Un Bello Film de Animación

THE WIND RISES. Japón, 2013. Un film diri­gi­do y escri­to por Hayao Miyazaki.

Si hay algo que lamen­tar des­pués de haber vis­to The Wind Rises es que el gran direc­tor japo­nés Hayao Miya­za­ki anun­ció que es su últi­mo tra­ba­jo cine­ma­to­grá­fi­co por­que ha lle­ga­do el momen­to de su reti­ro. En todo caso, si su deci­sión no lle­ga a ser revo­ca­da este bello film cons­ti­tui­rá un pre­cio­so lega­do para quie­nes admi­ran la exce­len­te fil­mo­gra­fía de este indis­cu­ti­ble maes­tro del cine de ani­ma­ción de Japón.

THE WIND RISES

Esta obra de arte, que mere­ci­da­men­te fue acla­ma­da en el Fes­ti­val de Vene­cia del año pasa­do, narra una con­mo­ve­do­ra his­to­ria basa­da en la vida de un per­so­na­je real y que, a no dudar­lo, una audien­cia adul­ta sabrá apreciarla.

Ape­lan­do a un fas­ci­nan­te arte visual que se podría ase­me­jar al expre­sio­nis­mo ger­mano de prin­ci­pios del siglo pasa­do, el film se pro­po­ne con­tar las haza­ñas de Jiro Hori­koshi (1903 – 1982); se tra­ta de un inge­nie­ro aero­náu­ti­co que dise­ñó el avión de com­ba­te “Zero” y que duran­te la épo­ca de la Segun­da Gue­rra Mun­dial fue con­si­de­ra­do como uno de los más efi­cien­tes den­tro de su cate­go­ría; igual­men­te le cupo dise­ñar varios otros avio­nes mili­ta­res. Si bien el nom­bre de Hori­koshi pue­da que resul­te des­co­no­ci­do para el públi­co occi­den­tal, este film revi­ve sus haza­ñas a tra­vés de un rela­to artís­ti­co, ameno e instructivo.

La narra­ción comien­za en la segun­da déca­da del siglo 20 cuan­do el niño Jiro (voz de Zach Calli­son) aspi­ra a volar y dise­ñar avio­nes tal como lo hicie­ra Gian­ni Capro­ni (voz de Stan­ley Tuc­ci), el renom­bra­do inge­nio ita­liano y dise­ña­dor de asom­bro­sos avio­nes, a quien lo fre­cuen­ta en sus sue­ños. Dada la mio­pía que lo afec­tó des­de su infan­cia y que por ello lo inca­pa­ci­ta­ría para volar, el adul­to Jiro (voz de Joseph Gor­don-Levitt) per­sis­te en sus ilu­sio­nes has­ta que las mis­mas lle­gan a con­cre­tar­se debi­do a su per­se­ve­ran­cia y bri­llan­te inte­li­gen­cia. Logran­do matri­cu­lar­se en la Uni­ver­si­dad de Tokio, se dis­tin­gue en sus estu­dios y al poco tiem­po ini­cia una excep­cio­nal carre­ra pro­fe­sio­nal cuan­do es con­tra­ta­do por la empre­sa de avia­ción Mitsu­bishi en la divi­sión aero­náu­ti­ca y lle­ga a ser reco­no­ci­do como un nota­ble dise­ña­dor aeronáutico.

Miya­za­ki no deja de lado los tris­tes epi­so­dios de la gue­rra, sobre todo tenien­do en cuen­ta que el resul­ta­do del tra­ba­jo de Hori­koshi se uti­li­zó para ata­car la base nor­te­ame­ri­ca­na de Pearl Har­bour en diciem­bre de 1941; como gran huma­nis­ta, el rela­to deja entre­ver cómo este hom­bre lle­ga a dar­se cuen­ta que las máqui­nas vola­do­ras no son uti­li­za­das sola­men­te para trans­por­tar pasa­je­ros civi­les, sino tam­bién para come­ter atro­ci­da­des con­tra la huma­ni­dad como las rea­li­za­das por sus compatriotas.

Uno de los aspec­tos más tier­nos y emo­ti­vos del film es su roman­ce con la her­mo­sa joven Nao­ko Sator­ni (voz de Emily Blunt) a quien Jiro lle­gó a cono­cer años atrás cuan­do se pro­du­jo el terre­mo­to de Great Kan­to (isla de Honshu) en 1923 y que, dicho sea de paso, per­mi­te que el rea­li­za­dor uti­li­ce una esté­ti­ca des­lum­bran­te ilus­tran­do esa tra­ge­dia. Cuan­do años des­pués el amor sur­ge entre ellos, el des­tino les tien­de una mala juga­da debi­do a que la chi­ca sufre de tubercu­losis y aun­que logran casar­se, la feli­ci­dad de los cón­yu­ges será de cor­to alcan­ce. Esta par­te del rela­to con­fi­gu­ra un capí­tu­lo román­ti­co de hon­da sen­si­bi­li­dad a tra­vés de la rique­za expre­si­va que el rea­li­za­dor supo impri­mir a estos dos personajes.

Ade­más de la belle­za irra­dia­da por la pelí­cu­la es nece­sa­rio des­ta­car su melo­dio­sa músi­ca de toque occi­den­tal pro­vis­ta por Joe Hisaishi la que lejos de ser sen­si­ble­ra brin­da un pla­cer audi­ti­vo adi­cio­nal al espectador.

La ver­sión juz­ga­da no es la ori­gi­nal japo­ne­sa sino que está dobla­da al inglés; aun­que al prin­ci­pio uno pue­da con­si­de­rar un poco extra­ño que imá­ge­nes orien­ta­les sean ver­ba­li­za­das en un idio­ma dife­ren­te, este incon­ve­nien­te es supe­ra­do por el inte­rés que des­pier­ta el rela­to, por la cali­dez que ema­na de la voz de los acto­res dobla­dos, como en el caso de Gor­don-Levitt, Blunt y Tuc­ci, entre otros, y por algu­nas esce­nas memo­ra­bles que que­dan gra­ba­das en la men­te del espectador.

Con­clu­sión: Una exce­len­te pelí­cu­la de ani­ma­ción para adul­tos que con­fir­ma una vez más la ima­gi­na­ción, inte­li­gen­cia y meticu­losi­dad de Hayao Miya­za­ki.  Jor­ge Gutman