Un Film de Extra­or­di­na­ria Belleza

THE JUN­GLE BOOK. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un fim de Jon Favreau

Sor­pren­den­te, ima­gi­na­ti­va, esplen­do­ro­sa, son algu­nos de los elo­gia­bles cali­fi­ca­ti­vos mere­ci­dos por The Jun­gle Book, la pelí­cu­la diri­gi­da por Jon Favreau. Esta reco­pi­la­ción de his­to­rias escri­tas por Rud­yard Kipling (1865 – 1936), escri­tor bri­tá­ni­co de ori­gen indio y Pre­mio Nóbel de Lite­ra­tu­ra, ha sido obje­to de nume­ro­sas ver­sio­nes cine­ma­to­grá­fi­cas, inclu­yen­do la de ani­ma­ción de 1967 que fue super­vi­sa­da por Walt Dis­ney en su tra­ba­jo pós­tu­mo; con todo, la pre­sen­te es sin duda algu­na la más espectacular.

En este extra­or­di­na­rio esfuer­zo de pro­duc­ción jue­ga un rol fun­da­men­tal el empleo de las imá­ge­nes gene­ra­das por compu­tado­ras (CGI) que ofre­ce una sen­sa­ción de vero­si­mi­li­tud impre­sio­nan­te, refor­za­do aún más con el uso de la ter­ce­ra dimen­sión. Si a la vir­tuo­si­dad visual que des­plie­ga el film se le agre­ga el impac­to emo­cio­nal que Favreau logra en su narra­ción, todo está dado para que el espec­ta­dor goce de un gran espec­tácu­lo al intro­du­cir­se en la ver­da­de­ra jun­gla don­de trans­cu­rre la acción.

Neel Sethi

Neel Sethi

En la sel­va india del rela­to vive una enor­me varie­dad de ani­ma­les con la sola pre­sen­cia huma­na de Mow­gli (Neel Sethi). A tra­vés de la narra­ción de la noble pan­te­ra Baghee­ra (Ben Kings­ley), se sabe que este chi­co que se extra­vió de sus padres y que­dó per­di­do en la jun­gla, fue res­ca­ta­do y cria­do por los lobos Ake­la (Gian­car­lo Espo­si­to) y Raksha (Lupi­ta Nyong’o). No habien­do cono­ci­do otro ambien­te que el de los ani­ma­les con quien con­vi­ve, Mow­gli se sien­te feliz en el medio en que se encuen­tra y ade­más des­plie­ga una gran ener­gía des­pla­zán­do­se entre los árbo­les a la mane­ra de un mono.

El ambien­te des­crip­to en el guión de Jus­tin Marks es cier­ta­men­te idí­li­co don­de la fau­na ve trans­cu­rrir su exis­ten­cia armo­nio­sa­men­te apli­can­do la “ley de la sel­va” que con­sis­te en el prin­ci­pio soli­da­rio de uno para todos y todos para uno.  Sin embar­go, el orden natu­ral se quie­bra cuan­do apa­re­ce la figu­ra ame­na­za­do­ra del vio­len­to tigre de Ben­ga­la She­re Khan (Idris Elba) quien anun­cia sus inten­cio­nes de apre­sar a Mow­gli. Por esa razón Baghee­ra con­si­de­ra que el momen­to ha lle­ga­do para que el niño aban­do­ne a su fami­lia adop­ti­va y se diri­ja a la aldea huma­na para unir­se a los seres de su especie.

A par­tir de allí se ini­cia la gran aven­tu­ra de nues­tro héroe a tra­vés de varia­dos encuen­tros. El pri­me­ro de los mis­mos tie­ne lugar con la seduc­to­ra ser­pien­te Kaa (Scar­lett Johans­son) quien a pun­to de devo­rar­lo es sal­va­do mila­gro­sa­men­te por el oso Baloo (Bill Murray); por el favor rea­li­za­do éste le soli­ci­ta que le pro­cu­re la miel nece­sa­ria duran­te su hiber­na­ción. Al pro­se­guir su mar­cha Mow­gli es arre­ba­ta­do por una mana­da de monos y trans­por­ta­do a un tem­plo anti­guo domi­na­do por la pre­sen­cia del rey Louie (Chris­topher Wal­ken), un enor­me oran­gu­tán que le exi­ge al via­je­ro que le reve­le el secre­to de la flor roja capaz de pro­du­cir fue­go. En este via­je ini­ciá­ti­co don­de el pro­ta­go­nis­ta tra­ta de ven­cer los peli­gros para sobre­vi­vir, indi­rec­ta­men­te se des­pren­den algu­nas lec­cio­nes mora­les que le per­mi­ti­rán guiar­lo en el futuro.

La repro­duc­ción de la sel­va y la de los ani­ma­les que la pue­blan así como la cap­ta­ción de sus movi­mien­tos adquie­ren un rea­lis­mo sor­pren­den­te, sobre todo si se tie­ne en cuen­ta que nin­gún ani­mal ver­da­de­ro ha sido uti­li­za­do duran­te la fil­ma­ción. Es aquí don­de los sen­sa­cio­na­les efec­tos visua­les cobran ver­da­de­ro sen­ti­do por­que están al ser­vi­cio de una poten­te his­to­ria de dimen­sión huma­na. Eso se encuen­tra refor­za­do por el valio­so apo­yo de las voces de los acto­res y sobre todo por la actua­ción de Neel Sethi quien en su debut como actor se desem­pe­ña muy bien asu­mien­do el papel protagónico.

Como en todo film de Dis­ney siem­pre hay can­cio­nes que ame­ni­zan su tra­ma; así resul­ta gra­to escu­char los temas The Bare Neces­si­ties ento­na­do por Bill Murray y I Wan­na Be Like You por par­te de Chris­topher Walken.

Final­men­te, noble­za obli­ga des­ta­car a Robert Lega­to y Adam Val­dez res­pon­sa­bles de los extra­or­di­na­rios efec­tos visua­les como así tam­bién la ágil direc­ción foto­grá­fi­ca de Bill Pope.

En esen­cia, Jon Favreau ha logra­do un her­mo­so film que equi­li­bran­do espec­ta­cu­la­ri­dad con legí­ti­ma emo­ción per­mi­te que tan­to los niños como los adul­tos pue­dan dis­fru­tar­lo ple­na­men­te. Jor­ge Gutman