OMAR. Palestina, 2013. Un film de Hany Abu-Assad
El realizador Hany Abu-Assad nacido en Israel aunque de origen palestino es conocido porque su tercer film Paradise Now en 2005 recibió el Golden Globe a la mejor película extranjera a la vez que fue nominado al Oscar en similar categoría. Ahora, con Omar, nuevamente nominada al Oscar dentro de esa condición, es considerado como uno de los más importantes realizadores provenientes de la tumultuosa región del Medio Oriente. Así como lo ha hecho en sus títulos precedentes, el conflicto árabe-israelí es el telón de fondo utilizado para relatar una historia que aunque no ofrezca algo diferente a lo ya conocido, está bien construida como para que el interés se mantenga a lo largo de poco más de hora y media.
Tras ilustrar los difíciles movimientos que se deben realizar para transitar de un lado hacia el otro de la Cisjordania debido a la existencia de un muro construido por Israel por razones de seguridad, el relato se centra en Omar (Adam Bakri), un joven panadero que después de sus horas de trabajo diariamente utiliza su habilidad de trepador para esquivar la muralla de 10 metros y poder reunirse con sus amigos de infancia Amjad (Samer Bisharat) y Tarek (Eyad Hourani) como así también con su hermana menor Nadja (Leem Lubany) de quien está profundamente enamorado.
En un rápido bosquejo de la vida cotidiana que se desenvuelve en los territorios ocupados, el realizador no tiene empacho en describir a los soldados israelíes como sádicos torturadores, a juzgar por lo que tres uniformados realizan con Omar cuando lo detienen en la ruta de un camino y lo humillan sin razón alguna en forma inhumana.
El factor que impulsa el desarrollo de la acción es un ataque de los jóvenes a un puesto de control israelí que culmina con la muerte de uno de sus soldados y en donde Omar es el único que es arrestado por la policía; después de haber sido físicamente torturado a fin de que revele la identidad de sus camaradas, un agente israelí (Waleed F. Zuaiter) lo libera condicionalmente para actuar como informante a fin de localizar y castigar a los autores del hecho. Es allí que Omar se encuentra en la disyuntiva de tener que traicionar a sus amigos con la consecuencia de perder para siempre a la chica que tanto quiere, o volver a la cárcel para pasar allí el resto de sus días.
El dilema que atraviesa un informante ya ha sido considerado varias veces por el cine pero dado el urticante trasfondo político existente, en este caso la historia va alcanzando características más intensas que lo habitual; eso se debe en gran parte a la muy buena caracterización que el director logra de sus actores no profesionales, con especial mención para Bakri quien transmite acertadamente la angustia interior de su personaje frente al conflicto de lealtades al que se ve expuesto. Todo ello conduce a que el relato adquiera un genuino suspenso donde no resulta predecible saber de qué modo Omar resolverá el difícil problema que le agobia.
Conclusión: El film atrae como thriller psicológico; con todo, resulta imposible no asociarlo ideológicamente. Así, el realizador palestino utiliza esta historia para que a través de un relato ágil pueda expresar los sentimientos de su pueblo frente a la ocupación israelí; no obstante, habría resultado oportuno mantener el equilibrio necesario para no exponer con tanta crudeza la conducta de las fuerzas de seguridad israelí que aparecen aquí como perpetradores desprovistos de humanidad y sentimiento. Jorge Gutman