HAIL, CAESAR!. Estados Unidos, 2016. Un film dirigido y escrito por los hermanos Joel y Ethan Coen.
Los hermanos Coen en calidad de cineastas y guionistas siempre suscitan atención. En este caso era grande la expectativa de juzgar su reciente film Hail, Caesar!. Aunque de difícil catalogación, lo que se desprende de su visión es que la intención de los Coen fue la de realizar una comedia basada en los filmes que Hollywood solía producir en los últimos años de la década del 40 y la década siguiente. Lo que se aprecia es una película que aunque relativamente entretenida es desigual en su ejecución.
Los directores ubican la acción en 1951 en “Capitol Pictures”, un estudio ficticio de producción hollywoodense, donde Eddie Mannix (Josh Brolin) que ostenta el título de Jefe de la Producción Física –algo similar a la de un productor ejecutivo- es en la práctica una suerte de mediador. Trabajando durante largas horas diarias sin descanso alguno, debe resolver los múltiples problemas que se presentan en el trato con sus superiores, actores, directores, periodistas, etc. Su único apoyo es la de su secretaria Natalie (Heather Goldenhersh) quien trata de facilitarle la tarea.
Si bien el análisis de la personalidad de Mannix resulta de gran interés, al ser descripto como un hombre católico bien intencionado y acudiendo a confesarse frecuentemente por razones nimias, el relato se alterna casi en forma permanente con el rodaje de varios filmes que se están realizando en ese momento sin relación alguna entre los mismos.
Una película en rodaje es Hail, Caesar! A tale of the Christ; se trata de un tema bíblico protagonizado por Baird Whitlock (George Clooney), el actor más popular del momento, donde anima a un cónsul de la Roma Antigua convertido al cristianismo. Para evitar problemas ulteriores, Mannix convoca a representantes de las diferentes religiones, incluyendo un sacerdote católico, otro clérigo griego ortodoxo, un tercero protestante y un rabino; el productor quiere que ellos opinen sobre el tema del film a fin de asegurarse de que el tratamiento concerniente a Cristo y a Dios no resulte ofensivo; el intercambio de opiniones que se suscita al respecto origina uno de las escenas más graciosas logradas por los realizadores..
Inesperadamente la filmación se ve interrumpida cuando Whitlock es secuestrado por un grupo de guionistas comunistas que solicitan 100.000 dólares por su rescate; el acto parecería estar justificado por el trato injusto que los libretistas de cierta ideología reciben en Hollywood. Si acaso los Coen quisieron aludir a la lista negra del macartismo y a la caza de brujas de esa época, su tratamiento es endeble y muy superficial.
En otro film que se está rodando se presencia a Dee Anna Moran (Scarlett Johansson), una actriz que asume el rol de una sirena acuática. Como Moran se encuentra en los primeros meses de embarazo sin estar casada, eso puede afectar su imagen así como el éxito de la película; de allí que Mannix se ve urgido a resolver el problema de manera cautelosa e imperceptible.
Capitol también está filmando una comedia musical interpretada por Burt Gurney (Channing Tatum), animando a un marinero que junto con otros dos compañeros cantan, bailan y zapatean al estilo de los filmes de Gene Kelly, como lo fue por ejemplo On The Town (1949). Aunque muy bien coreografiada, esas escenas aparecen como sueltas y desprendidas del contexto global del film que se analiza.
El relato adquiere mayor solidez contemplando a Hobie Doyle (Alden Ehrenreich). El es un joven actor acostumbrado a personificar a cowboys pero que al tener que actuar en esta ocasión en un drama romántico demuestra ser un pésimo intérprete; su desempeño crispa los nervios del director Laurence Laurentz (Ralph Fiennes). La ineficacia de Doyle, que origina momentos de franco humor, nuevamente coloca a Mannix en la obligación de resolver la embarazosa situación cuando recibe las quejas del frustrado realizador.
Ya fuera del escenario donde se filma, Mannix también tendrá que obrar en forma elusiva frente a dos hermanas columnistas (ambos roles animados por Tilda Swinton) procurando obtener apropiados chismes para sus notas periodísticas. Aquí, los Coen se han inspirado en la chismosa reportera Hedda Hopper que recientemente se la ha visto excelentemente caracterizada por Helen Mirren en Trumbo.
A medida que el film va progresando, se tiene la sensación de que el público no asiste precisamente a una sátira del mundo de Hollywood sino a lo que acontece detrás de la escena cuando se filma una película. Lo que sucede es que aquí bien podría aplicarse el refrán de “mucho ruido y pocas nueces” porque se abarcan demasiados episodios que no están suficientemente engranados, impidiendo de este modo que el producto final quede satisfactoriamente redondeado. Lo que más trasciende es la personalidad de Eddie Mannix que como un hombre íntegro de familia no puede gozar de su intimidad por estar completamente alienado en su trabajo; curiosamente, cuando recibe una interesantísima oferta de trabajo en la compañía aeroespacial Lockheed que le permitiría disfrutar más tiempo con su familia, no sabe qué decisión adoptar.
A nivel de actuación cabe destacar el buen desempeño de Brolin, la encomiable participación especial de Ehrenreich, así como la satisfactoria intervención de Tatum. En un cameo de escasos 30 segundos, también se distingue Frances McDormand como montajista de un film que se está proyectando. El resto del elenco se desempeña correctamente aunque sin trascender.
Es ponderable el trabajo de los Coen por revivir la era dorada de Hollywood, aportando de este modo una nostalgia para aquel sector de público que la ha experimentado en su momento. Sin embargo, las observaciones apuntadas anteriormente influyen para que el film no logre convencer plenamente. De todos modos, algunos momentos bien logrados permiten atenuar las objeciones mencionadas.
En lo que concierne a los valores formales, la reproducción de la meca del cine de hace 65 años es impecable gracias a la colaboración conjunta de los diseños de producción de Jess Gonchor, la fotografía de Roger Deakins y el vestuario concebido por Mary Zophres cuidando que se ajustara a los requerimientos de cada una de las películas filmadas. Jorge Gutman