LUCY. Estados Unidos-Francia, 2014. Un film escrito y dirigido por Luc Besson
Aunque Luc Besson ofreció en el pasado algunas películas respetables como La Femme Nikita (1990) y The Fifth Element (1997), entre otras, su más reciente filmografía como realizador y guionista no sido muy satisfactoria y sin que su reciente filme Lucy alcance a mejorar la situación. A través de un relato de ciencia ficción, el realizador concibe un personaje de superheroína vengadora para el exclusivo lucimiento de Scarlett Johansson, tratando de conjugar la historia propuesta con un tinte pseudo científico que no termina de conformar.
En pocas palabras, el guión introduce a Lucy (Johansson) una hermosa estudiante que se encuentra en Taipei y que cae en las guerras de unos asesinos traficantes de drogas liderados por un sangriento mafioso (Choi Min-Sik); el propósito es utilizarla como mula a fin de transportar bolsitas de narcóticos con propiedades alucinatorias con destino a otros traficantes de Europa. Cuando el arriesgado paquete que transporta en su cuerpo se rompe, Lucy milagrosamente salva su vida y va desarrollando gradualmente una capacidad cerebral con poderes que exceden ampliamente a los que un ser humano puede llegar a tener; esa aptitud la utilizará para vengarse de sus despiadados secuestradores.
Intercalando con lo que antecede, se asiste a las disertaciones de Norman (Morgan Freeman), un científico profesor que en París se dedica al estudio del cerebro, exponiendo a su audiencia la teoría de que el hombre –genéricamente hablando- solamente utiliza una mínima parte de su capacidad cerebral y que si desarrollara todo el potencial existente, sería al precio de la pérdida de su alma. De alguna forma esos parlamentos están ilustrados en el comportamiento que Lucy demuestra con su accionar de robot aniquilando violentamente a quienes se interponen en su camino.
Besson podría merecer el beneficio de la duda sobre su intención de querer ofrecer un film de acción que a la vez resulte intelectualmente intrigante. Pero lo que más se infiere es que el propósito de esta historia es el de brindar únicamente un pasatiempo intrascendente mostrando a una atlética Johansson con sus impresionantes actos de bravura para que los jóvenes espectadores se sumerjan en lo que están viendo dejando el cerebro de lado aunque apreciando los resultados visuales de los efectos especiales empleados. Esa impresión se ve ratificada por la manera en que concluye el film donde repentinamente aparecen los créditos finales interrumpiendo el desarrollo del relato; eso podría acontecer ya sea porque no hubo fondos suficientes para seguir filmando o bien porque Besson no se encontró inspirado para ofrecer un final apropiado a su absurda historia.
Conclusión: Una descabellada historia al servicio de una bella y fornida Scarlett Johansson. Jorge Gutman