Un Bipo­lar Ajedrecista

THE DARK HOR­SE. Nue­va Zelan­dia, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por James Napier Robertson

No son muchos los fil­mes pro­ve­nien­tes de Nue­va Zelan­dia que se pue­den apre­ciar en Cana­dá más allá de los fes­ti­va­les de cine, de allí que resul­ta gra­to mani­fes­tar que The Dark Hor­se que se aca­ba de estre­nar es una pro­duc­ción de gran cali­dad capaz de emo­cio­nar al públi­co de estas latitudes.

Cliff Curtis y James Rolleston

Cliff Cur­tis y James Rolleston

Basa­do en la vida real de Gene­sis Poti­ni –apo­da­do Gen‑, un bri­llan­te juga­dor de aje­drez mao­rí que ha pade­ci­do de una con­si­de­ra­ble bipo­la­ri­dad, el direc­tor y a la vez guio­nis­ta James Napier Rober­tson ha esbo­za­do uno de los aspec­tos más impor­tan­tes de su vida como ins­pi­ra­dor y maes­tro de este didác­ti­co y com­ple­jo depor­te mental.

Al comen­zar el rela­to, Poti­ni (Cliff Cur­tis) es des­crip­to como un pacien­te psi­quiá­tri­co que se encuen­tra hos­pi­ta­li­za­do debi­do a su enfer­me­dad. Cuan­do es dado de alta es pues­to al cui­da­do de su her­mano mayor Ari­ki (Way­ne Hapi); un indi­vi­duo cuyo esti­lo vio­len­to de vida al for­mar par­te de una ban­da de gangs­ters no con­cuer­da con la natu­ra­le­za de Gene­sis (apo­da­do Gen). Más aún, tenien­do en cuen­ta que el ambien­te en que trans­cu­rre la ado­les­cen­cia de Mana (James Rolles­ton), el hijo de su her­mano, no es el más apro­pia­do, el pro­di­gio­so aje­dre­cis­ta se pro­po­ne ense­ñar a su sobrino así como tam­bién a un gru­po de otros jóve­nes des­fa­vo­re­ci­dos cómo jugar al aje­drez al pro­pio tiem­po de moti­var­los para par­ti­ci­par en un cam­peo­na­to nacio­nal que ten­drá lugar en Auc­kland. Obvia­men­te que no fal­ta­rán obs­tácu­los para tra­tar de alcan­zar la meta propuesta.

Esta his­to­ria podría haber segui­do una ruta pre­de­ci­ble pero afor­tu­na­da­men­te no fue así. Cier­ta­men­te se han vis­to muchos fil­mes en don­de la abne­ga­da labor de un maes­tro per­mi­te que sus alum­nos logren sobre­sa­lir y ser úti­les en la vida. En este caso, la dife­ren­cia sub­sis­te en que el ins­truc­tor sigue pade­cien­do de su bipo­la­ri­dad que aun­que no lle­ga a afec­tar de modo alguno a ter­ce­ros, demues­tra su férrea volun­tad de res­ca­tar a una juven­tud que podría per­der­se a tra­vés de un camino vio­len­to, para que a tra­vés de un noble jue­go logren desa­rro­llar sus apti­tu­des y com­pro­bar que hay cami­nos alter­na­ti­vos supe­rio­res para iden­ti­fi­car­se mejor y madu­rar. En ese pro­pó­si­to, de nin­gún modo el direc­tor tra­ta de enal­te­cer sen­ti­men­tal­men­te la figu­ra de Poti­ni recu­rrien­do a su enfer­me­dad; lo que hace en cam­bio es ofre­cer un retra­to humano de un ser sufrien­te y soli­ta­rio que logra dar­le sen­ti­do a su vida uti­li­zan­do su pasión por el aje­drez trans­mi­tien­do sus ense­ñan­zas a mucha­chos humil­des a fin de que pue­dan alen­tar un futu­ro mejor.

Bien arti­cu­la­do y muy bien narra­do, el direc­tor apro­ve­cha para ilus­trar ras­gos de la cul­tu­ra mao­rí, don­de algu­nos de los mis­mos dis­tan de ser com­pla­cien­tes, como lo son los ritos de ini­cia­ción en una ban­da de gangs­ters. Igual­men­te, duran­te el tor­neo de aje­drez de Aukland Rober­tson remar­ca elíp­ti­ca­men­te las dife­ren­cias socia­les exis­ten­tes entre los jóve­nes mao­rís y los res­tan­tes jugadores.

A nivel inter­pre­ta­ti­vo, Cur­tis con­tri­bu­ye a que el film logre poten­ciar­se por su excep­cio­nal inter­pre­ta­ción. Este actor mara­vi­lla asu­mien­do por com­ple­to la per­so­na­li­dad de Poti­ni; su ansie­dad, la for­ma en que mur­mu­ra entre dien­tes, la deses­pe­ra­ción mani­fies­ta por lograr su obje­ti­vo así como los ras­gos típi­cos de su tras­torno cere­bral, que­dan mag­ní­fi­ca­men­te refle­ja­dos. El elen­co que lo acom­pa­ña es la igual­men­te com­pe­ten­te, des­ta­cán­do­se Rolles­ton como el mucha­cho tími­do que se encuen­tra en la con­flic­ti­va situa­ción de ser sal­va­do por su tío o de seguir el camino vio­len­to impues­to por su padre; igual­men­te es loa­ble la actua­ción del debu­tan­te actor Hapi como el pro­ble­má­ti­co her­mano de Gen. Jor­ge Gutman