El Museo de Bellas Artes de Montreal (MBAM) presenta desde el 14 de junio hasta el 5 de octubre de 2014 la exposición Fabuloso Fabergé, Joyero de los Zares. Se trata de la importante colección ubicada fuera de Rusia y que pertenece al Virginia Museum of Fine Arts ubicado en Richmond.
Carl Fabergé, nacido en San Petersburgo (1846) y muerto en Lausana (1920) logró una importante reputación internacional como responsable de la empresa familiar de joyería en su ciudad natal por la excelencia empleada en el diseño de sus creaciones así como en el trabajo con piedras preciosas, semipreciosas y metales. Para efectuar su trabajo, este excepcional orfebre utilizó diferentes estilos que incluyeron el ruso antiguo, griego, renacentista, barroco, neoclasicismo y Art Nouveau, inspirado en la apreciación realizada durante sus frecuentes viajes a través de Europa.
Sus trabajos que fueron exhibidos en la Exposición Panrusa de Moscú de 1882 fueron recompensados con la medalla de oro. Dado su gran prestigio, sus servicios profesionales fueron requeridos por la corte imperial de Rusia, como así también por muchas otras monarquías del viejo continente.
La pascua es la fiesta más importante de la iglesia ortodoxa rusa donde en dicha ocasión se suele intercambiar regalos, entre los cuales se distinguen los característicos huevos. En oportunidad de la pascua de 1883, el zar Alejandro III encargó a Fabergé la construcción de un huevo para obsequiarle a su mujer, la zarina María. La satisfacción obtenida por el trabajo realizado motivó que a partir de entonces la prestigiosa Casa Fabergé se ocupara de todo lo concerniente con las refinadas joyas de la familia imperial, en un comienzo con Alejandro III y posteriormente con su heredero Nicolás II. Esa asociación duró hasta los últimos días del imperio ruso cuando se produjo la revolución bolchevique y al propio tiempo la defunción de la Casa Fabergé.
La colección que se presenta en el MBAM exhibe 240 objetos de arte, figurando entre los mismos 4 de los famosos huevos imperiales entre los 43 restantes que la dinastía de los Romanov había encargado a Fabergé. Uno de los mismos es conocido como Pelícano (1897) y fue concebido dentro de la tradición ortodoxa. Es un huevo de oro rosa desplegado en ocho pequeños marcos ovalados ribeteados de perlas. El pelícano del título se encuentra posando arriba del huevo en un nido sostenido por tres pequeños pájaros.
Un segundo huevo de pascua conocido como Pedro el Grande (1903) es la ofrenda que Nicolás II hizo a su esposa Alejandra Feodorovna en 1903, el año en que se conmemoraba el bicentenario de la fundación de San Petersburgo. En un lado del mismo se encuentra el retrato en miniatura de Pedro el Grande y del otro un retrato de Nicolas II con una pintura en miniatura del Palacio de Invierno, la residencia oficial de la familia imperial. Dentro del huevo se encuentra una réplica en miniatura de la célebre estatua ecuestre de Pedro el Grande realizada por Falconet en 1792 a pedido de Catalina la Grande.
El tercero huevo pascual (1912), conocido con el nombre Zarevitch, consiste en seis secciones de lapislázuli decoradas en oro donde se aprecian, entre otros detalles, águilas de dos cabezas, cariátides con alas y baldaquinos suspendidos.
El último de los huevos concebidos cronológicamente es de la Cruz Roja con Retratos (1915). Se trata de un regalo que Nicolás II ofreció a su madre, la emperatriz viuda María Feodorovna, por su devoto desempeño como presidenta de la Cruz Roja rusa durante la primera guerra mundial. El huevo hecho de plata con una cáscara rodeada por una serie de bandas horizontales con ribetes de oro contiene cinco retratos ovales en miniatura de la esposa del zar, su hermana, dos de sus hijas y su prima.
Acompañando los 4 huevos mencionados, el MBAM presenta una remarcable obra maestra de plata que ilustra una triunfal cabalgata medieval conmemorando los orígenes de la nación rusa.
La exposición brinda en todo su medida el talento de Fabergé donde se pueden contemplar otros objetos que se distinguen por su completa originalidad, su notable diseño y la extraordinaria forma en que han sido trabajados. En esencia, el visitante asiste a una exposición de gran belleza que llega a cautivar como así también tiene oportunidad de sumergirse en la historia de Rusia.
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