LA VANITÉ. Suiza-Francia, 2015. Un film de Lionel Baier
En escasos 75 minutos, el director Lionel Baier considera un tema urticante y ampliamente debatido como es el de la eutanasia; a pesar de su dramático trasfondo lo transforma en una comedia negra bien lograda.
El relato transcurre en Suiza, donde la muerte asistida es legalmente permitida. En una noche nevada del mes de diciembre, el arquitecto David Miller (Patrick Lapp), que se encuentra muy apenado por la muerte de su esposa y además padece de un cáncer terminal, está preparado para poner punto final a su existencia. Siendo un hombre metódico y habiendo organizado todos los detalles para cumplir su propósito, se aloja en un motel ubicado en los suburbios de Lausanne esperando a una persona que lo asista en el suicidio. Prontamente llega Esperanza (Carmen Maura), una mujer española que trabaja para una asociación especializada en la prestación de esta clase de servicios; previamente, ella debe aplicar el protocolo de eutanasia. Como legalmente es necesario que haya otra persona para actuar como testigo del ritual a cumplir, ambos acuden a la ayuda de un singular personaje; se trata de Treplev (Ivan Georgiev), un joven homosexual ruso que ejerce la prostitución en un cuarto próximo al que se encuentra David.
En base a lo que antecede el espectador se encuentra con tres personas extrañas cuyas conversaciones adquieren por momentos connotaciones absurdas pero que en todo caso constituyen un ingrediente importante para mantener la intriga sobre lo que habrá de acontecer; en tal sentido hay una buena pintura de estos personajes tan diferentes en personalidad y condición social pero unidos por la soledad y una carencia afectiva. Más allá del tono liviano adoptado con sus momentos de humor siempre tratados con máxima sobriedad, el relato no elude considerar asuntos relativos a los aspectos éticos o morales de la actitud de David o de los intentos de interrumpir su decisión por parte de las otras dos personas que lo acompañan.
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Lionel Baier logra un film melancólico, sensual e intrigante donde abordando un tema delicado permite al propio tiempo mostrar los deseos, voluntades e impulsos que se manifiestan en sus personajes y la compleja e inesperada relación que se establece entre los mismos.
A nivel de actuación sus intérpretes contribuyen a realzar la calidad del film. Resulta muy grato contemplar a la excelente Maura como el ángel de la muerte, apreciar la convicción de Lapp en el papel del suicida y la positiva sorpresa de juzgar a Georgiev quien en su debut para el cine permite la empatía del espectador a pesar de caracterizar a un individuo de discutible personalidad. Jorge Gutman