CHORUS. Canada, 2013. Un film escrito y dirigido por François Delisle
La pérdida de un hijo, que es sin lugar a dudas la peor tragedia que puede acontecerle a un ser humano, ha sido abordada por el cine en varias oportunidades, entre ellas en el excelente film La stanza del figlio (La Habitación del Hijo) de Nanny Moretti que en 2001 obtuvo la Palma de Oro en Cannes. A pesar de la familiaridad del triste tema, François Delisle vuelve a considerarlo a través de un drama minimalista de muy buen nivel que sin recurrir a ningún golpe efectista conmueve profundamente.
La desaparición sin huella alguna de Hugo, un niño de 8 años, acaecida en Montreal hace 10 años ha devastado a sus padres, Christophe (Sébastien Ricard) e Irene (Fanny Mallete). Esa desgracia motivó la ruptura del vínculo conyugal donde el marido optó por autoexiliarse en México en tanto que su mujer permaneció en Montreal. De él se sabe que al no haber superado lo acontecido su angustia lo ha llevado a pensar hasta en suicidarse, hecho que se refleja en una escena donde aparece desnudo en el mar dejando que las aguas lleven su cuerpo inmóvil, así como en algunos momentos de intimidad amorosa en que mirando a su pareja de turno no puede dejar de pensar en su hijo. Por su parte, Irene sigue viviendo el duelo de manera tal que le impide tener relaciones personales incluyendo a su propia madre (Geneviève Bujold) con quien mantiene una relativa distancia; incapaz de experimentar emociones, la única actividad que atenúa su dolor es su participación como vocalista de un coro en una iglesia local.
Lo que esta separada pareja estaba lejos de imaginar es lo que un presidiario (Luc Senay) le confiesa a un detective investigador (Didier Lucien) relatándole el grave delito cometido una década atrás cuando como pedófilo violó al pequeño Hugo y posteriormente lo asesinó. Impuesta de la cruel noticia, Irene desesperadamente se comunica telefónicamente con Christophe y le pide que retorne a Canadá a fin de que juntos completen las formalidades pertinentes para el demorado funeral.
Lo descripto se presta para un marcado melodrama pero Delisle lo elude sabiamente. Manteniendo un firme control de la narración permite que Chorus adquiera la fuerza emocional necesaria apelando a un lenguaje estrictamente cinematográfico de notable sutileza donde las imágenes antes que las palabras van expresando los sentimientos que se anidan en sus personajes. Y hablando de las soberbias imágenes contempladas, es mérito del realizador quien como director de fotografía haya recurrido a la filmación en blanco y negro para que el drama adquiera mayor intensidad.
Mallete así como Ricard sobresalen en los papeles protagónicos; brindando completa autenticidad a sus respectivos personajes transmiten cabalmente el drama de dos seres a quienes el destino les deparó una amarga jugada y que no pueden sino seguir viviendo a pesar de todo. En papeles de apoyo se destaca la veterana Bujold así como Pierre Curzi quien como el padre de Christophe trata de brindarle el mayor apoyo posible.
Para concluir, Delisle decide dejar un final abierto a su relato para que el público lo discuta después de la proyección. En todo caso lo que realmente cuenta es que el director ha logrado un film encomiable examinando las diferentes etapas que puede experimentar el dolor por una tragedia irreparable y sus efectos a través del tiempo. Jorge Gutman