Crónica de Jorge Gutman
Habiendo asistido por primera vez al Festival de Cine de Guadalajara que concluyó el 30 de marzo, tuve la oportunidad de comprobar que esta muestra es un evento cultural de gran resonancia popular a juzgar por las diversas actividades realizadas en donde los numerosos espectadores pudieron apreciar el nivel de creatividad de nuevas generaciones de directores y entrar en contacto con los mismos. No menos importante es que esta labor de difusión cultural constituye un importante foco cultural para la promoción y distribución tanto del cine de México como el de Iberoamérica. Finalmente con la presencia de Quebec como invitado de honor, la jerarquía de los filmes presentados ha permitido demostrar el alto grado de calidad de su producción que fue apreciado tanto a nivel de la crítica como el público asistente; todo ello ha contribuido para que el cine canadiense encuentre mayor visibilidad en México.
Entre los numerosos premios otorgados en esta 29va. edición se destaca el adjudicado a Ciencias Naturales de Matías Lucchesi como mejor largometraje iberoamericano de ficción. Este film de Argentina también fue premiado por el mejor guión escrito por el realizador y Gonzalo Salaya, así como igualmente fueron galardonadas Paula Hertzog y Paola Barrientos como mejores actrices. Filmado en las Sierras de Córdoba el relato se centra en una preadolescente (Hertzog) que siente una imperiosa necesidad de determinar su verdadera identidad queriendo saber quién es su padre al que ella desconoce e incluso ignora su nombre. Para ello decide escapar de la escuela rural donde asiste para tratar de encontrarlo; después de varios intentos no concretados logra que una comprensiva maestra de ciencias (Paola Barrientos) le ayude en su propósito de ubicar a su progenitor. Estructurado como una película del camino Lucchessi ofrece una comedia dramática, honesta y humana, apelando a una sencilla trama desprovista de sentimentalismo aunque no carente de emoción gracias a la excelente actuación de sus dos protagonistas femeninas.
El premio Mezcal del jurado otorgado a la mejor película mexicana correspondió al documental Eco de la Montaña del realizador Nicolás Echevarría que enfoca la vida y el trabajo realizado por el artista y muralista mexicano Santos de la Torre en su peregrinaje de 620 kilómetros a Wirikuta, territorio sagrado de la cultura de los indígenas Wixarika de México, para solicitarle a los dioses que le otorgue permiso para trabajar en un nuevo mural.
El premio al mejor director fue discernido a Fernando Coimbra por la película brasileña O Lobo atrás da Porta donde el secuestro de una niñita de 6 años es el motor que pone en marcha la historia de un triángulo amoroso que transcurre en Río de Janeiro. Utilizando una narrativa tipo “rashomon”, Coimbra que es también responsable del guión permite que cada uno de los personajes involucrados en el relato exponga su versión personal en torno a su vinculación para tratar de arrojar luces sobre el paradero de la criatura. Esta historia donde el amor y odio llegan a confundirse, mantiene un marcado suspenso desembocando en un imprevisto y dramático desenlace que llega a cautivar por la intriga que mantiene a través del comportamiento asumido por sus personajes protagónicos. Muy buenas interpretaciones de Leandra Neal, Fabiula Nascimiento y Milhem Cortaz.
La Federación Internacional de Críticos de Cine (FIPRESCI) premió a Las Horas Contigo como mejor película mexicana de ficción. En su debut como realizadora y guionista Catalina Aguilar Mastretta analiza las turbulencias emocionales de Ema (Cassandra Ciangherotti), una joven que viaja a la casa de su abuela enferma (Isela Vega) a la que quiere entrañablemente para compartir con ella sus últimos días de vida; es allí donde se reencuentra con su madre Julieta (María Rojo) con quien mantuvo una relación distanciada. El reencuentro con su progenitora, el dolor que siente por la inminente pérdida de su abuela así como su reciente embarazo involuntario, contribuirán a que Emma adquiera la madurez necesaria para enfrentar la realidad de los acontecimientos a la que está expuesta. Con gran sensibilidad y delicadeza, la directora hurga en el alma femenina a través de un sobrio relato donde los temas de la familia, el amor maternal, la religión y el misterio de la vida y la muerte salen a relucir en una narración bien articulada.
La lista completa de los premios otorgados por los diferentes jurados del Festival puede encontrarse en el sitio www.ficg.mx
De las películas no premiadas pero que han merecido especial consideración de mi parte se encuentra Vivir es fácil con los ojos cerrados, producción española del director David Trueba. La acción se ubica en la España de 1966 y se centra en la abnegada labor desarrollada por un profesor de inglés (Javier Cámara) que apasionado por la música de los Beatles enseña a sus alumnos el idioma de Shakespeare utilizando la letra de sus canciones. Queriendo salir al encuentro de su idolatrado John Lenon que se está filmando How I Won The War en la región de Almería, el docente emprende el viaje hacia esa región en un desvencijado coche. recogiendo en el camino a una chica embarazada (Natalia de Molina) sin mayor opción futura y a un adolescente introvertido (Francesc Colomer) que ha huido de su casa porque su padre le obligaba a cortarse el pelo. Durante ese periplo se pondrán en evidencia los mejores valores de la condición humana como la generosidad y solidaridad de unos con otros. Con sutilidad Trueba narra una historia emotiva desprovista de sentimentalismo artificial, dotada de un humor punzante y con ciertas referencias acerca del clima político vivido durante los últimos años de la dinastía franquista; así, se puede apreciar el autoritarismo imperante, la intolerancia asumida por la religión así como la pobreza de un país que aún vivía en el subdesarrollo con relación a otros de Europa. Una magnífica película prestigiada por la excelente interpretación de Cámara.
Otro film español para destacar es La Herida de Fernando Franco quien en su primer largometraje describe con minuciosidad la odisea de una mujer herida, tal como lo anuncia su título. Marián Álvarez caracteriza a Ana de 28 años de edad sufriendo de un profundo trastorno de su personalidad donde es difícil de deslindar su estado de normalidad con el de la locura que experimenta. Durante el día ejerce su trabajo como auxiliar de un servicio de urgencias transportando en una ambulancia a enfermos necesitados; siendo devota en su trabajo y actuando con normalidad en el ejercicio de sus funciones, cuando regresa a su hogar comienzan sus desvaríos atacando a su cuerpo con cigarros y objetos punzantes. Nada se sabe sobre los orígenes de su enfermedad pero queda claro que su autodestrucción se debe a extremados desórdenes mentales. Sin duda se trata de un cruento relato acerca de un tema del que no se suele hablar a menudo pero ciertamente existente, sobre todo en personas que viviendo en soledad no logran interactuar con la gente que las rodean. Es posible que el espectador corriente pueda no sentirse identificado con el dolor que siente este personaje, pero ciertamente este film muy bien realizado no dejará indiferente a una audiencia selectiva.
Un thriller de venganza, crimen y remordimiento es lo que propone Alejandro Fernández Almendras en Matar a un Hombre. Ganador del Gran Premio del Jurado en Sundance, el guión escrito por el realizador chileno aborda un tema decididamente violento que está basado en una historia real acontecida en Chile. De connotaciones éticas y morales el film pone a prueba los límites de resistencia de una persona cuando se encuentra desprotegida de los mecanismos legales imperantes. El protagonista es Jorge (Daniel Candia), una persona afectada de diabetes que es padre de familia y responsable por el bienestar de la misma. Cuando un buen día es humillado y asaltado por bandidos locales liderados por Kalule (Daniel Antivilo), su hijo adolescente (Ariel Mateluna) trata de recuperar los bienes robados a su progenitor. Es allí que Kalule lo balea dejándole seriamente herido; como consecuencia del acto delictivo el hampón es condenado a dos años de prisión. Cuando después de haber purgado el delito Kalule recobra su libertad, junto con los malhechores que lo rodean comienzan a acosar a la familia con agravantes incidentes hasta culminar en el asalto sexual a la hija menor de Jorge sin que la justicia tome cartas en el asunto. Esta historia de despiadado abuso donde una familia además de quedar desintegrada queda completamente librada a su suerte desemboca en un final con secuencias de tenso dramatismo muy bien logradas. Un film que confirma una vez más la madurez del cine chileno.
El director y guionista cubano Ernesto Darnas ha logrado con Conducta uno de los filmes más duros y valientes emergentes de dicha cinematografía describiendo a una Cuba bien diferente de las que nos muestran las tarjetas postales. Su historia se centra en Chala (Armando Valdés Freire), un niño de 11 años con padre desconocido, que vive con su madre drogadicta (Yuliet Cruz) y que se dedica a entrenar perros de riña para subvenir a las necesidades económicas. El entorno de un hogar nada propicio para el desarrollo emocional del menor se manifiesta en su conducta escolar un tanto rebelde donde sólo el grado de solidaridad y comprensión de su abnegada maestra Carmela (Alina Rodríguez) es capaz de mitigar y tranquilizarlo. Sin embargo, cuando la educadora se ve obligada por enfermedad a ser reemplazada por una nueva profesora, la situación empeora para el chaval al ser enviado a una escuela de reeducación. Varios aspectos se destacan en este excelente relato, a saber: la labor de un educador capaz de cambiar y mejorar la vida de los alumnos que asisten a una escuela; el sistema de burocracia imperante donde una alumna excelente proveniente de una provincia diferente puede llegar a ser expulsada por las formalidades burocráticas de inscripción; la intolerancia imperante donde una inocente estampita religiosa es capaz de provocar un escándalo, así como apresuradas decisiones que afectan el sentimiento de niños inocentes que deben lidiar contra la injusticia prevaleciente. Frente a un relato donde todo se prestaría al golpe efectista, Darnas prefiere exponer con sobriedad algunos aspectos que hacen al cotidiano vivir de La Habana donde quedan reflejadas el funcionamiento de una sociedad en que el socialismo imperante no ha logrado eliminar las desigualdades sociales que aún prevalecen en la misma.