Una Espe­ra Eterna

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

EN ATTEN­DANT GODOT Autor: Samuel Bec­kett — Direc­ción: Fra­nçois Girard. Dra­ma­tur­gia: Ser­ge Lamothe — Elen­co: Benoît Briè­re, Pie­rre Lebeau, Ale­xis Mar­tin, Emma­nuel Sch­wartz, Mou­nia Zah­zam — Esce­no­gra­fía: Fra­nçois Séguin — Ves­tua­rio: Renée April – Ilu­mi­na­ción: David Finn – Dura­ción: 3 horas inclu­yen­do un entre­ac­to de 20 minu­tos. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 31 de mar­zo de 2016 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Benoît Brière y Alexis Martin (Foto de Yves Renaud)

Benoît Briè­re y Ale­xis Mar­tin (Foto de Yves Renaud)

La emble­má­ti­ca tra­gi­co­me­dia de Samuel Bec­kett publi­ca­da en 1952 y estre­na­da mun­dial­men­te en París en 1953, en el trans­cur­so de seis déca­das no ha per­di­do vigen­cia algu­na; por el con­tra­rio, a medi­da que el tiem­po trans­cu­rre su atrac­ción va en aumen­to por­que de algún modo esta obra que había sido cata­lo­ga­da como “tea­tro del absur­do” no es más que un refle­jo del com­por­ta­mien­to des­ati­na­do e iló­gi­co que más y más pare­ce pre­va­le­cer en la con­duc­ta huma­na de la hora actual. De allí que resul­ta muy bien­ve­ni­da la deci­sión del TNM de mon­tar la obra nue­va­men­te para que el públi­co de Mon­treal pue­da juz­gar esta remar­ca­ble ver­sión de Fra­nçois Girard.

Bec­kett intro­du­ce a Estragón/ Gogó (Benoît Briè­re) y Vladimir/ Didí (Ale­xis Mar­tin), dos per­so­na­jes vaga­bun­dos que se encuen­tran en torno a un árbol des­nu­do. Quié­nes son ellos poco impor­ta, sal­vo que se deja entre­ver que se cono­cen de antes.¿Qué hacen? Espe­ran a alguien que pue­de ser Dios o un ángel mesiá­ni­co lla­ma­do Godot aun­que nadie sabe por­qué lo aguar­dan. Con­ver­san­do, ellos tra­tan de rom­per la mono­to­nía y si bien el con­te­ni­do de estas char­las abar­ca temas exis­ten­cia­les, el diá­lo­go que man­tie­nen no resul­ta dema­sia­do racio­nal o cohe­ren­te. En un momen­to dado apa­re­cen en esce­na –sin saber para qué- Poz­zo (Pie­rre Lebeau) y su ser­vi­dor Lucky (Emma­nuel Sch­wartz) quien es tra­ta­do cruel­men­te por su amo; tras un cor­to lap­so, ellos dejan el lugar. Pron­ta­men­te lle­ga un men­sa­je­ro (Mou­nia Zah­zam) con un reca­do de Godot comu­ni­can­do a Gogó y Didí que no pue­de venir en ese día pero que lo hará al siguien­te. La noche va cayen­do y así con­clu­ye el pri­mer capí­tu­lo de esta his­to­ria. En el segun­do de los dos actos de la obra que trans­cu­rre en la jor­na­da siguien­te se van repi­tien­do los acon­te­ci­mien­tos del día ante­rior, don­de Gogó y Didí siguen espe­ran­do la lle­ga­da de Godot sin saber cuán­do se pro­du­ci­rá tal encuentro.

Alexis Martin, Pierre Lebeau y Benoît Brière (Foto de Yves Renaud)

Ale­xis Mar­tin, Pie­rre Lebeau y Benoît Briè­re (Foto de Yves Renaud)

La apa­ren­te bana­li­dad de esta magis­tral crea­ción lite­ra­ria no pue­de ocul­tar la pro­fun­di­dad filo­só­fi­ca inmer­sa en la mis­ma. En pri­mer lugar, el tópi­co más des­ta­ca­ble es el uso del len­gua­je; si bien cons­ti­tu­ye la for­ma natu­ral de comu­ni­ca­ción huma­na, en el caso pro­pues­to por Bec­kett no lo es; estan­do cada uno en lo suyo, sus per­so­na­jes hablan pero no dia­lo­gan por­que tie­nen pro­ble­mas para poder expre­sar­se. Es allí don­de lo absur­do adquie­re una con­no­ta­ción pro­fun­da cuan­do hoy día, a pesar del avan­ce de la tec­no­lo­gía moder­na, el diá­lo­go vir­tual tien­de a pare­cer­se a los man­te­ni­dos por Estra­gón y Vla­di­mir. Igual­men­te, la pie­za es por­ta­do­ra de muchas otras inquie­tu­des que filo­só­fi­ca­men­te están rela­cio­na­das con el paso del tiem­po, la angus­tia del no hacer para espe­rar lo inal­can­za­ble, y sobre todo la con­tra­dic­ción huma­na en el com­por­ta­mien­to coti­diano que Bec­kett lo refle­ja en el sin sen­ti­do de las repe­ti­cio­nes de sus pro­ta­go­nis­tas median­te el jue­go de pala­bras que no con­du­cen a algo con­cre­to. Ade­más de dra­ma­ti­zar la alie­na­ción de sus dos per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos, el autor explo­ra tam­bién el lado oscu­ro de la natu­ra­le­za huma­na por quie­nes uti­li­zan arbi­tra­ria­men­te el poder para sojuz­gar a los más débi­les y des­am­pa­ra­dos, ejem­pli­fi­ca­do por el com­por­ta­mien­to de Poz­zo con res­pec­to a su escla­vo y “perro fal­de­ro” que es Lucky.

Si bien la rique­za de la obra es el prin­ci­pal sopor­te de la mis­ma, es impor­tan­te remar­car la mag­ní­fi­ca pues­ta escé­ni­ca de Fra­nçois Girard quien ya ha demos­tra­do a tra­vés de su exi­to­sa carre­ra pro­fe­sio­nal ser un inge­nio­so artis­ta mul­ti­dis­ci­pli­na­rio (tea­tro, cine, ópe­ra y cir­co); en la pre­sen­te expe­rien­cia, su apro­xi­ma­ción a la obra remar­can­do los aspec­tos dra­má­ti­cos del autor, logra que el públi­co asis­ten­te se invo­lu­cre en el uni­ver­so de Bec­kett y que extrai­ga sus pro­pias con­clu­sio­nes en las dife­ren­tes lec­tu­ras que pue­den infe­rir­se de esta creación.

Si la direc­ción de Girard resul­ta ópti­ma no menos impor­tran­te es su elen­co inte­gra­do por acto­res que brin­dan los dife­ren­tes mati­ces reque­ri­dos por los per­so­na­jes des­crip­tos por el dra­ma­tur­go. En tal sen­ti­do, el direc­tor ha con­vo­ca­do a 4 acto­res excep­cio­na­les. Así, Didí y Gogó encuen­tran en Mar­tin y Briè­re res­pec­ti­va­men­te a dos intér­pre­tes de mag­ní­fi­ca sol­ven­cia que demues­tran una extra­or­di­na­ria com­pli­ci­dad en el inten­so inter­cam­bio que man­tie­nen duran­te casi todo el desa­rro­llo de la pie­za con­tri­bu­yen­do a crear más de una situa­ción diver­ti­da. No menos impor­tan­te es la con­tri­bu­ción de Lebeau en su tirá­ni­co per­so­na­je así como el “tour de for­ce” rea­li­za­do por Sch­wartz quien en el pri­mer acto, en un momen­to que no con­vie­ne reve­lar, arran­ca espon­tá­neos aplau­sos del espec­ta­dor con su nota­ble carac­te­ri­za­ción de Lucky.

En los aspec­tos fun­cio­na­les resul­ta intere­san­te la des­po­ja­da y efec­ti­va esce­no­gra­fía de Fra­nçois Séguin don­de el típi­co árbol anqui­lo­sa­do sobre un mon­tícu­lo de are­na brin­da el ambien­te físi­co en don­de se mue­ven los per­so­na­jes. Igual men­ción mere­ce la ilu­mi­na­ción de David Finn a tra­vés de la luz nece­sa­ria que ambien­ta la atmós­fe­ra des­de el día hacia la noche.

Con­clu­sión: Una estu­pen­da direc­ción y un elen­co irre­pro­cha­ble al ser­vi­cio de una obra pro­fun­da que refle­ja el absur­do com­por­ta­mien­to humano. 

Una Colo­ri­da Fauna

ZOO­TO­PIA. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Byron Howard, Rich Moo­re y la co-direc­ción de Jared Bush.

ZOOTOPIAUna vez más los estu­dios Dis­ney con la exce­len­te visión crea­do­ra de John Las­se­ter, uno de los miem­bros que fun­da­ron los estu­dios Pixar, ofre­cen con Zoo­to­pia una pro­duc­ción ani­ma­da real­za­da con el sello de la exce­len­cia. Diri­gi­do por Byron Howard, Rich Moo­re y la cola­bo­ra­ción de Jared Bush, éste es un film don­de no hay deta­lle alguno que se haya deja­do libra­do al azar. Ade­más de lo esen­cial­men­te téc­ni­co, la pelí­cu­la se des­ta­ca por la mag­ní­fi­ca des­crip­ción de per­so­na­jes ani­ma­les sor­pren­den­te­men­te huma­ni­za­dos, su diná­mi­ca rea­li­za­ción y por la his­to­ria con­ce­bi­da por Jared Bush y Phil Johns­ton que resul­ta mucho más amplia que lo que en apa­rien­cia pare­cía a su inicio.

El rela­to pre­sen­ta un con­jun­to de mamí­fe­ros que habi­tan en Zoo­to­pia, una ciu­dad de moder­nos dise­ños arqui­tec­tó­ni­cos. En ese gran con­glo­me­ra­do urbano lle­ga pro­ce­den­te del inte­rior Judy Hopps (Gin­ni­fer Good­win), una sim­pá­ti­ca cone­ji­ta que des­de peque­ña soñó con lle­gar a ser poli­cía; 15 des­pués logra obte­ner la mejor cali­fi­ca­ción al com­ple­tar sus estu­dios en tal mate­ria. En su pri­mer tra­ba­jo al que es des­ti­na­da ella se encuen­tra rodea­da de ani­ma­les de mayor pre­sen­cia físi­ca, como ele­fan­tes, rino­ce­ron­tes, hipo­pó­ta­mos, entre otros; su dimi­nu­ta figu­ra hace que Bogo (Idris Elba), el poco sim­pá­ti­co búfa­lo jefe de poli­cía, le asig­ne una tarea de poca rele­van­cia; la mis­ma con­sis­te en veri­fi­car las con­tra­ven­cio­nes de esta­cio­na­mien­to, don­de en su pri­mer día de tra­ba­jo logra apli­car más de 200 bole­tas de mul­ta. Dota­da de una vita­li­dad, deter­mi­na­ción y ener­gía a toda prue­ba no se deja ven­cer por rea­li­zar este tra­ba­jo menor; al poco tiem­po la suer­te pare­ce estar de su lado cuan­do debi­do a cir­cuns­tan­cias espe­cia­les su jefe le encar­ga que se ocu­pe de escla­re­cer en no más de 48 horas el mis­te­rio de una serie de resi­den­tes des­apa­re­ci­dos que se vie­ne regis­tran­do en la ciu­dad. En prin­ci­pio todo gira­ría en torno de una serie de ani­ma­les pre­da­do­res que ate­mo­ri­zan a las pre­sas de esta metrópoli.

https://www.youtube.com/watch?v=ns9kL1JILeo

Para cum­plir su come­ti­do esta cone­ji­ta cuen­ta con la cola­bo­ra­ción de Nick (Jason Bate­man) un zorro píca­ro, char­la­tán y poco con­fia­ble a quien en prin­ci­pio ella man­tie­ne cier­tos pre­jui­cios sobre su mane­ra de ser; con todo, al poco tiem­po lle­ga­rán a for­mar un buen equi­po. De allí en más ambos que­dan invo­lu­cra­dos en una com­pli­ca­da aven­tu­ra que no con­vie­ne reve­lar, don­de la his­to­ria adquie­re mati­ces más complejos.

Espe­cial dis­tin­ción mere­cen las voces vívi­das de Good­win y Bate­man quie­nes ofre­cen gran expre­si­vi­dad a sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes; no menos impor­tan­te es la efi­cien­te asis­ten­cia vocal de Elba, J.K. Sim­mons, Octa­via Spen­cer, Bon­nie Hunt, entre otras voces. La popu­lar can­tan­te Sha­ki­ra brin­da sus cuer­das voca­les a una sim­pá­ti­ca gace­la que ento­na la can­ción ori­gi­nal del film “Try Everything” con letra y músi­ca de Sia y Star­ga­te. Y ya que se ha hecho men­ción a la músi­ca se reco­mien­da al públi­co que per­ma­nez­ca en la sala duran­te la pro­yec­ción de los cré­di­tos fina­les don­de pre­sen­cia­rá un exce­len­te cua­dro musi­cal con la inter­ven­ción de todos los ani­ma­les can­tan­do y bai­lan­do den­tro de un cli­ma de mar­ca­do optimismo.

Varias mora­le­jas pue­den des­pren­der­se de este film. Más allá de des­ta­car el prin­ci­pio de cons­tan­cia y volun­tad de supera­ción que ani­ma a nues­tra heroí­na, el rela­to per­mi­te sutil­men­te ilus­trar algu­nos de los pro­ble­mas que afec­tan a nues­tra socie­dad, tales como la buro­cra­cia, la corrup­ción de cier­tos fun­cio­na­rios en el ejer­ci­cio de la fun­ción públi­ca, como así tam­bién las per­cep­cio­nes aprio­rís­ti­cas que con­du­cen a pre­jui­cios y dis­cri­mi­na­cio­nes entre los seres huma­nos. Lo más impor­tan­te, y como no podría ser de otro modo pro­vi­nien­do de Dis­ney, es el noble men­sa­je que deja acer­ca de la impor­tan­cia que adquie­re el esfuer­zo colec­ti­vo para que las dife­ren­cias entre la gen­te (ani­ma­les en este caso) sean sub­sa­na­das a fin de vivir en paz y armonía.

A todas luces, éste es un muy buen film des­ti­na­do a todo tipo de audien­cia que sin duda apre­cia­rá cada uno de los ele­men­tos des­ta­ca­dos en esta eva­lua­ción crítica.
Jor­ge Gutman

Una Caó­ti­ca Jornada

A PER­FECT DAY. Espa­ña, 2015. Un film de Fer­nan­do León de Aranoa.

El direc­tor espa­ñol Fer­nan­do León de Ara­noa pre­sen­ta en A Per­fect Day la labor de un gru­po de coope­ran­tes inter­na­cio­na­les para ayu­dar a solu­cio­nar los pro­ble­mas que emer­gen en una región que fue sitia­da por una cruel guerra.

El tema no es nove­do­so por cuan­to ya se han vis­to varios fil­mes con­si­de­ran­do el tris­te lega­do del con­flic­to béli­co que azo­tó a la región bal­cá­ni­ca duran­te la pri­me­ra mitad de la déca­da del 90. Con todo es loa­ble el pro­yec­to de Ara­noa por­que ade­más de su pro­fun­do sen­ti­do huma­ni­ta­rio, el cali­fi­ca­do elen­co refuer­za el inte­rés del film.

Basa­do en la nove­la Dejar­se Llo­ver de la nove­lis­ta Pau­la Farías, el guión del rea­li­za­dor escri­to con la cola­bo­ra­ción de Die­go Farías ubi­ca la acción en 1995 en una región ári­da y mon­ta­ño­sa no espe­ci­fi­ca­da de la desin­te­gra­da Yugos­la­via cuan­do la gue­rra ya con­clu­yó. Las rui­nas deja­das por la mis­ma se hacen evi­den­tes y allí sus pobla­do­res se valen de un úni­co pozo exis­ten­te para el sumi­nis­tro del agua potable.

Benicio del Toro

Beni­cio del Toro

La cri­sis que gene­ra el con­flic­to dra­má­ti­co del rela­to es la apa­ri­ción del cadá­ver de un hom­bre obe­so que ha sido arro­ja­do en ese pozo; de ese modo, urge sacar el cuer­po lo más rápi­do posi­ble en la medi­da que está con­ta­mi­nan­do la pure­za del agua. Para tal fin, Mam­brú (Beni­cio del Toro) que es el jefe de un peque­ño gru­po huma­ni­ta­rio per­te­ne­cien­te a una ONG (orga­ni­za­ción no guber­na­men­tal) y Damir (Fed­ja Sut­kan), un efi­cien­te tra­duc­tor de la aldea, se dis­po­nen a hacer­lo. Des­afor­tu­na­da­men­te la cuer­da uti­li­za­da para el res­ca­te se rom­pe por no resis­tir el abul­ta­do peso. Es así que Mam­brú deci­de lla­mar a B (Tim Rob­bins), otro de los miem­bros del gru­po, para que le ayu­de a resol­ver la situa­ción. Tam­bién tra­ta­rá de pres­tar su cola­bo­ra­ción la bien inten­cio­na­da idea­lis­ta y exper­ta sani­ta­ria Sophie (Mela­nie Thierry) que per­te­ne­ce a este equi­po. Lo úni­co que res­ta es la com­pra de una nue­va cuer­da, pero aun­que resul­te fácil decir­lo, no es sen­ci­llo lograr­lo. A todo ello los terre­nos mina­dos del lugar para tras­la­dar­se de un pun­to a otro agre­gan un obs­tácu­lo para­le­lo a los ya existentes.

Los per­so­na­jes de esta his­to­ria se com­ple­tan con Katia (Olga Kury­len­ko) y Niko­la (Eldar Resi­do­vic). Katia, una anti­gua aman­te de Mam­brú, es una ana­lis­ta polí­ti­ca que lle­ga al lugar a fin de juz­gar la per­ti­nen­cia de la ayu­da pres­ta­da por los inte­gran­tes del equi­po; en tan­to que Niko­la es un niño de 9 años que desean­do retor­nar a su hogar y reen­con­trar a sus padres refle­ja muy bien de qué mane­ra los cole­ta­zos de la gue­rra afec­tan igual­men­te a la ino­cen­te infancia.

La situa­ción caó­ti­ca crea­da por la apa­ri­ción del cadá­ver pone en evi­den­cia las tra­bas buro­crá­ti­cas difí­ci­les de supe­rar, la inefi­ca­cia de las Nacio­nes Uni­das para ocu­par­se del pro­ble­ma, como así tam­bién los incon­ve­nien­tes que enfren­tan los gru­pos huma­ni­ta­rios debi­do a la resis­ten­cia y des­con­fian­za de los habi­tan­tes locales.

En el rela­to que se desa­rro­lla duran­te el trans­cur­so de un día bas­tan­te imper­fec­to, con­tra­rian­do a lo que indi­ca el títu­lo del film, el rea­li­za­dor brin­da un men­sa­je anti­be­li­cis­ta no exen­to de cier­to humor al remar­car las situa­cio­nes absur­das e irra­cio­na­les que gene­ran los con­flic­tos arma­dos y sus con­se­cuen­cias. Con todo lo más impor­tan­te radi­ca en demos­trar cómo las bue­nas inten­cio­nes de gru­pos huma­ni­ta­rios en su inten­to de ayu­dar y ali­viar las ten­sio­nes exis­ten­tes en el medio que actúan, pue­den lle­gar a frustrarse.

El elen­co inter­na­cio­nal del film trans­mi­te aca­ba­da­men­te las emo­cio­nes que ani­man a sus per­so­na­jes y entre sus acto­res quien más se des­ta­ca es Del Toro con su caris­ma y espe­cial mag­ne­tis­mo en el rol que asu­me. En los ren­glo­nes téc­ni­cos, la foto­gra­fía de Alex Cata­lán cap­tan­do visual­men­te la belle­za de la natu­ra­le­za es todo un logro. Jor­ge Gutman

Sal­to de Esquí

EDDIE THE EAGLE. Esta­dos Uni­dos-Gran Bre­ta­ña, 2016. Un film de Dex­ter Fletcher

A esca­sos días del estreno del film depor­ti­vo Race, lle­ga a la pan­ta­lla Eddie The Eagle que en el mar­co de un rela­to mucho más liviano abor­da igual­men­te a un joven esquia­dor que aspi­ra par­ti­ci­par en los Jue­gos Olímpicos.

 Taron Egerton y Hugh Jackman

Taron Eger­ton y Hugh Jackman

La his­to­ria se basa en la per­so­na real de Michael Edwards (Taron Eger­ton), un mucha­cho bri­tá­ni­co per­te­ne­cien­te a una humil­de fami­lia, que des­de tem­pra­na edad sin­tió una fuer­te incli­na­ción por la prác­ti­ca de esquí. Su aspi­ra­ción era par­ti­ci­par en las Olim­pia­das Inver­na­les de 1984; sin embar­go el resa­bio de una dis­mi­nu­ción físi­ca, una pre­sen­cia que podría pare­cer cari­ca­tu­res­ca por sus espe­sos len­tes que agran­da­ban sus ojos uni­do a una baja esta­tu­ra que no res­pon­día a la con­ven­cio­nal de un depor­tis­ta, influ­ye­ron para que el comi­té olím­pi­co de Gran Bre­ta­ña no lo tuvie­ra en cuen­ta. En todo caso su per­sis­ten­cia moti­vó a que siguie­ra empe­ña­do en poder lograr­lo cua­tro años des­pués y para ello deci­dió dejar de lado el tra­di­cio­nal esquí, optan­do por el sal­to de esquí del cual su expe­rien­cia era nula, pero sin duda has­ta ese momen­to no había nin­gún depor­tis­ta de su país en esa especialidad.

Aun­que para lograr su pro­pó­si­to Edwards fue entre­na­do por dos exper­tos ame­ri­ca­nos en Lake Pla­cid, el guión del rea­li­za­dor Dex­ter Flet­cher escri­to con la cola­bo­ra­ción de Sean Macau­lay y Simon Kel­ton se per­mi­te algu­nas licen­cias hacien­do que el joven aspi­ran­te via­je a Ale­ma­nia don­de cono­ce a Bron­son Peary (Hugh Jack­man), un ex cam­peón de esquí que en el pasa­do logró con­si­de­ra­ble popu­la­ri­dad; él será quien lo ayu­de a for­mar­lo. De este modo, y sin entrar en mayo­res deta­lles de lo que acon­te­ce entre­me­dio, Edwards se con­vier­te en una estre­lla en el sal­to de esquí y lle­ga a ser el pri­mer bri­tá­ni­co que com­pi­te en los Jue­gos Olím­pi­cos de Cal­gary de 1988 den­tro de esa cate­go­ría. A pesar de que este joven de 25 años –más cono­ci­do con el nom­bre de “Eddie The Eagle” debi­do al ale­teo de sus bra­zos al rea­li­zar sus impre­sio­nan­tes sal­tos- no haya obte­ni­do una meda­lla en dichos jue­gos, lo cier­to es que se ganó el res­pe­to y el entu­sias­mo del públi­co apre­cian­do sus con­di­cio­nes de gran deportista.

Con el men­sa­je de que más que los pre­mios reci­bi­dos impor­ta el esfuer­zo que se empren­de en el depor­te, este film lejos de ser excep­cio­nal lle­ga a satis­fa­cer. Su atrac­ción resi­de en la for­ma ame­na en que está rela­ta­do, el rit­mo ade­cua­do impre­so por Flet­cher, la logra­da com­pli­ci­dad exis­ten­te entre Eger­ton y Jack­man y, final­men­te, por­que sin pre­ten­sión algu­na con­si­gue entre­te­ner sana­men­te pro­du­cien­do en el espec­ta­dor una agra­da­ble sen­sa­ción de bien­es­tar. Jor­ge Gutman

Renoir – Admi­ra­do y Denigrado

DES­DE LA FUN­DA­CION BAR­NES DE FILADELFIA

Pro­si­guien­do con la difu­sión des­de las gale­rías de arte, el públi­co cana­dien­se ten­drá la oca­sión de apre­ciar el film Renoir — Reve­red and Revi­led, un docu­men­tal de Gran Bre­ta­ña rea­li­za­do por Phil Grabsky.

RENOIR, THE BARNES FOUNDATIONEl gran pin­tor fran­cés Pie­rre Augus­te Renoir (1841 – 1919) es amplia­men­te cono­ci­do ade­más de ser mun­dial­men­te elo­gia­do por sus pin­tu­ras impre­sio­nis­tas. A pesar del gran éxi­to como crea­dor del Impre­sio­nis­mo don­de Picas­so y Matis­se –dos de los genios de la pin­tu­ra del siglo pasa­do- admi­ra­ron pro­fun­da­men­te su obra, Renoir adop­tó en un momen­to dado una com­ple­ta­men­te nue­va direc­ción; esa acti­tud pro­du­jo el recha­zo de algu­nos de sus anti­guos seguidores.

RENOIREn base a lo que pre­ce­de este docu­men­tal está basa­do en la colec­ción de pin­tu­ras de Renoir per­te­ne­cien­tes a Fun­da­ción Bar­nes de Fila­del­fia. Esta ins­ti­tu­ción crea­da en 1922 por el Dr. Albert Bar­nes reúne una impor­tan­te colec­ción de gran­des crea­do­res artís­ti­cos; debi­do a la admi­ra­ción espe­cial que Bar­nes sen­tía hacia Renoir moti­vó a que reu­nie­ra 181 de los tra­ba­jos rea­li­za­dos entre 1912 y 1942; de este modo esta Fun­da­ción es la que tie­ne la mayor colec­ción de Renoirs entre todas las gale­rías del mundo.

Este docu­men­tal ade­más de exhi­bir algu­nas de las obras más impor­tan­tes de la men­cio­na­da colec­ción exa­mi­na aspec­tos de la vida per­so­nal de Renoir y sobre todo tra­ta de expli­car las razo­nes por las que el cam­bio de orien­ta­ción adop­ta­do por el artis­ta ha pro­vo­ca­do reac­cio­nes críticas.

El film será exhi­bi­do el 10 de mar­zo y vol­ve­rá a pro­yec­tar­se el 28 de mar­zo en dife­ren­tes salas de Cana­dá per­te­ne­cien­tes a Cine­plex. Para mayor infor­ma­ción sobre los cines par­ti­ci­pan­tes y horas loca­les de exhi­bi­ción pre­sio­ne aquí