Un Cuen­to de Hadas Siem­pre Vigente

CIN­DE­RE­LLA. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Ken­neth Branagh

El direc­tor Ken­neth Bra­nagh ha sali­do airo­so revi­vien­do la his­to­ria de la Ceni­cien­ta, un clá­si­co de la lite­ra­tu­ra infan­til que tuvo como pri­mer ante­ce­den­te fíl­mi­co la mara­vi­llo­sa pelí­cu­la ani­ma­da de Walt Dis­ney de 1950. En esta opor­tu­ni­dad, el rea­li­za­dor ha logra­do un film con per­so­na­jes en vivo, deli­ca­da­men­te román­ti­co, que lle­ga a impre­sio­nar gra­ta­men­te tan­to en lo que con­cier­ne a su narra­ti­va como por sus impor­tan­tes ele­men­tos de producción.

Basán­do­se en el libro de Char­les Perrault, el guión de Chris Weitz efec­tuó míni­mos cam­bios que de nin­gún modo alte­ra su con­te­ni­do. La his­to­ria comien­za ilus­tran­do los momen­tos feli­ces de la infan­cia de Ella (Lily James) rodea­da del cari­ño de sus padres (Hay­ley Atwell y Ben Cha­plin). En la con­for­ta­ble man­sión cam­pes­tre en que vive todo es color de rosa has­ta el día en que su madre enfer­ma y mue­re pre­ma­tu­ra­men­te, no sin antes dejar­le el con­se­jo de que ten­ga valor y cora­je en la vida y que sea amable.

 Lily James

Lily James

Pasa­do cier­to tiem­po su padre con­trae un nue­vo matri­mo­nio con Lady Tre­mai­ne (Cate Blan­chett), una viu­da alta­ne­ra que tie­ne dos hijas (Holli­day Grain­ger, Sophie McShe­ra) hue­cas, esno­bis­tas y com­ple­ta­men­te inso­por­ta­bles. Sin dejar de recor­dar a su ama­da madre, la joven tra­ta de adap­tar­se a la nue­va fami­lia aun­que ya se dejan sen­tir cier­tos resa­bios de des­pre­cio por par­te de su madras­tra y her­ma­nas­tras que se harán más evi­den­tes cuan­do su padre en uno de sus via­jes de nego­cios mue­re, deján­do­la huér­fa­na por com­ple­to. De allí en más sus for­za­das parien­tes no esca­ti­ma­rán esfuer­zo alguno para explo­tar­la como si fue­se una escla­va; ade­más, debi­do a su ros­tro cur­ti­do de ceni­za por los tra­ba­jos que se ve obli­ga­da a rea­li­zar, nues­tra heroí­na es rebau­ti­za­da por ellas al agre­gar a su nom­bre ori­gi­nal la pala­bra “cin­der” (ceni­za) para ser lla­ma­da de este modo “Cin­de­re­lla”.

En don­de esta ver­sión se apar­ta un poco de la ori­gi­nal es que la joven encuen­tra a su prín­ci­pe antes de que ten­ga lugar el famo­so bai­le de pala­cio. Así, en una tra­ve­sía que rea­li­za por el bos­que, la joven se topa con un jine­te (Richard Maden) y su séqui­to; él sin reve­lar­le de que es el prín­ci­pe disi­mu­la su con­di­ción adop­tan­do el rol de un apren­diz de pala­cio; la atrac­ción es mutua pero el des­tino que­rrá que un nue­vo y mági­co encuen­tro se pro­duz­ca en la fies­ta de pala­cio ofre­ci­da por el rey (Derek Jaco­bi) para que su hijo encuen­tre a la novia ideal que com­par­ta su vida.

Den­tro de lo que se aguar­da de un cuen­to de hadas, James res­pon­de con sim­pa­tía y deter­mi­na­ción a las carac­te­rís­ti­cas de la Ceni­cien­ta de Perrault; igual­men­te Maden es con­vin­cen­te como el prín­ci­pe dis­pues­to a rom­per las con­ven­cio­nes socia­les y lograr que su padre mori­bun­do acep­te su elec­ción de casar­se con una ple­be­ya. En otras actua­cio­nes, Blan­chett es la gran actriz de siem­pre y aquí se ajus­ta muy bien en el papel de la cruel, malé­vo­la y villa­na madras­tra; en un rol bre­ve que no exi­ge dema­sia­do, Hele­na Bonham Car­ter acier­ta como el hada madri­na que posi­bi­li­ta­rá a que Ella pue­da acu­dir como corres­pon­de a la fies­ta palaciega.

Al mar­gen de las inter­pre­ta­cio­nes, debe des­ta­car­se el mag­ní­fi­co dise­ño de pro­duc­ción con influen­cia barro­ca del gran artis­ta Dan­te Ferret­ti que lle­ga a impre­sio­nar con la esce­no­gra­fía logra­da; elo­gios simi­la­res mere­ce el ves­tua­rio con­ce­bi­do por Sandy Powell así como la foto­gra­fía de Haris Zam­bar­lou­kos y la román­ti­ca músi­ca de Patrick Doy­le. Final­men­te, los efec­tos espe­cia­les logra­dos por orde­na­dor crean una sen­sa­ción de real magia, cuan­do el hada madri­na logra la trans­for­ma­ción de raton­ci­tos en caba­llos, una cala­ba­za en ele­gan­te carrua­je, lagar­ti­jas en los mozos del mis­mo y un gan­so trans­for­ma­do en el con­duc­tor del vehícu­lo; hecho simi­lar se regis­tra cuan­do al sonar las cam­pa­na­das de la media­no­che todo retor­na al esta­do original.

Es posi­ble que esta ver­sión no lle­gue a supe­rar a la de Dis­ney; sin embar­go esta Ceni­cien­ta con­tem­po­rá­nea de car­ne y hue­so tie­ne per­ti­nen­cia por cuan­to ha sido muy bien rea­li­za­da por Bra­nagh quien vol­có el mis­mo esme­ro, refi­na­mien­to y meticu­losi­dad que carac­te­ri­zan a los tra­ba­jos más rele­van­tes de su filmografía.

Con­clu­sión: Esta nue­va Cin­de­re­lla cum­ple con los requi­si­tos nece­sa­rios de un buen film para toda la fami­lia y que indu­da­ble­men­te será el públi­co ado­les­cen­te, espe­cial­men­te el feme­nino, quien más goce con esta fan­ta­sio­sa his­to­ria de amorJor­ge Gutman