Una Infan­cia Difícil

INFAN­CIA CLAN­DES­TI­NA. Argen­ti­na, 2012. Un film de Ben­ja­mín Ávila 

Hon­da emo­ción es la que trans­mi­te el rea­li­za­dor argen­tino Ben­ja­mín Avi­la en Infan­cia Clan­des­ti­na, abor­dan­do un tema par­cial­men­te auto­bio­grá­fi­co. El film dedi­ca­do a sus padres es un recuen­to de lo que que­dó gra­ba­do en la memo­ria de Ávi­la en sus años de infan­cia a tra­vés de una his­to­ria de fic­ción que él escri­bió jun­to con Mar­ce­lo Müller. 

Si bien la acción se desa­rro­lla en Argen­ti­na duran­te los años de la últi­ma dic­ta­du­ra mili­tar que ensan­gren­tó al país, el rea­li­za­dor no se ha pro­pues­to enfo­car el rela­to des­de la estric­ta aris­ta polí­ti­ca sino más bien refle­jar las sen­sa­cio­nes de un niño que, aun­que toda­vía no ha alcan­za­do la madu­rez que comien­za a sur­gir en el adul­to a par­tir de sus años ado­les­cen­tes, no pue­de evi­tar la vul­ne­ra­bi­li­dad e inse­gu­ri­dad que lo envuel­ve al tener que vivir bajo los difí­ci­les patro­nes impues­tos por el medio ambien­te que le rodea. 

En 1979, el gru­po Mon­to­ne­ros que lucha­ba con­tra el tétri­co régi­men que gober­na­ba al país deci­dió lan­zar una acción con­tra­ofen­si­va des­ti­na­da a jaquear a los deten­to­res del poder. De este modo, muchos de sus inte­gran­tes que se encon­tra­ban polí­ti­ca­men­te exila­dos resol­vie­ron regre­sar al país y par­ti­ci­par en esa acción como es el caso de los pro­ta­go­nis­tas de este film. 

Teo Gutiérrez Moreno

Teo Gutié­rrez Moreno

La narra­ción es efec­tua­da des­de la ópti­ca de Juan (Teo Gutié­rrez Moreno), un chi­co de 11 años de edad quien retor­na al país pro­ce­den­te de Cuba con sus padres (César Tron­co­so y Nata­lia Orei­ro); ellos, así como su tío Beto (Ernes­to Alte­rio) per­te­ne­cen a la men­cio­na­da orga­ni­za­ción y se dis­po­nen a par­ti­ci­par de la acción arma­da con­tra la jun­ta mili­tar gobernante. 

Para no des­per­tar sos­pe­chas de las acti­vi­da­des de los adul­tos, Juan asu­me su nue­vo nom­bre de Ernes­to vivien­do de este modo dos reali­da­des dife­ren­tes. Con una fecha de naci­mien­to que es tam­bién modi­fi­ca­da, en la escue­la a la que con­cu­rre logra que sus maes­tros y com­pa­ñe­ros estén con­ven­ci­dos de que sus padres son gen­te corrien­te dedi­ca­da a la dis­tri­bu­ción de alfa­jo­res y otras golosinas. 

Den­tro de ese esque­ma de doble vida y la ten­sión del peli­gro laten­te que Juan/Ernesto lle­ga a tes­ti­mo­niar, el film se des­en­vuel­ve con esce­nas de gran sen­si­bi­li­dad como la afec­tuo­sa rela­ción que el niño man­tie­ne con su caris­má­ti­co tío, la lle­ga­da de la angus­tian­te abue­la (Cris­ti­na Bane­gas) pró­di­ga de amor y ter­nu­ra, la cele­bra­ción de una fies­ta de cum­plea­ños así como los lati­dos que expe­ri­men­ta su cora­zón de pre­ado­les­cen­te fren­te a una com­pa­ñe­ri­ta de aula (Vio­le­ta Palukas). 

Sin gol­pes bajos y con mucha suti­le­za el rela­to va ilus­tran­do de qué modo la nue­va iden­ti­dad del niño y la fal­sa his­to­ria a la que tie­ne que pres­tar­se den­tro de la reali­dad que le toca vivir le reper­cu­te emo­cio­nal­men­te. Si obvia­men­te, esta his­to­ria no pue­de evi­tar algu­nos momen­tos cru­dos, el rea­li­za­dor ha tra­ta­do de mini­mi­zar­los acu­dien­do en cier­tas situa­cio­nes al recur­so de esce­nas de ani­ma­ción bien logra­das para expo­ner la vio­len­cia de la cual Juan es testigo. 

Con­clu­sión: Con una sin­ce­ra y genui­na inter­pre­ta­ción del niño Gutié­rrez Moreno y las inob­je­ta­bles actua­cio­nes de Alte­rio, Orei­ro, Tron­co­so y Bane­gas, Ávi­la entre­ga un hones­to film que como su títu­lo lo indi­ca es el refle­jo de una infan­cia dura y som­bría que a él per­so­nal­men­te le ha toca­do vivir duran­te los años de plo­mo que sufrió Argen­ti­na.  Jor­ge Gutman