JODOROWSKY’S DUNE. Francia, 2013. Un film de Frank Pavich
En la historia del cine figuran proyectos de grandes realizadores que nunca llegaron a concretarse a pesar del empeño puesto en la gestión, como por ejemplo lo fue el caso de Orson Welles con It’s All True, un film que comenzó a rodarse en Brasil en 1942 y que fue dejado inconcluso. Con todo, nada es comparable con lo que el director de culto chileno Alejandro Jodorowsky comenzó a emprender cuando decidió filmar Dune, la alucinante novela de ciencia ficción de Frank Herbert, que para él habría de constituir el gran sueño de su vida como cineasta. Sin embargo y a pesar de los grandes esfuerzos realizados, lo planeado llegó a frustrarse.
En base a lo que antecede el documentalista Frank Pavich decidió indagar sobre el malogrado gigantesco proyecto teniendo como interlocutor principal a Jodorowsky, hoy día de 84 años, quien con lujo de detalles pasa revista a la génesis del mismo y a todos aquéllos que directa o indirectamente estuvieron involucrados.
Después del éxito logrado por la crítica y por los cinéfilos con El Topo (1970) y La Montaña Sagrada (1973), el productor francés Michel Seydoux se sintió profundamente impresionado por ambos filmes y decidió brindar su apoyo a Jodorowsky permitiendo que en 1975 se embarcara en filmar lo que más quisiera. En vista de ese entusiasmo, y ya pensando en algo grandioso y radical, el director manifiesta a las cámaras que decidió abordar Dune, que a pesar de no haber leído la novela, había considerado que el film que tenía en mente constituiría algo semejante como sumergir a los espectadores en el LSD aunque obviamente sin sus efectos reales. Resulta de gran interés la manera extrovertida y entusiasta de cómo él le manifiesta a Pavich haber tenido la intención de ofrecer algo revolucionario de tal forma que el film proyectado pudiese abrir una nueva mentalidad en los espectadores sobre la manera de apreciar su cine. En principio, decidió escribir el guión y en su elaboración tuvo en cuenta que el rico material literario que disponía debía ser adaptado cuidadosamente para que su contenido pudiera ser transmitido en imágenes. Para el equipo que participaría en el film decidió convocar a personajes de trascendencia internacional en el firmamento de la creación artística.
Difícil de imaginar una conjunción de valores como las que Jodorowsky logró reunir. Así fue capaz de persuadir al excéntrico y gran pintor catalán Salvador Dalí para interpretar uno de los papeles, también convenció al célebre realizador Orson Welles para que lo hiciera, como así también participarían David Carrradine, Mick Jagger, Udo Kier, e incluso el propio hijo del director en uno de los roles principales. No menos importante fueron los artistas que habrían de volcar sus talentos en los renglones técnicos; entre los mismos se encontraban el genial artista gráfico Jean Giraud –más conocido con el sobrenombre de “Moebius”-, el gran experto de efectos especiales Dan O’Bannon, la presencia del artista H.R. Giger quien sugerido por Dalí tendría a su cargo el diseño del imperio del cruel Barón Vladimir Harkonnen, y en lo concerniente a la música estaría nada menos que la famosa banda de rock británica Pink Floyd.
Si bien el productor Seydoux logró reunir 10 de los 15 millones que implicaría el presupuesto del film, se necesitaba completar el monto faltante. Es allí que surgieron los insalvables inconvenientes cuando al recurrir a los principales estudios de Hollywood para completar el financiamiento, uno tras otro rechazaron la propuesta por encontrar que Jodorowsky era un autor demasiado radical, además de considerar que el film de 10 a 12 horas de duración excedería ampliamente lo necesario para una exhibición regular; finalmente, no menos importante era que su autor no estaba dispuesto a negociar o comprometer la integridad de su proyecto. Es así como con gran pena de todo el equipo reunido, Jodorowsky tuvo que cancelar el proyecto después de haber dedicado dos años y medio de trabajo. Para peor, el director se sintió profundamente dolorido cuando en 1984 se impuso que la hija de Dino de Laurentis financiaría el rodaje de Dune con David Lynch como realizador; sin embargo, llegó a solazarse cuando comprobó el fracaso de esa película. En todo caso, el trabajo de Jodorowsky y del equipo que lo secundó sirvió para que en los años siguientes haya tenido gran influencia en importantes películas de ciencia ficción como lo fueron Star Wars, Alien, Flash Gordon y Prometheus, entre otros títulos.
Realizado en forma amena, Pavich logra un film interesante exponiendo la personalidad del surrealista director, cuya locuacidad y manera de expresarse –a pesar de su relativa poca modestia- logra captar la simpatía del público, sobre todo porque es fácil de comprender la frustración y tristeza de quien avizoró un gran sueño y que cuando todo estaba a punto de concretarse se estrelló con la realidad imposible de soslayar. Pero cuando al final de este documental Jodorowsky manifiesta que “la mente es como el universo en continúa expansión” quiere significar que se debe mirar hacia adelante con optimismo y no lamentarse sobre la leche derramada.
Como coda del relato cabe señalar que después de este proyecto, Jodorowsky y Seydoux siguieron diferentes rumbos hasta que el destino los volvió a unir cuando después de 23 años sin haber filmado, el director vuelve a hacerlo en La Danza de la Realidad, film de ficción de carácter autobiográfico que merecerá un análisis separado cuando se estrene comercialmente en poco tiempo más. Jorge Gutman