Inexo­ra­ble Decli­na­ción Mental

STILL ALI­CE. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Richard Glatzer y Wash Westmoreland

Aun­que gene­ral­men­te los rela­tos fíl­mi­cos que des­pren­den lágri­mas son cali­fi­ca­dos con el des­pec­ti­vo mote de “lacri­mó­ge­nos”, hay veces en don­de esta cali­fi­ca­ción resul­ta inapro­pia­da. Tal es el caso del mag­ní­fi­co melo­dra­ma Still Ali­ce, basa­do en el libro homó­ni­mo de Lisa Geno­va y adap­ta­do para el cine por sus rea­li­za­do­res Richard Glatzer y Wash Wes­mo­re­land que no deja­rá a nadie indi­fe­ren­te por su extra­or­di­na­ria emo­ti­vi­dad y en don­de es posi­ble que los ojos de cier­tos espec­ta­do­res segre­guen algu­nas lágri­mas con­tem­plan­do su desarrollo.

 Julianne Moore

Julian­ne Moore

Pocos días des­pués de que Ali­ce (Julian­ne Moo­re), una bri­llan­te exper­ta en lin­güís­ti­ca y cate­drá­ti­ca de la Uni­ver­si­dad de Colum­bia, cele­bra sus 50 años rodea­da del cari­ño de su fami­lia en un res­tau­ran­te de Manhat­tan, se encuen­tra de visi­ta en la Uni­ver­si­dad de Los Ánge­les para una con­fe­ren­cia sobre un tema de su espe­cia­li­dad; en su diser­ta­ción olvi­da momen­tá­nea­men­te una pala­bra sin que el epi­so­dio tras­cien­da en el públi­co asis­ten­te. Cuan­do regre­sa a Nue­va York y prac­ti­ca jog­ging en las calles de Manhat­tan pier­de momen­tá­nea­men­te el sen­ti­do de orien­ta­ción; preo­cu­pa­da por lo suce­di­do deci­de con­sul­tar a su médi­co. Tras unos exá­me­nes radio­ló­gi­cos, el con­clu­yen­te diag­nós­ti­co indi­ca que se encuen­tra en los pri­me­ros esta­dios de Alzhei­mer y que su con­di­ción irá empeo­ran­do con el paso del tiem­po, lo que en el caso de ella será mas rápi­do por la tem­pra­na edad en que es afec­ta­da; para peor, es muy pro­ba­ble que por razo­nes gené­ti­cas la enfer­me­dad pue­da ser here­da­da por sus hijos.

De allí en más el rela­to sumer­ge al espec­ta­dor en todas las ins­tan­cias que va atra­ve­san­do el per­so­na­je cen­tral. Entre varios de sus momen­tos álgi­dos figu­ra aquél en que Ali­ce no pudien­do ocul­tar des­pués de un cier­to tiem­po lo que le está pasan­do, se lo comu­ni­ca angus­tia­da en medio de la noche a su mari­do (Alec Bald­win); no menos dra­má­ti­co es cuan­do el matri­mo­nio reúne a sus tres hijos adul­tos (Kris­ten Ste­wart, Kate Bos­worth, Hun­ter Parrish) para infor­mar­les sobre lo que está acon­te­cien­do con su madre, a la vez que les indu­cen a que reali­cen sus res­pec­ti­vos aná­li­sis para com­pro­bar si ellos pue­den que­dar afec­ta­dos en el futu­ro por este mal.

En el pro­ce­so de valo­ra­ción de este nota­ble film no pue­de dejar de admi­tir­se que su tema se pres­ta al fácil sen­ti­men­ta­lis­mo. Sin embar­go, los rea­li­za­do­res han cui­da­do de que ello no ocu­rra pre­fi­rien­do que la audien­cia siga el tra­yec­to de Ali­ce, la pro­gre­sión de su enfer­me­dad, su lucha para que­rer com­ba­tir­la así como su enor­me pena, a tra­vés de una narra­ción sobria aun­que deci­di­da­men­te rea­lis­ta. Si el guión ha logra­do que el derro­te­ro de su pro­ta­go­nis­ta reper­cu­ta con inne­ga­ble fuer­za, eso pue­de en par­te deber­se a que Richard Glatzer habien­do expe­ri­men­ta­do la escle­ro­sis late­ral amio­tró­fi­ca (una enfer­me­dad dege­ne­ra­ti­va de carác­ter neu­ro­mus­cu­lar) haya cap­ta­do en toda su dil­men­sión el espí­ri­tu de la nove­la original.

Julian­ne Moo­re ofre­ce la mejor actua­ción de su carre­ra pro­fe­sio­nal en la carac­te­ri­za­ción que rea­li­za de Ali­ce. Cui­dan­do de no extra­li­mi­tar­se en su inter­pre­ta­ción, des­lum­bra con los dife­ren­tes mati­ces de su expre­sión facial dan­do vida a una mujer de gran inte­li­gen­cia que como lin­güis­ta com­pren­de todos los meca­nis­mos inhe­ren­tes al len­gua­je, sien­do abso­lu­ta­men­te cons­cien­te de que su dete­rio­ro va afec­tan­do su habi­li­dad cuan­do las pala­bras van des­apa­re­cien­do de su habla. Aun­que tra­ta deses­pe­ra­da­men­te de no ren­dir­se a la inexo­ra­ble enfer­me­dad, sabe muy bien lo que habrá de aguar­dar­la y es así que no pue­de ocul­tar su rabia, frus­tra­ción e impo­ten­cia al no poder rever­tir ni dete­ner el pro­ce­so de su mal.

Acom­pa­ñan­do a Moo­re se encuen­tra Bald­win quien como el devo­to y aman­te mari­do que siem­pre con­si­de­ró a su cón­yu­ge como la mujer más bella e inte­li­gen­te del mun­do, lle­ga un momen­to en que a pesar del amor y apo­yo brin­da­do com­prue­ba como len­ta­men­te su matri­mo­nio va sufrien­do tam­bién los emba­tes del Alzheimer.

Con­clu­sión: Un film afec­ti­vo, tierno y dolo­ro­sa­men­te humano que ade­más de tra­tar con abso­lu­ta hones­ti­dad los veri­cue­tos de una cruen­ta enfer­me­dad, vale la pena ver­lo por la con­sa­gra­to­ria actua­ción de Julian­ne Moo­re.  Jor­ge Gutman

Cri­sis de un Actor Maduro

THE HUM­BLING. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Barry Levinson

Podrá tra­tar­se de sim­ple coin­ci­den­cia pero resul­ta curio­so com­pro­bar cómo The Hum­bling se ase­me­ja a Bird­man en lo que se refie­re a la natu­ra­le­za del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co, con la dife­ren­cia de que el film de Ale­jan­dro Gon­zá­lez Iñá­rri­tu es deci­di­da­men­te supe­rior a lo que el rea­li­za­dor Barry Levin­son ofre­ce aquí.

Al Pacino

Al Pacino

Al Pacino demues­tra nue­va­men­te sus rele­van­tes con­di­cio­nes de actor per­mi­tien­do de este modo con­tra­rres­tar par­cial­men­te las debi­li­da­des de esta des­igual pelí­cu­la. Su tra­ma que está basa­da en la nove­la del mis­mo nom­bre de Phi­lip Roth con un guión escri­to por Buck Henry y Michal Zebe­de no es lo sufi­cien­te­men­te atrac­ti­va como para que lle­gue a una amplia audien­cia, ni tam­po­co con­tie­ne los ele­men­tos nece­sa­rios para con­for­mar a un públi­co selectivo.

Pacino ani­ma a Simon Axler, un actor ego­cén­tri­co de 67 años de edad quien se encuen­tra en un esta­do de cri­sis exis­ten­cial al com­pro­bar que ya no goza de la popu­la­ri­dad de otros tiem­pos, a la vez que cree estar per­dien­do sus con­di­cio­nes artís­ti­cas. Al comen­zar el rela­to sale a esce­na para repre­sen­tar la obra de Sha­kes­pea­re As you Like it y repen­ti­na­men­te se arro­ja des­de el esce­na­rio hacia la pla­tea del tea­tro. Sin deter­mi­nar exac­ta­men­te si se tra­tó de un acci­den­te o un inten­to de sui­ci­dio, lo cier­to es que es tras­la­da­do a un cen­tro psi­quiá­tri­co de reha­bi­li­ta­ción; allí, en un gru­po de tera­pia es abor­da­do por Sybil (Nina Aran­da), una mujer de la socie­dad que, habién­do­lo vis­to actuar en un film inter­pre­tan­do a un ase­sino, le pide que mate a su mari­do por­que según ella abu­só de su joven hija.

https://www.youtube.com/watch?v=JuFWn6IO8zE

Dejan­do a un lado lo que ante­ce­de, el rela­to adop­ta otro rum­bo cuan­do el actor des­pués de salir de la ins­ti­tu­ción, apa­ren­te­men­te recu­pe­ra­do de sus ten­den­cias sui­ci­das y deci­di­do a renun­ciar por com­ple­to a la actua­ción, retor­na a su gran man­sión de Con­nec­ti­cut. Allí reci­be la visi­ta de Pegeen (Gre­ta Ger­wig), una mujer de 33 años que es hija de vie­jos ami­gos acto­res y a quien no había vis­to des­de que tenía 10 años; ella le mani­fies­ta haber­se ena­mo­ra­do de él des­de hace mucho tiem­po, a pesar de ser les­bia­na. Ade­más de sedu­cir fácil­men­te a Simon, des­pier­ta en él sen­ti­mien­tos amo­ro­sos insos­pe­cha­dos a la vez que logra ins­ta­lar­se en su casa. De allí en más, la vida del anfi­trión se ve entre­mez­cla­da con la apa­ri­ción de los padres de Pageen (Dian­ne Wiest, Dan Heda­ya) exi­gién­do­le que deje a su hija, así como con la visi­ta de un tran­se­xual ex aman­te de la joven (Billy Porter).

Como lo que se con­tem­pla es a tra­vés de la visión de la men­te emo­cio­nal­men­te ines­ta­ble de Simon es difí­cil afir­mar si lo vivi­do con Pageen for­ma par­te de su ima­gi­na­ción o si res­pon­de a la reali­dad de los hechos; más aún, tam­po­co se sabe si su inten­ción de retor­nar a las tablas para actuar en otra obra de Sha­kes­pea­re es ver­da­de­ra. De todos modos ni el enfo­que temá­ti­co de un indi­vi­duo inca­paz de sepa­rar su rol de actor con lo que acon­te­ce en su vida per­so­nal, como tam­po­co el inten­to de retra­tar las fan­ta­sías sexua­les de un hom­bre madu­ro en esta­do deca­den­te resul­tan con­vin­cen­tes en la pre­sen­te narración. .

A pesar de algu­nos momen­tos diver­ti­dos de su tra­ma, la pelí­cu­la no lle­ga a encon­trar su foco pre­ci­so, sin saber si lo que se con­tem­pla es una sáti­ra o más bien una tra­gi­co­me­dia fan­ta­sio­sa. De todos modos, las obje­cio­nes seña­la­das no des­me­re­cen la bue­na actua­ción de Ger­wig, ni menos aún la de Pacino cuyo exce­len­te desem­pe­ño ami­no­ra las debi­li­da­des del rela­to. Jor­ge Gutman

Un Entra­ña­ble Oso

PAD­DING­TON. Gran Bre­ta­ña-Fran­cia, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Paul King

Fusio­nan­do ade­cua­da­men­te la actua­ción de per­so­na­jes en vivo con otros ani­ma­dos digi­tal­men­te lle­ga a la pan­ta­lla el oso Pad­ding­ton basa­do en el libro del escri­tor inglés Michael Bond “A Bear Called Pad­ding­ton” publi­ca­do en 1958. Aun­que en la lite­ra­tu­ra infan­til no fal­tan ani­ma­les que hablen, lo cier­to es que con su espe­cial encan­to este ani­ma­li­to par­lan­te logró atraer la aten­ción de millo­nes de lectores.

El oso PADDINGTON

El oso PADDINGTON

En su tras­la­do al cine, el film sigue con­ser­van­do la fres­cu­ra y gra­cia del libro ori­gi­nal debi­do en gran par­te a la bue­na adap­ta­ción rea­li­za­da por el direc­tor Paul King quien brin­da un agra­da­ble entre­te­ni­mien­to tan­to para los niños que dis­fru­tan de las tra­ve­su­ras y aven­tu­ras del oso como para los adul­tos con­quis­ta­dos por el ameno relato.

Pad­ding­ton (voz de Ben Wishaw) vive apa­ci­ble­men­te con su tío Pas­tu­zo (voz de Michael Gam­bon) y la tía Lucy (voz de Imel­da Staun­ton) en una sel­va perua­na; todo va bien has­ta que a cau­sa de un terre­mo­to ines­pe­ra­do es lle­va­do por Lucy a un bar­co para que via­je a Lon­dres y pue­da aspi­rar a un futu­ro mejor. La razón de haber ele­gi­do tal des­tino se debe a que años atrás sus tíos cono­cie­ron a un famo­so explo­ra­dor bri­tá­ni­co (Tim Dow­nie) que visi­tó el lugar y al par­tir de allí les pro­me­tió que el día que deci­die­ran via­jar a Ingla­te­rra serían obje­to de una cáli­da recep­ción. Des­pués de haber via­ja­do como poli­zon­te, el joven turis­ta arri­ba a Lon­dres para hallar­se final­men­te en la esta­ción ferro­via­ria de Pad­ding­ton com­ple­ta­men­te solo y sin rum­bo fijo has­ta que sale al encuen­tro de la fami­lia Brown. Con su capa­ci­dad para hablar y domi­nan­do el idio­ma inglés, el via­je­ro se gana rápi­da­men­te la sim­pa­tía de la mamá (Sally Haw­kins) y de los dos niños (Made­lei­ne Harris, Samuel Jos­lin), aun­que el papá (Hugh Bon­ne­vi­lle) no logra al prin­ci­pio com­pa­de­cer­se por él. Final­men­te los Brown le ofre­cen alber­gue en su hogar y a par­tir de ese momen­to la ruti­na fami­liar se ve alte­ra­da con los invo­lun­ta­rios e inevi­ta­bles tro­pie­zos que cau­sa el encan­ta­dor hués­ped. Para crear un poco de ten­sión y cli­ma dra­má­ti­co al rela­to, no fal­ta la pre­sen­cia de una astu­ta y des­pia­da­da taqui­der­mis­ta (Nico­le Kid­man) que quie­re cap­tu­rar­lo para que for­me par­te de su colec­ción en el Museo de His­to­ria Natu­ral de Lon­dres; natu­ral­men­te, como es de espe­rar la san­gre no lle­ga al río.

Diri­gi­do con esti­lo clá­si­co y gran fine­za, esta fan­ta­sía adquie­re un tono mági­co atra­yen­te brin­dan­do meta­fó­ri­ca­men­te algu­nas mora­le­jas alec­cio­na­do­ras, como el pro­ce­so de adap­ta­ción que atra­vie­sa el ani­mal al tener que des­arrai­gar­se del medio cul­tu­ral al que per­te­ne­ció fren­te a otro modo de vida, como así tam­bién la soli­da­ri­dad y tole­ran­cia que encuen­tra en Lon­dres don­de de huér­fano des­am­pa­ra­do logra obte­ner un cáli­do y cari­ño­so nue­vo hogar.

Con­clu­sión: Con logra­dos dise­ños de pro­duc­ción, un elen­co homo­gé­neo satis­fac­to­rio, un humor que a veces raya en lo absur­do (en el buen sen­ti­do del tér­mino), su cuo­ta de huma­ni­dad más la sim­pa­tía que irra­dia el que­ri­do per­so­na­je, el film gana fácil­men­te el cora­zón del espec­ta­dor. Jor­ge Gutman

La Lec­ción de Ana

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

EL VALIO­SO LEGA­DO DE UNA SEN­SI­BLE ADOLESCENTE

LE JOUR­NAL D’ANNE FRANKTex­to: Eric-Emma­nuel Sch­mitt, basa­do en El Dia­rio de Ana FrankDirec­ción: Lorrai­ne Pin­tal — Elen­co: Sébas­tien Dod­ge, Paul Dou­cet, Benoît Drouin-Ger­main, Jac­ques Girard, Marie-Fran­ce Lam­bert, Kasia Mali­nows­ka, Sophie Pré­gent, Mylè­ne St-Sau­veur, Marie-Hélè­ne Thi­bault — Deco­ra­dos: Daniè­le Léves­que – Ves­tua­rio: Marc Sené­cal – Ilu­mi­na­ción y con­cep­tos de video: Erwann Ber­nard – Músi­ca Ori­gi­nal y Arre­glos: Jora­ne. Dura­ción: 2 horas (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 13 de febre­ro de 2015 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Foto de Yves Renaud

Foto de Yves Renaud

Ver­da­de­ra­men­te inte­li­gen­te ha sido la deci­sión de Lorrai­ne Pin­tal, direc­to­ra artís­ti­ca del TNM, de mon­tar aho­ra esta pie­za para con­me­mo­rar el sep­tua­gé­si­mo ani­ver­sa­rio de la muer­te de Ana Frank como así tam­bién los 75 años del comien­zo de la Segun­da Gue­rra Mun­dial. Al así hacer­lo esta com­pa­ñía tea­tral rin­de tri­bu­to a una extra­or­di­na­ria ado­les­cen­te que esta­ba lejos de supo­ner que su dia­rio per­so­nal lle­ga­ría a tras­cen­der mun­dial­men­te a tra­vés de la lite­ra­tu­ra, cine, tea­tro y tele­vi­sión, man­te­nien­do vigen­cia con el paso del tiempo.

Uno de los aspec­tos sóli­dos de la pro­duc­ción que se comen­ta resi­de en la adap­ta­ción tea­tral rea­li­za­da por el dra­ma­tur­go Eric-Emma­nuel Sch­mitt; res­pe­tan­do la esen­cia de la obra ori­gi­nal, intro­du­ce un pró­lo­go muy intere­san­te tenien­do en cuen­ta la pers­pec­ti­va y visión del padre de Ana.

La pie­za comien­za cuan­do Otto Frank (Paul Dou­cet) habien­do logra­do sal­var­se del cam­po de con­cen­tra­ción de Ausch­witz don­de su espo­sa murió retor­na des­pués de la gue­rra a Ams­ter­dam con la espe­ran­za de reen­con­trar­se con sus hijas Ana y Mar­got Al ente­rar­se de que ellas han muer­to en los meses fina­les de la gue­rra, el gran dolor que sien­te es en par­te ate­nua­do cuan­do al retor­nar a su empre­sa Miep Gies (Sophie Pré­gent), la fiel emplea­da no judía que ayu­dó a la fami­lia duran­te su cau­ti­ve­rio, le entre­ga el dia­rio escri­to por Ana que había reci­bi­do de él cuan­do cum­plió 13 años y que la poli­cía ale­ma­na había deja­do aban­do­na­do en el sue­lo des­pués de que los Frank fue­sen arres­ta­dos. Es ahí que Otto comien­za su lec­tu­ra y a medi­da que se impo­ne de lo que su hija había escri­to des­de junio de 1942 has­ta agos­to de 1944 que­da emo­ti­va­men­te sor­pren­di­do por la pro­fun­di­dad e ima­gi­na­ción de Ana y es así que el fan­tas­ma del pasa­do revi­ve en su memo­ria los dos años en que la fami­lia vivió ence­rra­da en un piso supe­rior ane­xo a su empre­sa para ocul­tar­se de la Gestapo.

En el con­te­ni­do del dia­rio que­da plas­ma­da la hon­da sen­si­bi­li­dad de su escri­to­ra expre­san­do sus ínti­mos sen­ti­mien­tos y su amor por la vida a pesar de estar enclaus­tra­da en el escon­dri­jo con otras 7 per­so­nas que inclu­yen a sus padres (Dou­cet, Marie-Fran­ce Lam­bert), su her­ma­na mayor (Kasia Mali­nows­ka), el matri­mo­nio Van Pels (Jac­ques Girard Van Pels, Marie-Hélè­ne Thi­bault) y su hijo Peter (Benoît Drouin-Ger­main) de 16 años y un den­tis­ta judío (Sébas­tien Dod­ge). A pesar de las cir­cuns­tan­cias nega­ti­vas que impli­ca el encie­rro, la narra­ción no exclu­ye, entre otras situa­cio­nes, algu­nos momen­tos de humor gene­ra­dos por la inso­por­ta­ble seño­ra Van Pels, cier­tas aspe­re­zas de la ado­les­cen­te con su madre así como las pri­me­ras sen­sa­cio­nes amo­ro­sas que expe­ri­men­ta en su rela­ción con Peter.

Ade­más de la logra­da adap­ta­ción de Sch­mitt, cabe des­ta­car la acer­ta­da pues­ta en esce­na de Lorrai­ne Pin­tal quien diri­gien­do a un inob­je­ta­ble elen­co logra que sus acto­res trans­mi­tan ple­na­men­te las varia­das emo­cio­nes y sin­sa­bo­res expe­ri­men­ta­dos duran­te el obli­ga­do cau­ti­ve­rio. No menos des­ta­ca­ble es el mini­ma­lis­ta deco­ra­do de Daniè­le Léves­que que com­pren­de dos pisos uni­dos por una esca­le­ra, don­de uno de los mis­mos repre­sen­ta la ofi­ci­na de Otto y el otro es el escon­dri­jo don­de están con­fi­na­dos los per­so­na­jes de esta his­to­ria. Para resal­tar el desa­rro­llo dra­má­ti­co de la narra­ción, la expe­rien­cia tea­tral se con­ju­ga con un efi­caz len­gua­je visual gra­cias al admi­ra­ble tra­ba­jo de Erwann Ber­nard quien con la apli­ca­ción de una sofis­ti­ca­da tec­no­lo­gía crea una visión cine­ma­to­grá­fi­ca rea­lis­ta del con­tex­to his­tó­ri­co del exter­mino nazi a tra­vés de fotos y mate­rial de archi­vo, inclu­yen­do entre los mis­mos el trans­por­te en tren de los judíos a los cam­pos de con­cen­tra­ción. La músi­ca de Jora­ne es otro ele­men­to que fun­cio­nal­men­te se aco­pla a los momen­tos dra­má­ti­cos del relato.

Más allá de la his­to­ria afec­ti­va que une a un padre con su hija, la pie­za deja a la huma­ni­dad el lega­do mara­vi­llo­so de una sen­si­ble ado­les­cen­te que a pesar del cal­va­rio vivi­do con su fami­lia, se des­pren­de de su dia­rio que ella “cree en la bon­dad inna­ta del ser humano, que la bru­ta­li­dad lle­ga­ra a su fin y que la cal­ma y la paz vol­ve­rán a rei­nar al mun­do”.

Esta subli­me y dra­má­ti­ca pie­za deja algu­nas impor­tan­tes lec­cio­nes a la nue­va gene­ra­ción de este siglo a fin de que los horren­dos epi­so­dios del Holo­caus­to no vuel­van a repe­tir­se. En tal sen­ti­do, su men­sa­je no pue­de ser más opor­tuno para que siguien­do la pré­di­ca de Ana, deba­mos alen­tar nues­tro opti­mis­mo de un mun­do mejor a pesar del rebro­te de vio­len­cia y anti­se­mi­tis­mo que afli­ge a Euro­pa y a dife­ren­tes regio­nes del pla­ne­ta en estos difí­ci­les momentos.

Con­clu­sión: Una obra de visión impres­cin­di­ble, real­za­da por la cali­dad de pro­duc­ción de la pre­sen­te ver­sión de Eric Emma­nuel Schmitt.

Un Héroe Legendario

AME­RI­CAN SNI­PER. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Clint Eastwood.

Des­pués de haber incur­sio­na­do en 2006 en dos bue­nos fil­mes béli­cos con Flags of Our Fathers y Let­ters From Iwo Jima, Clint East­wood repi­te esa expe­rien­cia enfo­can­do a Chris Kyle, el más ave­za­do fran­co­ti­ra­dor que haya teni­do Esta­dos Uni­dos. El pro­pó­si­to del film es des­cri­bir su com­ple­ja per­so­na­li­dad demos­tran­do has­ta dón­de pue­de lle­gar la devo­ción de un autén­ti­co patrio­ta de ser­vir a su país.

Bradley Cooper

Brad­ley Cooper

Brad­ley Cooo­per per­so­ni­fi­ca a Kyle y ya des­de la pri­me­ra esce­na ofre­ce una pri­me­ra impre­sión de su per­so­na cuan­do encon­trán­do­se en Irak al ser­vi­cio de los SEAL (los equi­pos de mar, aire y tie­rra de la arma­da de los Esta­dos Uni­dos) des­de el teja­do de una casa apun­ta su arma hacia una mujer y su niño mien­tras se encuen­tran cami­nan­do dis­pues­tos a lan­zar una gra­na­da a los mari­nes ubi­ca­dos a cor­ta dis­tan­cia. Dejan­do en sus­pen­so si dis­pa­ra­rá o no el gati­llo para evi­tar el aten­ta­do, la acción retro­ce­de a sus años de infan­cia en Texas y pos­te­rior­men­te a la eta­pa de su juven­tud don­de ya evi­den­cia con­di­cio­nes inna­tas de buen tira­dor; sobre­ven­drá des­pués su roman­ce con la joven Taya (Sien­na Miller) quien lle­ga­rá a ser su espo­sa y poco tiem­po des­pués de haber­se con­mo­cio­na­do por los epi­so­dios del 11 de sep­tiem­bre, sur­ge su nece­si­dad de enro­lar­se en la fuer­za arma­da de su país. Una vez reclu­ta­do es envia­do a Irak y es allí que demues­tra sus con­di­cio­nes de exper­to fran­co­ti­ra­dor para aba­tir con su mili­mé­tri­ca pun­te­ría en el cam­po de bata­lla a los insur­gen­tes enemi­gos a fin de pro­te­ger a sus com­pa­trio­tas. La mayor par­te del rela­to trans­cu­rre pre­ci­sa­men­te en el esce­na­rio béli­co a tra­vés de 4 via­jes que Kyle efec­túa a Irak en don­de al haber logra­do un récord de 160 acer­ta­das pun­te­rías se con­vier­te en leyen­da vivien­te como el más letal fran­co­ti­ra­dor de Esta­dos Unidos.

Como lo hicie­ra en sus dos ante­rio­res fil­mes béli­cos, East­wood ‑toman­do como refe­ren­cia el guión de Jason Hall en base a la auto­bio­gra­fía de Kyle de 2012- demues­tra la futi­li­dad de la gue­rra y la nece­dad de la vio­len­cia con­lle­van­do innu­me­ra­bles pér­di­das de vidas. Pero al pro­pio tiem­po, en el aná­li­sis que rea­li­za del pro­ta­go­nis­ta, logra trans­mi­tir la for­ma en que su actua­ción exi­to­sa en favor del país ha sido alcan­za­da a expen­sas de dejar en segun­do lugar a su abne­ga­da mujer e hijos, hecho que que­da muy bien refle­ja­do cuan­do al regre­sar a su hogar al tér­mino de cada misión se encuen­tra com­ple­ta­men­te alie­na­do al no poder dejar de lado a la gue­rra; así pare­cie­ra que se sien­te más cómo­do luchan­do en Irak y arries­gan­do su vida, que estan­do rodea­do por su fami­lia con el calor humano que emer­ge de la misma.

Como rela­to de gue­rra el film no agre­ga mucho a lo que ya se ha vis­to en oca­sio­nes pre­vias, pero lo que lo dis­tin­gue es el minu­cio­so estu­dio de un sol­da­do que per­ma­nen­te­men­te se encuen­tra inmer­so en el caos del com­ba­te y que ani­ma­do de un sen­ti­mien­to patrió­ti­co com­pen­sa la angus­tia emo­cio­nal que gene­ra su inhu­ma­na acti­vi­dad. Al pro­pio tiem­po, el rea­li­za­dor con­vin­cen­te­men­te expo­ne la difi­cul­tad de Kyle para rein­te­grar­se a la vida civil.

Ade­más de la remar­ca­ble direc­ción de East­wood que dota a esta his­to­ria con un gran huma­nis­mo, el film cuen­ta con la nota­ble inter­pre­ta­ción de Cooper. El actor carac­te­ri­za exce­len­te­men­te la fas­ci­nan­te per­so­na­li­dad de Kyle mos­trán­do­lo como un hom­bre de natu­ra­le­za aus­te­ra, intro­ver­ti­do e impi­dien­do que cual­quier sen­ti­men­ta­lis­mo refle­je sus emo­cio­nes inter­nas, dan­do como resul­ta­do un aca­ba­do retra­to del per­so­na­je a quien el des­tino le habría de depa­rar un trá­gi­co final des­pués de haber retor­na­do sano y sal­vo a su hogar.

Con­clu­sión: Un sobrio film de East­wood tri­bu­tan­do un home­na­je a un héroe de gue­rra con­ver­ti­do en leyenda.