LEARNING TO DRIVE. Estados Unidos, 2014. Un film de Isabel Coixet
La conocida realizadora catalana Isabel Coixet hace su debut en el cine americano con una agradable comedia sentimental donde se aborda un tema bastante familiar como lo es el encuentro de personas pertenecientes a diferentes culturas. Pero en realidad, el film en lugar de enfatizar el choque cultural, opta por el camino inverso permitiendo que los dos protagonistas de esta historia dejen de lado el rechazo de las costumbres del otro para encontrar un terreno común a través del contenido humano que les permite asociarse.
El guión de Sarah Kernochan, basado en un artículo de Katha Pollitt publicado en el New Yorker ubica la acción en Manhattan donde en las primeras escenas se ve que Ted (Jake Weber) le comunica a su esposa Wendy (Patricia Clarkson) que el matrimonio de 21 años ha concluido. Esta mujer neoyorkina de mediana edad que se desenvuelve como crítica literaria sufre por el fuerte impacto emocional de la noticia, pero lejos de caer en la depresión, decide rehacer su vida comenzando en principio por obtener su licencia de conducir; para ello toma lecciones de manejo con Darwan (Ben Kingsley), un taxista indio a quien conoció en un viaje donde él conducía.
A través de la relación entablada entre la alumna y su instructor se va generando una cálida comunicación donde van surgiendo las manifestaciones y problemas por los que ambos atraviesan. Darwan es un inmigrante que profesa el sijismo y escapó de la India logrando asilo político en Estados Unidos donde ahora es ciudadano naturalizado. A pesar de haber sido un respetado profesor universitario en su país de origen, debe conformarse con trabajar como taxista a fin de lograr un honesto ingreso que le permita vivir; también se sabrá sobre algunos impactos racistas que recibe por el uso de su turbante y finalmente algunas características relativas a su inminente boda con una novia (Sarita Choudury) por encargo. Por su parte, Wendy gradualmente se va abriendo a su profesor de manejo transmitiéndole los sentimientos de abandono y soledad que anidan en su persona frente a la nueva vida que debe afrontar.
A pesar de ciertas coincidencias que se producen en el relato, lo cierto es que Coixet permite crear un clima de legítima intimidad demostrando cómo dos personas de costumbres diferentes pueden perfectamente alternar y superar las barreras existentes a través del entendimiento, comprensión y compenetración de cada uno en los problemas del otro.
Tanto Clarkson como Kingsley son dos maravillosos actores que han sabido crear personajes auténticamente reales e indudablemente la realizadora ha obtenido un excelente resultado de los mismos al lograr que con mesura y sin desbordes pudiesen proyectar las variadas gamas emocionales de sus sentimientos.
Es posible que muchos espectadores comparen este film con Driving Miss Daisy (1989) con el que existen algunos aspectos similares. Aunque sin lograr el mismo impacto o envergadura de la oscarizada película, Learning to Drive impresiona favorablemente por su elegante narración plena de sensibilidad y no exenta de agradable humor; así, dentro de sus limitaciones esta sencilla y agridulce comedia permite crear una empatía con una audiencia adulta poco proclive a los relatos de acción violentos y sanguíneos que seducen al público joven.
Conclusión: Una emotiva historia, bien narrada y magníficamente actuada.
Jorge Gutman