WHITE GOD. Hungría, 2014. Un film de Kornel Mundruczó
Un film ambicioso, altamente provocativo y decididamente impactante es lo que se aprecia en White God del director húngaro Kornel Mundruczó. A través de un relato surrealista, el realizador considera el tema de la intolerancia étnica como una alegoría sobre lo que acontece actualmente en el mundo, donde los perros son víctimas de una cruel explotación humana.
El relato tiene lugar en Budapest y se centra en Lili (Zsofia Psotta), de 13 años de edad e hija de padres separados, y su perro lanudo Hagen a quien mucho quiere. Cuando su madre parte para Australia por 3 meses, su padre (Sandor Zsoter) se hace cargo de ella, aunque no ve con buenos ojos que también tenga que alojar a Hagen. Tratando de proteger a su animal Lili mantiene una tensa relación con su padre, hasta que en determinado momento él suelta al animal dejándolo abandonado en la calle.
De allí en más el relato se bifurca en dos direcciones diferentes. Por un lado enfoca a la adolescente quien deja la orquesta de la escuela donde toca la trompeta para lanzarse en una desesperada búsqueda recorriendo con su bicicleta las calles de la ciudad a fin de ubicar al perro librado al azar. Paralelamente, se asiste a las desventuras de Hagen donde después de ser atrapado junto a un grupo de perros errantes y trasladado a la perrera, logra con sus compañeros zafarse del encierro. De allí en más, estos animales sedientos de venganza y liderados por Hagen inician una violenta revuelta contra el “dios blanco”, al que alude el título del film, representado por el género humano y responsable de sus miserables destinos. A todo ello, el guión deja abierto de qué modo Lili podrá intervenir en la guerra entablada entre las víctimas y sus inhumanos opresores.
Además de la buena interpretación protagónica de Zsofia Psotta, cabe destacar la sorprendente actuación de los dos perros que animan a Hagen, quienes fueron magníficamente entrenados por Teresa Ann Miller; igualmente debe distinguirse la notable labor de Arpád Halasz quien fue responsable de adiestrar al resto de la fauna canina. Apreciando la importante secuencia de los perros invadiendo la ciudad en la persecución que realizan y en su enfrentamiento con la policía, causa admiración apreciar la extraordinaria coordinación lograda en el desplazamiento de los animales, teniendo en cuenta que para su filmación no se ha recurrido al empleo de imágenes digitales. Sin duda, todo ello contribuye a realzar los valores de este singular film.
Conclusión: White God es una notable fábula visionaria que actúa a modo de parábola política para reflejar las tensiones raciales existentes en diferentes regiones del mundo como así también la explotación de los sectores marginados de la sociedad moderna por parte de quienes abusan discrecionalmente del poder que les ha sido otorgado. Jorge Gutman