FELIX ET MEIRA. Canadá, 2014. Un film de Maxime Giroux
Resulta interesante constatar la preocupación del director quebequense Maxime Giroux de enfocar un tema que considera el comportamiento de otras comunidades, además de la básicamente francófona, que conviven en la provincia de Quebec. Para ello ha concebido una interesante historia de amor que si bien en principio resultaría difícil de imaginar, logra convicción por la forma que adopta su narración como así también por la natural transformación que experimentan sus personajes a lo largo de la misma.
Sus dos principales protagonistas son Félix (Martin Dubreuil) y Meira (Hadas Yaron). El es un hombre secular francófono que perteneciendo a un medio social burgués no le interesa mucho el dinero que dispone y en esencia es un ser bohemio a la vez que solitario y errante; después de largo tiempo de no haber visto a su anciano padre (Benoît Girard), moralmente se siente inducido a visitarlo al hallarse moribundo y próximo a su fin. Por su parte, Meira es una joven madre de familia perteneciente a la comunidad jasídica de Montreal; descontenta en su matrimonio con Shulem (Luzer Twersky), un respetable rabino, y tratando de apartarse de las estrictas reglas religiosas que debe observar toda mujer de su condición, siente una notoria insatisfacción en su vida personal al no adecuarse al medio que la rodea. Después de la muerte del padre de Félix, éste se cruza con Meira en el barrio del Mile End de Montreal donde ambos viven sintiéndose inmediatamente atraído hacia ella cuando la observa paseando a su hijita en el cochecito. Aunque al tratar de abordarla Meira se resiste a entablar conversación, no pasa mucho tiempo para que, tímidamente al principio, se vincule sentimentalmente con él.
En la descripción de dos mundos completamente opuestos en el que viven sus protagonistas, parecería imposible que esa gran divergencia cultural en la que están embebidos pueda originar una historia de amor como la que se presencia. De allí que resulta encomiable la forma delicada y el bajo perfil empleado por el realizador para que este relato sobre dos seres dispares que encuentran solaz al estar uno junto al otro, trasunte la emoción necesaria que involucre al espectador.
Sin maniqueísmo alguno en la descripción de sus personajes, el guión de Giroux escrito con Alexandre Laferriere permite comprender cómo Meira, una mujer con ganas de disfrutar y gozar de la libertad natural que la vida puede ofrecerle y le es negada, se ve impulsada a salir de un ambiente en el que se siente asfixiada y atrapada por las reglamentaciones jasídicas; eso influye, entre otras cosas, sobre la forma en que debe vestirse, el uso obligado de una peluca ataviada a su cabello, el impedimento de escuchar música secular y/o cantar en su propio hogar.
A pesar de que es observada y controlada por su marido, el relato describe al rabino como un individuo noble que adherido a sus principios religiosos muy conservadores no puede permitir el comportamiento moderadamente liberal de su esposa, pero a medida que el tiempo transcurre es consciente de la lucha interna que ella sobrelleva para compatibilizar sus reales aspiraciones con la conducta obligada que debe mantener en la comunidad a la cual pertenece.
Si bien el aspecto central del relato gira en torno de Felix y Meira, el director aprovecha dicha historia para ofrecer con máximo respeto algunas de las modalidades de la vida insular llevada a cabo por un movimiento religioso ultraortodoxo y místico.
A nivel de la interpretación no podría aguardarse mayor naturalidad que la que ofrecen Yaron y Dubreuil, pero también es digno de destacar la participación de Twersky quien en la vida real había pertenecido a dicha comunidad y precisamente fue preparado para llevar a cabo una existencia similar a la del rabino Shulem lo que en consecuencia le resultó sencillo animar a dicho personaje con completa convicción.
Para concluir es necesario destacar que además de exponer el multiculturalismo prevaleciente en Montreal a través de esta inusual historia romántica, Giroux logra un film decididamente feminista retratando a una mujer que en procura de su propia identidad llega a emanciparse de su medio venciendo con valor cualquier clase de prejuicio existente.
Conclusión: Un film sutil y sensible que explora con fineza un terreno delicado y rara vez considerado por el cine canadiense. Jorge Gutman