TRACKS. Gran Bretaña-Australia, 2013. Un film de John Curran
En 1977, Robyn Davidson, una joven australiana de 27 años, emprende un viaje singular. Acompañada de 4 camellos y un perro efectúa una travesía de 1700 millas a través del desierto australiano, desde Alice Springs hasta llegar a las costas del Océano Indico Inspirado en esta épica aventura, el realizador John Curran logra un film de singular belleza y que con la cautivante interpretación de Mia Wasikowska, prácticamente dominando todo el relato, permite que el espectador se involucre con la experiencia emocional de su protagonista.
La historia comienza con la llegada de Robyn a Alice Springs en 1976, determinada a realizar el viaje y aprendiendo la manera de entrenar a los camellos que le brindarán compañía. Dada su personalidad de mujer independiente, uno de los inconvenientes que debe vencer es el que debido a sus escasos recursos económicos deba aceptar con reluctancia el apoyo financiero de la revista National Geographic a cambio de escribir un artículo sobre el mismo y permitir al fotógrafo estadounidense Rick Smolan (Adam Driver) tomarle fotos en algunos puntos del trayecto.
Además del encuentro con Rick, la presencia más significativa que la joven habrá de encontrar a lo largo del arduo camino es la de un anciano y carismático aborigen (Rolley Mintuma) quien con innata calidez la aconseja y la guía en algunos trechos del recorrido.
¿Qué es lo que otorga vitalidad a un film como el presente que en apariencia parecería carecer de nutridas anécdotas para su desarrollo temático? En primer lugar, el encuentro de Robyn con el panorama que atraviesa durante las 10 semanas de viaje y que es transmitido con gran intensidad gracias a la excepcional recreación que Wasikowska logra de Davidson. Además de exponer la vulnerabilidad de la viajera como así también su firme determinación de no cejar en el propósito que la anima, la joven actriz brinda una amplia gama de matices a su personaje permitiendo comprender la razón que motiva su obsesión; así queda claro cómo esa región árida, de amplios desiertos con terrenos vacíos, rodeada de un profundo silencio y gran soledad que es solamente conocida por los aborígenes australianos y los contados viajeros que la visitan, gravita psicológicamente en el ánimo de la protagonista cuya gran recompensa consiste en la satisfacción espiritual alcanzada en su completa identificación con las raíces telúricas del país que la vio nacer.
La fluida dirección de Curran permitiendo que el interés del metraje no decaiga durante sus casi dos horas de duración, la apreciable contribución de Mandy Walker captando la sequedad del paisaje y el montaje de Alexandre de Franceschi, son otros elementos que permiten que el film adquiera resonancia.
En los créditos finales se da a conocer que después de haber completado su viaje, Robyn escribió el artículo para la National Geographic, tal como estaba previsto, acompañado por las fotografías de Smolan. La gran acogida que mereció su historia, motivo a que su autora la expandiera al libro Tracks que se convirtió en un best seller internacional.
Conclusión: Un viaje épico de remarcable contenido espiritual. Jorge Gutman