DHEEPAN. Francia, 2015. Un film de Jacques Audiard
Nuevamente el realizador Jacques Audiard ofrece un film de gran solidez dramática tal como lo ha hecho en Un prophète (Un Profeta) de 2009 y De rouille et d’os (De Oxido y Huesos) de 2012. A través de un duro relato, Audiard transporta al espectador en un viaje altamente emocional que ofrece varias lecturas.
En un guión que le pertenece escrito con Noe Debre y Thomas Bidegain, el director relata una historia que comienza en Sri Lanka. Este país asiático atravesó durante un largo período un conflicto étnico violento entre el gobierno y la guerrilla insurgente conocida con el nombre de “Tigres Tamiles” que fue derrotada en 2009. Dentro de ese contexto, el film presenta a Dheepan (Antonythasan Jesuthasan), un ex combatiente que logró salvarse y que luego de quemar su uniforme, decide emigrar a Europa para iniciar una nueva vida.
Considerando que para un hombre soltero es mucho más difícil obtener asilo político que para una familia constituida, él decide formarla ficticiamente tras convencer a la joven Yalini (Kalieaswari Srinivasan) para que pose como su esposa y a İllayaal (Cladine Vinasithamby), una niña huérfana de 9 años, como hija de la pareja. De este modo, y recurriendo a pasaportes falsos esta familia llega a París; allí, el trío es ubicado en un departamento de un monobloque habitacional venido a menos que está situado en uno de los suburbios más desfavorecidos de la ciudad.
La ilustración de una familia de inmigrantes que debe integrarse a un nuevo medio social y cultural está magníficamente descripta por Audiard. En primer lugar, se encuentra la gran barrera impuesta por el desconocimiento del idioma, donde los recién llegados ignorando casi por completo el francés sólo se expresan en la lengua tamil que es hablada en el norte de Sri Lanka; evidentes esfuerzos son realizados para que esta “familia” pueda comunicarse con terceros. Si bien Dheepan es empleado para trabajar como guardián del edificio y para efectuar otros menesteres, su supuesta esposa se mantiene alejada y poco dispuesta a adaptarse a la nueva situación. Así, ella amenaza con irse a Inglaterra donde vive un familiar suyo, abandonando por lo tanto a su “marido” e “hijita”; sin embargo, cambia de actitud al lograr un trabajo en el edificio que habita, donde debe cocinar y cuidar a un anciano enfermo. Por su parte, İllayaal asiste a la escuela donde es ubicada en un curso especial junto con otros niños inmigrantes que deben aprender francés; aunque al principio se siente frustrada frente a la actitud poco amigable de algunas compañeras de aula, finalmente termina amoldándose al grupo que la circunda.
Es interesante contemplar cómo cada miembro de esta familia se vincula con los otros dos, sobre todo si se considera que partieron de Sri Lanka como completos desconocidos. En tal sentido resulta muy convincente el sentimiento paternal que Dheepan va experimentando hacia la niña teniendo en cuenta que él ya tuvo una familia verdadera en Sri Lanka donde perdió a su señora e hijo. Asimismo, el acercamiento que mantiene hacia Yalini es sencillamente la de un vecino que debe compartir la vivienda con otra persona, ya que por el momento no le es fácil aceptar la idea de que otra mujer pueda reemplazar a su querida esposa.
Con una primera parte absorbente a la vez que minuciosamente detallada, le sucede otra de considerable impacto. Sin que Dheepan y Yalini lo hubieran imaginado, los tristes resabios del pasado vuelven a cobrar vida. Eso se debe a que en el “banlieu” en que habitan impera una enervante tensión generada por la presencia de bandas delictivas rivales que siembran el caos en una guerra intestina motivada por el tráfico de drogas. Es allí que Dheepan, Yalini y la niña se encuentran insertados en un ambiente tenebroso donde la violencia política del país del cual emigraron se repite en el nuevo medio en que se hallan; en efecto, parecería imperar la ley de la jungla donde la autoridad policial brilla por su ausencia. En esta dramática ilustración, el realizador presenta los hechos sin asumir juicio alguno, dejando que el público reflexione sobre lo que está presenciando.
Audiard ha logrado un film apasionante a la vez que altamente polémico donde los tópicos considerados no son ajenos a la realidad actual; bastará tener en cuenta los múltiples desafíos que presenta el asentamiento de miles de refugiados políticos que están llegando a Europa y a otros rincones del mundo escapando del infierno de sus países, así como la violencia urbana desatada últimamente en Francia y Bélgica en los barrios marginales suburbanos con gran concentración de inmigrantes extraeuropeos.
Además del interés temático, lo que aquí trasciende es el excelente tratamiento cinematográfico que Audiard empleó en su narración aplicando un ritmo pausado y mesurado que atrapa al espectador. Otro aspecto importante es haber convocado a actores desconocidos para asumir los roles protagónicos quienes ofrecen una satisfactoria interpretación. En tal sentido, sobresale la presencia de Jesuthasan; este prolífico autor que vive en Francia, durante su adolescencia estuvo enrolado por tres años con los “Tigres Tamiles” y que al igual que Dheepan dejó su país de origen para escapar de la violencia imperante; de allí que no resulta extraño que su participación asumiendo el rol protagónico sea completamente natural y genuina.
Si bien la complaciente escena final resulta realísticamente poco probable, eso no llega a empañar la calidad de este drama lacerante que obtuvo el prestigioso premio de la Palma de Oro en el festival de Cannes 2015.
Conclusión: Una obra desgarradora y profunda sobre la inmigración y la violencia en la sociedad francesa. Jorge Gutman