STILL ALICE. Estados Unidos, 2014. Un film escrito y dirigido por Richard Glatzer y Wash Westmoreland
Aunque generalmente los relatos fílmicos que desprenden lágrimas son calificados con el despectivo mote de “lacrimógenos”, hay veces en donde esta calificación resulta inapropiada. Tal es el caso del magnífico melodrama Still Alice, basado en el libro homónimo de Lisa Genova y adaptado para el cine por sus realizadores Richard Glatzer y Wash Wesmoreland que no dejará a nadie indiferente por su extraordinaria emotividad y en donde es posible que los ojos de ciertos espectadores segreguen algunas lágrimas contemplando su desarrollo.
Pocos días después de que Alice (Julianne Moore), una brillante experta en lingüística y catedrática de la Universidad de Columbia, celebra sus 50 años rodeada del cariño de su familia en un restaurante de Manhattan, se encuentra de visita en la Universidad de Los Ángeles para una conferencia sobre un tema de su especialidad; en su disertación olvida momentáneamente una palabra sin que el episodio trascienda en el público asistente. Cuando regresa a Nueva York y practica jogging en las calles de Manhattan pierde momentáneamente el sentido de orientación; preocupada por lo sucedido decide consultar a su médico. Tras unos exámenes radiológicos, el concluyente diagnóstico indica que se encuentra en los primeros estadios de Alzheimer y que su condición irá empeorando con el paso del tiempo, lo que en el caso de ella será mas rápido por la temprana edad en que es afectada; para peor, es muy probable que por razones genéticas la enfermedad pueda ser heredada por sus hijos.
De allí en más el relato sumerge al espectador en todas las instancias que va atravesando el personaje central. Entre varios de sus momentos álgidos figura aquél en que Alice no pudiendo ocultar después de un cierto tiempo lo que le está pasando, se lo comunica angustiada en medio de la noche a su marido (Alec Baldwin); no menos dramático es cuando el matrimonio reúne a sus tres hijos adultos (Kristen Stewart, Kate Bosworth, Hunter Parrish) para informarles sobre lo que está aconteciendo con su madre, a la vez que les inducen a que realicen sus respectivos análisis para comprobar si ellos pueden quedar afectados en el futuro por este mal.
En el proceso de valoración de este notable film no puede dejar de admitirse que su tema se presta al fácil sentimentalismo. Sin embargo, los realizadores han cuidado de que ello no ocurra prefiriendo que la audiencia siga el trayecto de Alice, la progresión de su enfermedad, su lucha para querer combatirla así como su enorme pena, a través de una narración sobria aunque decididamente realista. Si el guión ha logrado que el derrotero de su protagonista repercuta con innegable fuerza, eso puede en parte deberse a que Richard Glatzer habiendo experimentado la esclerosis lateral amiotrófica (una enfermedad degenerativa de carácter neuromuscular) haya captado en toda su dilmensión el espíritu de la novela original.
Julianne Moore ofrece la mejor actuación de su carrera profesional en la caracterización que realiza de Alice. Cuidando de no extralimitarse en su interpretación, deslumbra con los diferentes matices de su expresión facial dando vida a una mujer de gran inteligencia que como lingüista comprende todos los mecanismos inherentes al lenguaje, siendo absolutamente consciente de que su deterioro va afectando su habilidad cuando las palabras van desapareciendo de su habla. Aunque trata desesperadamente de no rendirse a la inexorable enfermedad, sabe muy bien lo que habrá de aguardarla y es así que no puede ocultar su rabia, frustración e impotencia al no poder revertir ni detener el proceso de su mal.
Acompañando a Moore se encuentra Baldwin quien como el devoto y amante marido que siempre consideró a su cónyuge como la mujer más bella e inteligente del mundo, llega un momento en que a pesar del amor y apoyo brindado comprueba como lentamente su matrimonio va sufriendo también los embates del Alzheimer.
Conclusión: Un film afectivo, tierno y dolorosamente humano que además de tratar con absoluta honestidad los vericuetos de una cruenta enfermedad, vale la pena verlo por la consagratoria actuación de Julianne Moore. Jorge Gutman