todo lo que con­ti­núa en su casi hora y media fal­tan­te decae en inte­rés. La his­to­ria rein­cor­po­ra al villano de Zod y sus com­pin­ches extra­te­rres­tres que lle­gan a nues­tro pla­ne­ta para que Clark les entre­gue un muy desea­do códi­go gené­ti­co que éste lle­va con­si­go y que per­mi­ti­ría recons­truir el pla­ne­ta Kry­pton en la super­fi­cie terres­tre en una tra­ma que se vuel­ve entre­ve­ra­da y con­fu­sa sin que la mis­mao man­ten­ga una lógi­ca consistente. 

Si por un lado el rela­to no lineal es atri­bui­do a Nolan, las esce­nas de explo­sio­nes, cho­ques, dis­pa­ros de armas de fue­go, la demo­li­ción de edi­fi­cios, monu­men­tos y otras catás­tro­fes de dis­tin­ta índo­le están direc­ta­men­te atri­bui­das a la visión de Sny­der. Tra­tan­do de ofre­cer a su rela­to un sen­ti­do épi­co, el rea­li­za­dor quien es un exper­to en el mane­jo de efec­tos espe­cia­les explo­ta al máxi­mo la acción en los encuen­tros que se pro­du­cen entre enemi­gos extra­te­rres­tres, pro­por­cio­nan­do un film que quie­re demos­trar su gran­dio­si­dad pero que por esas mis­mas razo­nes ter­mi­na abru­man­do sobre todo en las últi­mas bata­llas exce­si­va­men­te lar­gas y sin mucho sen­ti­do que malo­gran la fuer­za ini­cial del relato. 

Éste es un film don­de las actua­cio­nes están al ser­vi­cio del rela­to. En tal sen­ti­do Henry Cavill es un per­fec­to ado­nis muscu­loso que con­fie­re pre­sen­cia al hom­bre de ace­ro aun­que sin nin­gu­na otra par­ti­cu­la­ri­dad espe­cial; Amy Adams, como la perio­dis­ta que des­cu­bre la ver­da­de­ra iden­ti­dad de Clark, se desem­pe­ña bien en un papel no del todo desa­rro­lla­do. El res­to del elen­co se desem­pe­ña con correc­ción, según la natu­ra­le­za de sus roles don­de casi todos ellos resul­tan unidimensionales.

Con­clu­sión: Un film espec­ta­cu­lar pero caren­te de magia y humor. Jor­ge Gutman