Crónica de Jorge Gutman
El Festival du Nouveau Cinéma probó una vez más ser una importante muestra que atrae a un público ávido de ver un cine alternativo de calidad. Durante 11 días se pudo apreciar títulos de gran aceptación popular como también otros más selectivos que perteneciendo a nuevos directores tratan de transmitir su visión personal sobre algunos de los problemas que afectan a la sociedad contemporánea.
Dentro de la camada de nuevos directores, Ioanis Nuguet deparó una grata sorpresa con su ópera prima Spartacus et Cassandra (Francia). Este film, que compartió con Félix et Meira (Canadá) de Maxime Giroux el premio al mejor largo metraje de la competencia internacional, es un remarcable documental sobre los romaníes. Esta gente oriunda de Rumania vive en Francia donde la mayoría de los mismos no dispone de un contrato laboral ni tampoco de la documentación legal para trabajar en el país. Nuguet aborda a Spartacus de 13 años y su hermana de 10 pertenecientes a una familia poco edificante con un padre alcohólico sin trabajo preciso y una madre sufriente que aparentemente padece de cierta inestabilidad mental. Desde la óptica de Spartacus uno se impone de la triste infancia padecida con su hermanita donde a los cuatro años de edad se vio forzado a mendigar en la vía pública, tres años después llegó con su familia a Francia y a los 8 años ya incursionó en el mundo del delito robando radios de los automóviles. A los 13 años, tanto él como su hermana deben decidir si seguir llevando una vida poco alentadora viviendo en carpas de circo en las afueras de París donde las condiciones de mínima limpieza brillan por su ausencia y sin ningún futuro promisorio o bien tener que adaptarse a vivir en el hogar de familias sustitutas dejando a sus progenitores de lado. El gran mérito del joven realizador es haber testimoniado una triste realidad a través de una narración que más se asemeja a una historia de ficción que a un documental; queda como balance un film de innegable calidad que merece ser visto más allá de su exhibición en festivales como el presente.
Otro auspicioso debut es el de Asaf Korman en Next to Her (Israel) donde analiza el delicado problema que se produce cuando una persona debe cuidar de un integrante familiar que se encuentra discapacitado. Liron Ben Shlush, también autora del guión, anima a Chelly cuya existencia dista de resultar fácil al tener que ocuparse de su hermana Gabby (Dana Ivgy) de 24 años de edad que se encuentra mentalmente afectada y manifiesta una conducta difícil de controlar. Cuando Chelli llega a conocer a Zohar (Jacob Zada), un profesor de gimnasia, con quien espera poder asumir una buena relación de pareja, el panorama parecería cambiar favorablemente para ella a partir del momento en que él se muda a vivir con las hermanas; sin embargo, nada augura un final feliz cuando el clima se espesa y se vuelve insostenible entre los tres personajes, sobre todo atendiendo a la particular relación existente entre Chelli y Gabby. Aunque las historias referentes a las dificultades de compatibilizar las presiones familiares con la búsqueda de la felicidad personal no resulten novedosas, el film esta muy bien construido logrando crear un tenso drama reforzado por las buenas actuaciones de su reducido elenco.
Franco Lolli es el director y guionista de Gente de Bien (Colombia), un drama realista sobre los problemas emocionales que atraviesa un menor enfrentado a un medio social que no le pertenece. La historia se centra en Eric (Bryan Santamaría), un chico de 10 años que debe a dejar a su madre cuando ella obtiene un trabajo en un lugar distante de Colombia y se muda para vivir con Gabriel, su padre (Carlos Fernando Pérez) quien es un carpintero de muy humilde condición al cual apenas conoce. Frente a la amenaza de ser desalojado, Gabriel recibe la generosa invitación de María Isabel (Alejandra Borrero), una de sus clientes de acomodada situación económica, para pasar las navidades en su lujosa mansión campestre; sin embargo, la convivencia entre los pobres invitados y algunos de sus adinerados huéspedes no resulta todo lo placentera que habría de aguardar. Aunque sin que exista un sólido desarrollo dramático, el film de Loli, dentro de su sencillez y con algunas escenas de mágico realismo, está bien relatado y cuenta con la excelente actuación de Santamaría quien llega a transmitir la inocencia de un niño que trata de lograr una buena relación con su padre al propio tiempo que es testigo de las injusticias sociales que se producen entre gente de diferente situación económica, en este caso representado por la crueldad de los niños con quien Eric debe alternar.
La banalidad humana queda magníficamente reflejada en el melancólico film de Roy Anderson A Pigeon Sat On A Branch Reflecting On Existence (Suecia-Noruega-Francia-Alemania). A través de 39 escenas el realizador introduce diferentes viñetas que sin tener vinculación alguna configuran una mirada sagaz sobre el comportamiento que los mortales pueden asumir en su actuación cotidiana. Entre algunas de las situaciones curiosas se pueden observar tres graciosos encuentros con la muerte, una niña con Síndrome de Down recitando en un escenario un extraño poema, la reaparición del rey sueco Carlos XII en un contexto moderno, un marino problematizado por una cita anulada, una profesora de flamenco ofreciendo caricias muy particulares a uno de sus alumnos, una velada escolar para niños con necesidades especiales y la pelea de una pareja en una playa. Con todo, los momentos más recurrentes y graciosos del film involucran a un dúo de excéntricos vendedores (Holger Andersson, Nils Westblom) que laboriosamente tratan de ofrecer artículos de entretenimiento que incluyen colmillos de vampiros, muñequitos que ríen y máscaras jocosas. Como su título lo indica, esta notable película invita a reflexionar sobre la forma absurda de la conducta humana y que por más ridícula que aparezca en ciertas actitudes, en última instancia refleja la realidad de la gran comedia asumida por los seres mortales.
Abel Ferrara recrea en Pasolini (Francia-Italia-Bélgica) los últimos días del renombrado cineasta. No se trata de un film biográfico sino que lo que se brinda es un pantallazo de lo que fue este notable y complejo individuo. Para ello Ferrara reconstruye algunos aspectos de su vida en entrevistas que concedió en las 48 horas que antecedieron a su fatal muerte, a través de la actuación de Willem Dafoe; este actor logra una buena caracterización del hombre provocador que proféticamente echa una mirada incisiva y sombría hacia la dirección político-social que apunta Italia reflejando la deshumanización del individuo. En forma no hilvanada se asisten a algunos aspectos de su vida homosexual recorriendo lugares para buscar compañía, ciertos momentos de ternura con su devota madre (Adriana Asti), una amable comida con Graziella (Giada Colagrande) que era su prima y secretaria y con otros amigos, la última cena con su ex amante Ninetto Davoli (Riccardo Scamarcio) y las últimas horas del 2 de noviembre de 1975 con la reproducción de lo que pasó en la playa de Ostia cercana a Roma donde fue salvajemente asesinado después de un vínculo mantenido con Pino Pelosi (Damiano Tamilia), un joven prostituto. Aunque el film trata de brindar una imagen del notable y complejo individuo que ha sido, lo que se observa en pantalla dista de llegar como debiera en la medida que su desarrollo fragmentario no permite que el espectador aprehenda plenamente la personalidad del realizador de Teorema.
Sin que se trate de un film perfecto, Hermosa Juventud (España) de Jaime Rosales tiene elementos que lo tornan importante en cuanto ilustra una realidad social que afecta a España, sobre todo a la juventud. El relato se centra en Natalia (Ingrid García Johnsson) y Carlos (Carlos Rodríguez), dos jóvenes de poco más de veinte años que se quieren pero que viven una existencia deprimida por la dura situación que atraviesa el país que los obliga a estar desempleados o sino a aceptar ocupaciones casuales de baja remuneración; eso les impide tener su propio hogar y motiva a que cada uno de ellos viva con sus respectivas madres. Aunque a través de la realización de un video pornográfico obtienen un ingreso, el pequeño monto recibido solo les permite desenvolverse por un período corto. Con el embarazo de Natalia y el nacimiento del bebé la situación se vuelve más crítica. ¿Puede la idea de la joven de emigrar de España en procura de lugares más promisorios solucionar el angustiante problema económico? En base a estos elementos, Rosales logra un relato sensible, con una muy buena interpretación de sus dos jóvenes actores quienes viven con completa naturalidad el drama de sus personajes; además, los buenos diálogos, el ritmo fluido y la atinada inserción en la narración de la tecnología moderna de comunicación utilizada por la generación actual, contribuyen a conformar una comedia dramática gratificante.
La violencia doméstica es el tema enfocado por Diego Lerman en Refugiado (Argentina) tomando como referencia a Laura (Julieta Díaz), una mujer que sufre los arrebatos y golpes físicos por parte de su esposo. Afortunadamente Lerman no muestra en pantalla estos incidentes pero sugiere muy bien el drama vivido por la esposa que queda expuesto al principio del relato cuando Matías (Sebastián Molinaro), el hijito de 7 años del matrimonio regresa a su casa y contempla el lamentable estado de la madre después de uno de los acostumbrados ataques del padre. De allí en más Laura, que se encuentra en los primeros estadios de un embarazo, junto a Matías huyen del hogar buscando diferentes refugios para sentirse protegidos. Siguiendo las desventuras vividas por la madre y su hijo, el relato va creando una atmósfera de tensión y suspenso narrando cómo Laura y Matías pueden sobrevivir con escasos recursos disponibles y bajo la amenaza permanente de un marido que a toda costa –a través del teléfono- insta a su mujer a retornar al hogar. Con una ciudad de Buenos Aires como telón de fondo que luce grisácea, dura e inhóspita, Lerman ilustra con acierto la desintegración de una pareja y de una familia a la vez que su film constituye un buen alegato contra cualquier forma de violencia física.
Dentro de los filmes que despierta interés por su naturaleza enigmática se encuentra Corrections Class (Rusia), ópera prima de Ivan I. Tverdovsky. El relato, difícil de catalogar, transcurre en una escuela de enseñanza media donde sus alumnos reciben una especial atención por presentar diferentes tipos de discapacidades o deficiencias físicas; entre ellos se encuentra Lena (María Poezhaeva), una animada adolescente quien sufriendo de una enfermedad muscular se debe desplazar en silla de ruedas. Al principio la joven logra adaptarse muy bien a sus compañeros donde Misha (Nikita Kukushkin), el líder del grupo, se siente atraído por ella; sin embargo, ella prefiere a Anton (Filipp Avdeyev), un elegante y tímido alumno que sufre de epilepsia, cuya prejuiciosa madre (Olga Lapshina) se opone tenazmente a esa relación. Gradualmente, los acontecimientos tienden a complicarse para Lena quien a causa de un desgarrante bullying (acoso escolar), es finalmente objeto de un agresivo y penoso ataque de violencia originando escenas altamente perturbadoras. Este lúgubre retrato de jóvenes discapacitados está muy bien realizado y actuado aunque es difícil precisar hacia dónnde verdaderamente apunta; con todo es posible apreciar a través de su trama algunos aspectos xenofóbicos que afectan a la sociedad rusa.
Los efectos de la guerra en la estabilidad mental de quienes participan en la misma quedan reflejados en Le Militaire (Canadá) de Noél Mitrani. Con una pulcra narración minimalista, Laurent Lucas es prácticamente el único personaje de una historia que lo muestra caracterizando a un ex militar francés que después de su participación en el conflicto bélico de Afganistán, además de haber quedado parcialmente discapacitado, se encuentra emocionalmente perturbado. Lucas transmite cabalmente la psicología de este personaje cuya vida diaria está alimentada por frecuentes delirios y en donde su efímero contacto social se produce al interactuar con una chica a quien encuentra en un parque. En este film inquietante y de escasos diálogos Mitrani logra que sus imágenes expresen por sí solas el drama de un individuo imposibilitado de reanudar una existencia normal por los traumáticos acontecimientos experimentados en el pasado.
The Owners (Kazakhstan) es un interesante film del realizador Adilkhan Yerzhanov quien mediante una ingeniosa historia expone algunas situaciones que acontecen en su país de origen. Un ex convicto de 25 años (Aidyn Sakhaman) junto con su hermano adolescente (Yerbolat Yerzhan) y una hermana epiléptica de 12 años (Aliya Zainalova) después de la muerte de su madre, dejan la ciudad de Almaty para comenzar una nueva vida en la casa heredada que se encuentra en una zona rural. Sin embargo se topan con el serio problema de que el lugar está habitado por un alcohólico inquilino (Bauyrzhan Kaptagai) que no está dispuesto a desocuparlo y que se encuentra protegido por su hermano (Nurbek Mukushev), un corrupto jefe de policía local. A pesar del dramatismo suscitado por la violenta disputa que se genera en torno a la posesión de la vivienda, el director optó por relatar esta historia adoptando un humor irónico, mordaz y absurdo, e ilustrando cómo el ejercicio discrecional del poder conduce a que la justicia e igualdad social de los ciudadanos resulten cuestionadas.
Basado en hechos reales acontecidos en 1996,el realizador etíope Zeresenay Berhane Mehari evidencia una gran madurez con su ópera prima Difret (Etiopía) donde su cautivante relato ilustra características culturales prevalecientes en el interior de Etiopía. Siguiendo tradiciones ancestrales, ha sido práctica usual que las mujeres fuesen secuestradas forzadamente por parte de hombres que pretendían casarse con ellas; eso es lo que acontece con Hirut (Tizita Hagere), una jovencita de 14 años, que al regresar de la escuela para dirigirse a la aldea en que vive ‑ubicada a 3 horas de la capital de Etiopia‑, es raptada por un grupo de jinetes liderados por Tadele (Girma Teshome), quienes la llevan a un refugio para obligarla a casarse con él. Después que Tadele la viola, ella logra escaparse provista de un rifle, y cuando es perseguida por los hombres logra defenderse matando a su indeseado pretendiente; por parte de los aldeanos, y a pesar de su edad, esta adolescente está condenada a muerte por la acción cometida pese a que ha sido en autodefensa. Afortunadamente, Meaza Ashenafi (Meron Getnet), fundadora y directora ejecutiva de la Asociación de Mujeres Abogadas de Etiopía, está dispuesta a ocuparse del caso atravesando un sinfín de obstáculos para lograr que Hirut sea absuelta. El guión que pertenece al realizador claramente ilustra la condición femenina sobre los derechos legítimos que le asisten para obtener una educación formal al igual que el hombre y a no estar sumida a costumbres que de ningún modo se ajustan al comportamiento de un mundo civilizado. No resulta extraño que en este proyecto figure el nombre de Angelina Jolie como productora ejecutiva, dado que esta sensible actriz y realizadora siempre ha estado comprometida socialmente abogando por la consideración y respeto que merece la mujer. En los créditos finales del film se lee que entre 1995 y 2002 la organización de Meaza ayudó a más de 30.000 mujeres y niñas que habían sido raptadas por el motivo expuesto. Lo acontecido con Hirut sirvió para que hoy día todo rapto para casamiento sea considerado ilegal y castigado con 5 años de prisión. Este film, además de ser uno de los mejores trabajos presentados en este festival, obtuvo merecidamente el premio del público.