Un Film de Absur­do Humor Sueco

THE 100-YEAR OLD MAN WHO CLIM­BED OUT OF THE WIN­DOW AND DISAP­PEA­RED. Sue­cia, 2013. Un film de Felix Herngren

Con­si­de­ran­do que la pelí­cu­la que aquí se comen­ta ha sido la de mayor reper­cu­sión popu­lar en Sue­cia, su país de ori­gen, sur­ge la refle­xión sobre cómo las dife­ren­tes con­di­cio­nes cul­tu­ra­les pue­den influir en su valo­ra­ción. Eso vie­ne al caso por­que el humor escan­di­na­vo de este film, pue­de que no sea per­ci­bi­do del mis­mo modo en Amé­ri­ca del Nor­te. Sin entrar a con­si­de­rar el best seller sue­co de Jonas Jonas­son en el que El Anciano de 100 años que Sal­tó por la Ven­ta­na y Des­apa­re­ció está basa­do, lo cier­to es que tal como está expues­to en la pan­ta­lla en la adap­ta­ción rea­li­za­da por el rea­li­za­dor Felix Hern­gren con­jun­ta­men­te con el guio­nis­ta Hans Inge­mans­son, lo que se apre­cia es una come­dia mode­ra­da con algu­nos momen­tos bien logra­dos pero sin refle­jar el des­en­fa­do o el encan­to que en prin­ci­pio debe­ría tener.

Su pro­ta­go­nis­ta es Allan Karis­son, un exper­to dina­mi­te­ro en su juven­tud, quien es uno de los pocos mor­ta­les que lle­ga a cum­plir 100 años de exis­ten­cia con­ser­van­do aún el dina­mis­mo y entu­sias­mo de vivir. Pre­ci­sa­men­te, el día de su cen­te­na­rio logra esca­par­se de la resi­den­cia para ancia­nos don­de habi­ta sal­tan­do por la ven­ta­na, tal como su títu­lo lo indi­ca, en pro­cu­ra de una liber­tad que le está fal­tan­do. Ya libre, se las inge­nia para lle­gar a la esta­ción local de auto­bu­ses, com­prar un pasa­je para ale­jar­se de la ciu­dad y des­apa­re­cer, no sin antes apo­de­rar­se sin saber­lo de una male­ta ple­na de dine­ro en su inte­rior. De allí en más comien­za su gran aven­tu­ra don­de tra­ta­rá de ser loca­li­za­do por un ins­pec­tor poli­cial no muy efi­cien­te, a la vez que per­se­gui­do por par­te de unos mafio­sos que quie­ren recu­pe­rar la vali­ja sus­traí­da. Las peri­pe­cias que atra­vie­sa Allen, acom­pa­ña­do de cier­tos per­so­na­jes excén­tri­cos que se le unen en la ruta –con un ele­fan­te incluido‑, ori­gi­nan una come­dia dis­pa­ra­ta­da y absur­da que evi­den­te­men­te está dis­tan­cia­da de cual­quier realidad.

Los momen­tos más intere­san­tes de la tra­ma se pre­sen­tan a tra­vés de los recuer­dos de Allan sobre acon­te­ci­mien­tos his­tó­ri­cos que le tocó vivir a lo lar­go del siglo pasa­do y que mar­ca­ron su exis­ten­cia de modo sin­gu­lar. Entre algu­nas figu­ras polí­ti­cas que lle­gó a cono­cer se encuen­tra la de Fran­co duran­te su paso por Espa­ña duran­te la gue­rra civil y con quien man­tie­ne una ama­ble rela­ción; alter­na con el vice­pre­si­den­te Tru­man; logra atraer la aten­ción de Sta­lin al saber­lo par­tí­ci­pe de la inven­ción de la bom­ba ató­mi­ca, aun­que ter­mi­na irri­tán­do­lo cuan­do se ente­ra que man­tu­vo bue­nas migas con Fran­co envián­do­lo como cas­ti­go a Gulag para rea­li­zar tra­ba­jos for­za­dos con el inep­to her­mano de Albert Eins­tein; incur­sio­na en Fran­cia duran­te la cade­na de pro­tes­tas que tuvo lugar en Fran­cia en mayo de 1968, para final­men­te entre­cru­zar­se con Reagan y Gorbachev.

El rela­to trae remi­nis­cen­cias de The Grand Buda­pest Hotel de Wes Ander­son juz­ga­do este año que ade­más de trans­cu­rrir entre pre­sen­te y pasa­do tam­bién hace refe­ren­cia a epi­so­dios vivi­dos por sus pro­ta­go­nis­tas en Euro­pa duran­te el mis­mo perío­do; sin embar­go, en la rea­li­za­ción de Hern­gren no están pre­sen­tes el espí­ri­tu lúdi­co, la remar­ca­ble iro­nía, exce­len­tes diá­lo­gos, fas­ci­nan­te deli­rio y la indis­cu­ti­da rique­za visual de la encan­ta­do­ra come­dia de Ander­son. Hay cier­ta­men­te situa­cio­nes que des­pier­tan car­ca­ja­das con su humor irre­ve­ren­te (los bai­les de Fran­co y de Sta­lin), pero son las menos y en muchos casos care­cen de la suti­le­za nece­sa­ria para que real­men­te la intri­ga del film lle­gue a sedu­cir. Eso pue­de ser atri­bui­do a un guión no muy satis­fac­to­rio así como a una dura­ción exce­si­va don­de el rela­to se tor­na repetitivo.

Robert Gustafsson

Robert Gus­tafs­son

Lo más remar­ca­ble de esta pelí­cu­la es la nota­ble inter­pre­ta­ción de Robert Gus­tafs­son que a pesar de ser un actor muy popu­lar en Sue­cia, es des­co­no­ci­do en Cana­dá. Con sus 49 años de edad, gra­cias a un exce­len­te tra­ba­jo de maqui­lla­je brin­da la apa­rien­cia físi­ca del per­so­na­je cen­tral duran­te dife­ren­tes eta­pas de su vida y espe­cial­men­te como anciano; en tal sen­ti­do, trans­mi­te muy bien la huma­ni­dad de un hom­bre imper­tur­ba­ble de la reali­dad que lo rodea y dis­pues­to a hacer lo que desea.

Con­clu­sión: La vida fan­ta­sio­sa de un indi­vi­duo cen­te­na­rio en una come­dia de humor sue­co que podrá satis­fa­cer a una audien­cia capaz de apre­ciar­lo. Jor­ge Gutman