Un Exce­len­te Al Pacino

DANNY COLLINS. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Dan Fogelman

Si has­ta el pre­sen­te Dan Fogel­man era cono­ci­do como guio­nis­ta, aquí se ubi­ca por pri­me­ra vez detrás de la cáma­ra para abor­dar una his­to­ria sen­ti­men­tal, cier­ta­men­te edul­co­ra­da pero deci­di­da­men­te huma­na a pesar de los cli­sés y situa­cio­nes que ya se han vis­to en ante­rio­res pelí­cu­las de este género.

El per­so­na­je cen­tral es Danny Collins (Al Pacino), un vete­rano can­tan­te de rock sep­tua­ge­na­rio que habien­do con­quis­ta­do el éxi­to cuan­do joven lo sigue man­te­nien­do a pesar de su edad. Si bien en sus apa­ri­cio­nes públi­cas demues­tra con sus can­cio­nes y movi­mien­tos una arro­lla­do­ra ener­gía que trans­mi­te a una audien­cia moti­va­da a seguir­lo, fue­ra de esce­na uno con­tem­pla a un hom­bre paté­ti­co y soli­ta­rio de ros­tro aja­do; así, a pesar de dis­po­ner de dine­ro, fama, con­fort, cocaí­na y una bella baby doll cua­ren­ta años más joven que él, eso no alcan­za a brin­dar­le felicidad.

Al Pacino y Christopher Plummer

Al Pacino y Chris­topher Plummer

El úni­co sin­ce­ro víncu­lo que man­tie­ne Danny es con Frank, su ami­go y mana­ger (Chris­topher Plum­mer) quien a tra­vés de toda su carre­ra le dio prue­bas de su afec­to, hones­ti­dad y leal­tad; pre­ci­sa­men­te, es él quien le ofre­ce como rega­lo de cum­plea­ños una sor­pre­si­va nota que data de prin­ci­pios de la déca­da del 70 y que en su momen­to no le había lle­ga­do. Se tra­ta de una car­ta que John Len­non le había diri­gi­do don­de le indi­ca que debe seguir sus con­vic­cio­nes de artis­ta y ser sin­ce­ro con­si­go mis­mo. Con­mo­vi­do por lo que el inol­vi­da­ble inte­gran­te de los Beatles le había trans­mi­ti­do, don­de qui­zá de haber­se impues­to de su con­te­ni­do su carre­ra se habría desa­rro­lla­do de modo dife­ren­te, Danny deci­de can­ce­lar su últi­ma gira ade­más de poner fin a sus actua­cio­nes en públi­co y tra­tar de comen­zar una nue­va vida.

De allí en más, el guión tran­si­ta por sen­de­ros dema­sia­do tran­si­ta­dos. Así, en bús­que­da de reden­ción, deci­de tras­la­dar­se de Los Ánge­les a New Jer­sey para visi­tar a Tom (Bobby Can­na­va­le), un hijo adul­to que jamás había cono­ci­do y que resul­tó pro­duc­to de una aven­tu­ra noc­tur­na, así como a su agra­da­ble espo­sa (Jen­ni­fer Gar­ner) y su hiper­ac­ti­va hiji­ta (Gise­lle Eisen­berg); como era de espe­rar, un nada ami­ga­ble Tom recha­za la pre­sen­cia de un padre que jamás se intere­só en él. Sin embar­go, Danny no se da por ven­ci­do y per­sis­te en lo suyo has­ta lograr que el resen­ti­mien­to, eno­jo y fas­ti­dio de su hijo comien­ce a diluir­se a tra­vés de ges­tos pater­na­les que has­ta ese enton­ces no se habían evi­den­cia­do. Fogel­man no es reluc­tan­te para que su rela­to se vuel­va más sen­ti­men­tal con la pre­sen­cia de una gra­ve enfer­me­dad por par­te de uno de sus per­so­na­jes; a todo ello habrá que agre­gar el fino flir­teo que se pro­du­ce entre Danny y Mary (Annet­te Bening), la siem­pre son­rien­te geren­ta del hotel don­de se alo­ja, para que la his­to­ria se insi­núe románticamente.

Cier­ta­men­te, habrá que ven­cer cier­ta resis­ten­cia de vero­si­mi­li­tud para acep­tar lo que el rela­to pro­po­ne; así, resul­ta difí­cil com­pren­der que el efec­to de una car­ta pue­da pro­du­cir el mila­gro de un padre ausen­te que ade­más de acor­dar­se de que tie­ne un hijo de más de trein­ta años, ese hecho pue­da des­per­tar­le pro­fun­dos sen­ti­mien­tos pater­na­les que has­ta ese momen­to no habían exis­ti­do; ade­más la fami­lia­ri­dad del tema sobre el hom­bre arre­pen­ti­do que tra­ta de cubrir los baches del pasa­do bus­can­do su reden­ción, bor­dea peli­gro­sa­men­te con el melodrama.

Aho­ra bien, esta his­to­ria se hace pota­ble, entre otras razo­nes, por el afec­to que el direc­tor-guio­nis­ta tie­ne hacia sus per­so­na­jes y el alto nivel que obtie­ne del desem­pe­ño de su elen­co. En el rol cen­tral cabe dis­tin­guir la extra­or­di­na­ria inter­pre­ta­ción de Pacino; es uno de los autén­ti­cos auto­res de raza, don­de resul­ta alta­men­te gra­to obser­var sus ges­tos, movi­mien­tos, tono de voz y su for­ma expre­si­va de hablar; Bei­jing con­ven­ce con su enor­me sim­pa­tía y la for­ma en que su per­so­na­je inter­ac­cio­na con Danny a tra­vés de sabro­sos diá­lo­gos. Del res­to del elen­co, se dis­tin­gue amplia­men­te Plum­mer dan­do una vez más mues­tras que aún en un papel menor es el gran actor de siem­pre; den­tro de lo que el guión les deman­da tan­to Can­na­va­le como Gar­ner salen airo­sos del paso y final­men­te la niña Eisen­berg es todo un hallaz­go por la for­ma natu­ral en que se desem­pe­ña don­de cier­ta­men­te su for­ma rápi­da de hablar y mover­se pare­ce­ría que se está en pre­sen­cia de una ver­da­de­ra cria­tu­ra hiper­ac­ti­va. Otro de los fac­to­res que con­tri­bu­ye a real­zar al film es el logra­do sound­track con las can­cio­nes de John Len­non don­de siem­pre es moti­vo de delei­te escu­char la mara­vi­llo­sa músi­ca y letra de “Ima­gi­ne”.

Con­clu­sión: Un rela­to peque­ño, sin­ce­ro y ama­ble, que a pesar de sus limi­ta­cio­nes lle­ga al cora­zón del espec­ta­dor sobre todo pre­sen­cian­do la actua­ción del extra­or­di­na­rio y caris­má­ti­co PacinoJor­ge Gutman

La Volun­tad de Ser Joven

WHI­LE WERE YOUNG. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Noah Baumbach

La aspi­ra­ción de recu­pe­rar los años de juven­tud es uno de los aspec­tos con­si­de­ra­dos en Mien­tras Sea­mos Jóve­nes, una come­dia dra­má­ti­ca de Noah Baum­bach que cen­tra su aten­ción en un matri­mo­nio de media­na edad y las con­se­cuen­cias depa­ra­das en su encuen­tro con otra pare­ja mucho más joven.

Ben Stiller y Naomi Watts

Ben Sti­ller y Nao­mi Watts

Ben Sti­ller y Nao­mi Watts ani­man al matri­mo­nio inte­gra­do por Josh y Cor­ne­lia, de cua­ren­ta y tan­tos años; vivien­do en Nue­va York de mane­ra con­for­ta­ble, tra­tan de auto­con­ven­cer­se de que son autén­ti­ca­men­te feli­ces aun­que hay razo­nes para supo­ner lo con­tra­rio. Así, Cor­ne­lia deseo­sa de tener hijos ya ha teni­do varios abor­tos invo­lun­ta­rios y es cons­cien­te de que a su edad no podrá con­ce­bir nue­va­men­te. Josh, por su par­te, es un cineas­ta docu­men­ta­lis­ta que des­pués de haber hecho un film hace tiem­po, aho­ra se sien­te blo­quea­do para con­cluir el pro­yec­to en que está embar­ca­do des­de hace 10 años; a todo ello se agre­ga algu­nos pro­ble­mas de salud vin­cu­la­dos con su artri­tis y capa­ci­dad visual. En con­se­cuen­cia, la bue­na rela­ción con­yu­gal no pue­de ocul­tar una frus­tra­ción exis­ten­cial dado que a pesar de sen­tir­se jóve­nes, el paso infle­xi­ble del tiem­po les impo­ne una dife­ren­te realidad.

Sus vidas cobran un sig­ni­fi­ca­ti­vo impul­so cuan­do en una cla­se de cine don­de Josh ense­ña, él lle­ga a cono­cer a Jamie (Adam Dri­ver) y su espo­sa Darby (Aman­da Sey­fried), quie­nes son vein­te años más jóve­nes. Josh se sien­te hala­ga­do fren­te a la admi­ra­ción que Jamie ‑un aspi­ran­te a cineas­ta que cono­ce bien poco de cine- le pro­fe­sa. Es así, que al poco tiem­po, fren­te a la ener­gía con­ta­gio­sa de la joven pare­ja Josh y Cor­ne­lia expe­ri­men­tan la sen­sa­ción de haber retor­na­do a sus años de juven­tud, lo que per­mi­te a Josh recu­pe­rar su autoestima.

El con­flic­to dra­má­ti­co se pro­du­ce cuan­do Jamie comien­za a apro­piar­se de las ideas de Josh y éste sien­te que ha sido usa­do y trai­cio­na­do en la con­fian­za que había depo­si­ta­do en la hones­ti­dad del joven matri­mo­nio. Así, el rea­li­za­dor intro­du­ce un tópi­co de espe­cial inte­rés al demos­trar lo que ocu­rre cuan­do los egos per­so­na­les entran en jue­go y los aspec­tos del arte se entre­mez­clan con la pro­pie­dad inte­lec­tual de su creador.

La pro­pues­ta de Baum­bach no care­ce de ori­gi­na­li­dad den­tro del mar­co de una cul­tu­ra con­tem­po­rá­nea don­de quien supera los 40 años es pasi­ble de ser con­si­de­ra­do “vie­jo”. Sin embar­go las inten­cio­nes del film supe­ran a su resul­ta­do, en par­te debi­do a que su narra­ción errá­ti­ca impi­de que el rela­to resul­te lo sufi­cien­te­men­te envol­ven­te así como su rela­ti­va inge­nio­si­dad y gra­cia inter­mi­ten­te no alcan­zan hacer eco en la medi­da nece­sa­ria. En con­se­cuen­cia, la come­dia se deja ver pero sin lle­gar a trascender.

Del com­pe­ten­te elen­co, sobre­sa­le Sti­ller trans­mi­tien­do la vul­ne­ra­bi­li­dad, frus­tra­ción y neu­ro­sis emer­gen­tes de su personaje.

Con­clu­sión: Sin ser un tra­ba­jo total­men­te logra­do, el film intere­sa por su tema con­tras­tan­do a dos gene­ra­cio­nes dife­ren­tes y alu­dien­do a la inexo­ra­bi­li­dad del tiem­po que no pue­de ser dete­ni­do. Jor­ge Gutman

La Sal de la Tierra

THE SALT OF THE EARTH. Fran­cia-Bra­sil-Ita­lia, 2014. Un film de Wim Wen­ders y Juliano Ribei­ro Salgado

Des­pués de su pri­mer docu­men­tal Pina (2011), Wim Wen­ders retor­na con otro film de no fic­ción para abor­dar el tra­ba­jo de Sebas­tiao Sal­ga­do, un fotó­gra­fo naci­do en 1944 en Minas Gerais a quien mucho admi­ra. Con el rea­li­za­dor ale­mán cola­bo­ró Juliano Ribei­ro Sal­ga­do, hijo del renom­bra­do artis­ta quien a tra­vés de este film tuvo la opor­tu­ni­dad de efec­tuar un acer­ca­mien­to mayor con su padre cuya devo­ción al arte foto­grá­fi­co lo man­tu­vo ale­ja­do de él.

Un trabajador de la mina de oro de Sera Pelada (Foto: Sebastiao Salgado)

Un tra­ba­ja­dor de la mina de oro de Sera Pela­da (Foto: Sebas­tiao Salgado)

La tra­yec­to­ria de Sal­ga­do se carac­te­ri­zó prin­ci­pal­men­te por docu­men­tar el duro tra­ba­jo de gen­te vivien­do en paí­ses poco desa­rro­lla­dos y/o sumi­dos en la pobre­za. De allí que su foto­gra­fía sea emi­nen­te­men­te de carác­ter socio docu­men­tal, tes­ti­mo­nian­do las face­tas más des­agra­da­bles de la huma­ni­dad, ya sea la muer­te en Bos­nia, el geno­ci­dio de Ruan­da o bien el sufri­mien­to de la ham­bru­na en Etio­pía, para citar algu­nos ejem­plos; pre­ci­sa­men­te esos dolo­ro­sos hechos que le toco pre­sen­ciar influ­ye­ron emo­cio­nal­men­te en él al pun­to de haber teni­do que aban­do­nar tem­po­ral­men­te su gran pasión.

Ade­más de hacer refe­ren­cia a aspec­tos de su vida per­so­nal, el artis­ta se desem­pe­ñó en los pri­me­ros años de su carre­ra como eco­no­mis­ta lo que le ofre­ció una cla­ra pers­pec­ti­va del mun­do en que vivía. Su acti­vi­dad como fotó­gra­fo comen­zó en París don­de esta­ba resi­dien­do a comien­zos de los años 70, con­tan­do siem­pre con el apo­yo incon­di­cio­nal de su espo­sa Lei­la, una pre­sen­cia que le fue vital tan­to en el plano per­so­nal como en su acti­vi­dad pro­fe­sio­nal. Tam­bién rela­ta los nume­ro­sos via­jes efec­tua­dos alre­de­dor del mun­do, sobre todo a Áfri­ca don­de regre­só en varias opor­tu­ni­da­des para cap­tar en toda su dimen­sión las con­di­cio­nes dra­má­ti­cas de vida en dife­ren­tes regio­nes de ese con­ti­nen­te; pre­ci­sa­men­te, el lar­go tiem­po ausen­te de su hogar le impi­dió man­te­ner un mayor con­tac­to con Juliano duran­te sus años de infan­cia y ado­les­cen­cia, como así tam­bién con Rodri­go, su hijo menor afec­ta­do del Sín­dro­me de Down.

El film comien­za con las fotos cap­ta­das en la mina de oro de Sera Pela­da de Bra­sil que ya no se encuen­tra fun­cio­nan­do. De la mis­ma mane­ra que lo regis­tró en su libro publi­ca­do en 1999, el públi­co pue­de apre­ciar las imá­ge­nes cap­ta­das en blan­co y negro de una mul­ti­tud de tra­ba­ja­do­res que tra­tan de extraer el oro de dicha mina sin ayu­da de máqui­na algu­na; esas foto­gra­fías, con remi­nis­cen­cia de los tra­ba­jos faraó­ni­cos rea­li­za­dos por los escla­vos de Egip­to, fue­ron alta­men­te apre­cia­das por Wen­ders moti­ván­do­lo a pro­du­cir su encuen­tro con Salgado.

Otros pro­yec­tos foto-docu­men­ta­les de rele­van­te impor­tan­cia inclu­yen Tra­ba­ja­do­res (1993) sobre la pes­ca tra­di­cio­nal de Sici­lia y el dra­ma de los refu­gia­dos enfo­ca­dos en Exodos (2000). En todo caso, el pro­yec­to más ambi­cio­so de su carre­ra ha sido Géne­sis (2013); efec­tuan­do su pri­mer via­je con Juliano, el artis­ta reco­rre los luga­res más apar­ta­dos de la Tie­rra para cap­tar foto­grá­fi­ca­men­te en blan­co y negro toda la mag­ni­fi­cen­cia de la natu­ra­le­za (mon­ta­ñas, océa­nos, gla­cia­res, vol­ca­nes, pobla­cio­nes autóc­to­nas, tor­tu­gas gigan­tes de las Islas Galá­pa­gos, etc.).

Ade­más de extra­or­di­na­rio fotó­gra­fo, el docu­men­tal des­ta­ca a Sal­ga­do como un hom­bre preo­cu­pa­do por el medio ambien­te; así resul­ta loa­ble la tarea que reali­zó con su seño­ra plan­tan­do árbo­les en el Ama­zo­nas a fin de ate­nuar los efec­tos de la defo­res­ta­ción per­pe­tra­da y la crea­ción de un ins­ti­tu­to que con el tiem­po logró repo­blar más de 2 millo­nes de árboles.

La Sal de la Tie­rra es un nota­ble docu­men­tal don­de se con­ju­ga la habi­li­dad de Wen­ders como entre­vis­ta­dor y rela­tor con la peri­cia de Sal­ga­do Jr. per­mi­tien­do así cono­cer aspec­tos ínti­mos de la tra­yec­to­ria de ese excep­cio­nal artista.

Con­clu­sión: Un muy buen docu­men­tal que rin­de tri­bu­to a un excep­cio­nal fotó­gra­fo social­men­te com­pro­me­ti­doJor­ge Gutman

La Dama de Oro

WOMAN IN GOLD. Gran Bre­ta­ña, 2015. Un film de Simon Curtis

El rea­li­za­dor Simon Cur­tis enfo­ca en este film una fas­ci­nan­te his­to­ria real refe­ri­da a las sus­trac­cio­nes rea­li­za­das por el nazis­mo de obras de arte per­te­ne­cien­tes a judíos duran­te la Segun­da Gue­rra Mundial.

Helen Mirren y Ryan Reynolds

Helen Mirren y Ryan Reynolds

La acción comien­za en 1998 y se cen­tra en Maria Alt­mann (Helen Mirren), una octo­ge­na­ria judía de ori­gen aus­tría­co que logró esca­par de la gue­rra con su mari­do y reco­men­zó una nue­va vida en Los Ánge­les. Des­pués de asis­tir al fune­ral de su her­ma­na, al leer una car­ta que per­te­ne­ció a la difun­ta, se impo­ne de los infruc­tuo­sos inten­tos que había rea­li­za­do para recu­pe­rar cin­co obras pic­tó­ri­cas del renom­bra­do artis­ta Gus­tav Klimt (1862 – 1918) que habían per­te­ne­ci­do a su fami­lia. Habien­do sido con­fis­ca­das por el régi­men de Hitler, cuan­do el hogar de sus padres fue saquea­do, des­pués del con­flic­to béli­co las pin­tu­ras ingre­sa­ron a la Gale­ría Bel­ve­de­re de Aus­tria para su expo­si­ción públi­ca. Entre las mis­mas se encuen­tra el céle­bre cua­dro “Retra­to de Ade­le Bloch-Bauer” (1907), don­de el renom­bra­do pin­tor aus­tría­co uti­li­zó como mode­lo a Ade­le, la ama­da tía de Maria. Esa pin­tu­ra, tam­bién cono­ci­da como “La Dama de Oro” lle­gó a con­ver­tir­se en un teso­ro nacio­nal al ser con­si­de­ra­da como la Mona Lisa de Austria.

A par­tir de allí el guión de Ale­xi Kaye Camp­bell recons­tru­ye dra­má­ti­ca­men­te los esfuer­zos que Maria rea­li­za jun­to con la ayu­da y ase­so­ra­mien­to legal del joven abo­ga­do Randy Schoen­berg (Ryan Rey­nolds) quien es ami­go de la fami­lia, para lograr la recu­pe­ra­ción de lo que legí­ti­ma­men­te per­te­ne­ce a los here­de­ros de la fami­lia. Con ese pro­pó­si­to, ambos se embar­quen en una pro­lon­ga­da bata­lla legal que los lle­va has­ta el cora­zón de las auto­ri­da­des aus­tría­cas y la Cor­te Supre­ma de Esta­dos Unidos.

Toda esa ardua tarea moti­va a que Maria deba con­fron­tar vívi­das memo­rias de su vida en Vie­na. A tra­vés de flash­backs la dis­tin­gui­da dama recuer­da los años feli­ces de su infan­cia trans­cu­rri­da en el mar­co de un con­for­ta­ble hogar don­de sus inte­gran­tes aman­tes del arte colec­cio­na­ban valio­sos teso­ros artís­ti­cos. Entre otros deta­lles se asis­te en 1938 al ani­ma­do casa­mien­to de María (Tatia­na Mas­lany) con Fritz Alt­mann (Max Irons), un can­tan­te de ópe­ra, has­ta que seis sema­nas des­pués de la boda, cuan­do Hitler ane­xa Aus­tria a Ale­ma­nia, comien­za la cruel per­se­cu­ción de los judíos que moti­va a que la pare­ja deba huir del país; este hecho ori­gi­na uno de los momen­tos más ten­sos del relato.

Para el rela­to de esta his­to­ria Cur­tis ape­ló a una narra­ti­va clá­si­ca pero efec­ti­va; aun­que algu­nos momen­tos pue­dan resul­tar dema­sia­do melo­dra­má­ti­cos, el tema se pres­ta a ello y en todo caso lo que se expo­ne resul­ta sufi­cien­te­men­te con­vin­cen­te como para que el espec­ta­dor se aden­tre con los emba­tes que van atra­ve­san­do sus per­so­na­jes cen­tra­les median­te la bue­na carac­te­ri­za­ción logra­da por su cali­fi­ca­do elen­co de actores.

No resul­ta nove­dad des­ta­car el talen­to de Mirren don­de aquí trans­mi­te inten­sa­men­te la fuer­za y deter­mi­na­ción de Maria para lograr su pro­pó­si­to a la vez que demues­tra sus sen­ti­mien­tos encon­tra­dos cuan­do en prin­ci­pio se resis­te a retor­nar a la ciu­dad don­de su fami­lia y ella resul­ta­ron humi­lla­dos por los nazis; su expre­si­vo ros­tro dela­ta la extra­ña emo­ción que la embar­ga cuan­do en Vie­na efec­túa una visi­ta al piso que habi­tó con su fami­lia. Rey­nolds cola­bo­ra muy bien con la pres­ti­gio­sa actriz como el abo­ga­do que, aun­que al prin­ci­pio inex­per­to, a medi­da que pro­gre­sa la cau­sa legal va ganan­do con­fian­za con­vir­tién­do­se en un gran apo­yo pro­fe­sio­nal y moral para su clien­te; la amis­tad que se va gene­ran­do entre la ancia­na y el joven ori­gi­na esce­nas de autén­ti­ca cali­dez y ter­nu­ra. Tam­bién cabe dis­tin­guir la par­ti­ci­pa­ción de Daniel Bruhl ani­man­do a Huber­tus Czer­nin, el perio­dis­ta aus­tría­co que tra­ta de ayu­dar a Maria y Randy y que al hacer­lo bus­ca libe­rar su con­cien­cia cul­pa­ble gene­ra­da cuan­do a los 15 años se impu­so que era hijo de un nazi.

Hay cier­tas obser­va­cio­nes a ser men­cio­na­das, como por ejem­plo algu­nos epi­so­dios super­fluos inclui­dos en el recuen­to de los recuer­dos, o bien algu­nas esce­nas sen­ti­men­tal­men­te inne­ce­sa­rias entre Schoen­berg y su espo­sa (Katie Hol­mes). Sin embar­go, glo­bal­men­te con­si­de­ra­do, eso no afec­ta el pro­pó­si­to final del film, o sea la bús­que­da de jus­ti­cia en la res­ti­tu­ción de impor­tan­tes obras artís­ti­cas que en el caso de Alt­mann eran impor­tan­tes no tan­to por el valor mone­ta­rio de las mis­mas sino por su víncu­lo con el pasado.

Con­clu­sión: Una his­to­ria que rela­ta­da en for­ma sen­ci­lla lle­ga a atra­par por el inte­rés de su tema y la muy bue­na actua­ción de Mirren y Rey­nolds Jor­ge Gutman

Rebe­lión Canina

WHI­TE GOD. Hun­gría, 2014. Un film de Kor­nel Mundruczó

Un film ambi­cio­so, alta­men­te pro­vo­ca­ti­vo y deci­di­da­men­te impac­tan­te es lo que se apre­cia en Whi­te God del direc­tor hún­ga­ro Kor­nel Mun­druc­zó. A tra­vés de un rela­to surrea­lis­ta, el rea­li­za­dor con­si­de­ra el tema de la into­le­ran­cia étni­ca como una ale­go­ría sobre lo que acon­te­ce actual­men­te en el mun­do, don­de los perros son víc­ti­mas de una cruel explo­ta­ción humana.

Zsofia Psotta

Zso­fia Psotta

El rela­to tie­ne lugar en Buda­pest y se cen­tra en Lili (Zso­fia Psot­ta), de 13 años de edad e hija de padres sepa­ra­dos, y su perro lanu­do Hagen a quien mucho quie­re. Cuan­do su madre par­te para Aus­tra­lia por 3 meses, su padre (San­dor Zso­ter) se hace car­go de ella, aun­que no ve con bue­nos ojos que tam­bién ten­ga que alo­jar a Hagen. Tra­tan­do de pro­te­ger a su ani­mal Lili man­tie­ne una ten­sa rela­ción con su padre, has­ta que en deter­mi­na­do momen­to él suel­ta al ani­mal deján­do­lo aban­do­na­do en la calle.

De allí en más el rela­to se bifur­ca en dos direc­cio­nes dife­ren­tes. Por un lado enfo­ca a la ado­les­cen­te quien deja la orques­ta de la escue­la don­de toca la trom­pe­ta para lan­zar­se en una deses­pe­ra­da bús­que­da reco­rrien­do con su bici­cle­ta las calles de la ciu­dad a fin de ubi­car al perro libra­do al azar. Para­le­la­men­te, se asis­te a las des­ven­tu­ras de Hagen don­de des­pués de ser atra­pa­do jun­to a un gru­po de perros erran­tes y tras­la­da­do a la perre­ra, logra con sus com­pa­ñe­ros zafar­se del encie­rro. De allí en más, estos ani­ma­les sedien­tos de ven­gan­za y lide­ra­dos por Hagen ini­cian una vio­len­ta revuel­ta con­tra el “dios blan­co”, al que alu­de el títu­lo del film, repre­sen­ta­do por el géne­ro humano y res­pon­sa­ble de sus mise­ra­bles des­ti­nos. A todo ello, el guión deja abier­to de qué modo Lili podrá inter­ve­nir en la gue­rra enta­bla­da entre las víc­ti­mas y sus inhu­ma­nos opresores.

Ade­más de la bue­na inter­pre­ta­ción pro­ta­gó­ni­ca de Zso­fia Psot­ta, cabe des­ta­car la sor­pren­den­te actua­ción de los dos perros que ani­man a Hagen, quie­nes fue­ron mag­ní­fi­ca­men­te entre­na­dos por Tere­sa Ann Miller; igual­men­te debe dis­tin­guir­se la nota­ble labor de Arpád Halasz quien fue res­pon­sa­ble de adies­trar al res­to de la fau­na cani­na. Apre­cian­do la impor­tan­te secuen­cia de los perros inva­dien­do la ciu­dad en la per­se­cu­ción que rea­li­zan y en su enfren­ta­mien­to con la poli­cía, cau­sa admi­ra­ción apre­ciar la extra­or­di­na­ria coor­di­na­ción logra­da en el des­pla­za­mien­to de los ani­ma­les, tenien­do en cuen­ta que para su fil­ma­ción no se ha recu­rri­do al empleo de imá­ge­nes digi­ta­les. Sin duda, todo ello con­tri­bu­ye a real­zar los valo­res de este sin­gu­lar film.

Con­clu­sión: Whi­te God es una nota­ble fábu­la visio­na­ria que actúa a modo de pará­bo­la polí­ti­ca para refle­jar las ten­sio­nes racia­les exis­ten­tes en dife­ren­tes regio­nes del mun­do como así tam­bién la explo­ta­ción de los sec­to­res mar­gi­na­dos de la socie­dad moder­na por par­te de quie­nes abu­san dis­cre­cio­nal­men­te del poder que les ha sido otor­ga­do Jor­ge Gutman