BAD SEEDS (LES MAUVAISES HERBES). Canadá 2016. Un film de Louis Bélanger
He aquí un film canadiense realizado en Quebec que resulta difícil de catalogar. No significa que un crítico esté obligado a hacerlo pero en general sirve como guía para que el público sepa a qué atenerse. Haciendo un esfuerzo diría que Les mauvaises herbes es una absurda comedia dramática que desborda en humanidad.
El inventivo guión del realizador Louis Bélanger escrito con Alexis Martín surge de una premisa bastante extravagante; no obstante, si se deja la lógica racionalista de lado, a medida que el relato se desarrolla se apreciará que la delirante comedia dislocada a la cual se asiste ofrecerá más de una nota dramática; en todo caso lo más importante de este cóctel genérico es que la emotividad de su contenido y el brillante desempeño de su elenco deja como resultado un muy buen film.
Al comenzar la historia se ve a Jacques (Alexis Martin), un comediante que en un escenario teatral de Montreal desempeña uno de los roles de El Misántropo de Molière y por lo tanto ataviado con un atuendo de la época en que transcurre. Al concluir su parte, tal como se encuentra vestido se retira por una puerta lateral del teatro para escabullirse de un prestamista usurero (Luc Picard) a quien le debe una considerable suma de dinero que no le ha sido reintegrada; al ser descubierto por éste, logra escaparse subiendo a un autobús que lo lleva a una zona campestre de Quebec invadida por la nieve.
En medio de la solitaria aldea en que se encuentra, Jacques descubre un buen refugio en la casa de Simón (Gilles Renaud), un excéntrico granjero quien clandestinamente se dedica a cultivar marihuana en su invernadero. A cambio de darle protección y evitar que sea denunciado a su perseguidor, Jacques se encuentra forzado a colaborar con su anfitrión en la tarea que viene llevando a cabo. Todo parecería marchar bien hasta que aparece Francesca (Emmanuelle Lussier-Martínez), una empleada de Hydro-Nord quien husmeando más de la cuenta descubre las plantaciones ilegales de Simon; no pudiendo dejarla escapar para evitar que las autoridades tomen cartas en el asunto, Simon la convence de que trabaje para él a través de una remuneración diaria de 250 dólares, muy superior a la que ella obtiene en la compañía de electricidad.
A partir de allí y en medio de situaciones que no siempre transcurren dentro de un marco armonioso, el trío aprende a convivir donde cada uno rescata algo positivo de los otros.
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Como se señaló previamente hay muchas situaciones que desde una óptica racional resultan poco probables de digerir. Sin embargo, el cultivo de la marihuana, que aún no está legalizada y por lo tanto constituye una actividad ilegal, es la excusa utilizada por los guionistas para lograr que esta trascienda por su gran contenido humano.
Entre varios de los detalles de interés que emergen del relato, quedan resaltados el contraste entre la vida urbana y rural; así Simon puede a su manera perfectamente vivir sin el uso de internet, teléfono inteligente y(o un mero aparato de televisión en el medio en que se encuentra. No menos importante es el modo en que la carencia de afecto familiar influye en el comportamiento rebelde de Francesca debido a que ha tenido que dejar su hogar por su orientación sexual diferente. La importancia de los valores familiares también queda reflejada en el distanciamiento de Simon con un hijo al que hace mucho tiempo que no ve y que no obstante lo tiene presente permanentemente; es en ese sentido, donde el relato va humanizando gradualmente a sus personajes donde queda configurada una familia por mero accidente circunstancial; así, Simon llega a considerar a Jacques como su hijo ausente, de la misma manera que Francesca siente por primera vez el cariño de un padre en la figura de Simon. Otros valores relevantes como la amistad y la solidaridad humana también quedan ratificados en este bello film.
En cuanto al elenco, Bélanger ha sido exitoso al haber convocado a Martin, Renaud y en un papel menor a Picard quienes reafirman la gran capacidad actoral que poseen. Pero el gran descubrimiento y revelación es la maravillosa actuación de Lussier-Martínez en su debut cinematográfico; esta joven actriz merece ser elogiada por la excepcional caracterización que realiza de Francesca.
El director ha sabido mantener un ritmo fluido para que el desarrollo de la trama nunca decaiga. En tal sentido, varias escenas de un franco y sano humor se encuentran perfectamente equilibradas con episodios dramáticos, conduciendo a un desenlace de gran emotividad.
La magnífica fotografía de Pierre Mignot resaltando el paisaje invernal y una música diversificada ‑donde el movimiento Invierno de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi es uno de los motivos centrales- contribuyen a realzar los valores de esta producción. Jorge Gutman