VIVA. Irlanda, 2015. Un film de Paddy Breathnach
Lo primero que sorprende de este emotivo film es que el realizador irlandés Paddy Breathnach haya sabido captar el espíritu cubano al sumergirse por completo en la realidad de Cuba. Valiéndose del guión de Mark O’Halloran, el director relata con sentimiento y ternura los problemas de un joven que busca su identificación a través de lo que verdaderamente desea ser en su vida y la relación con un padre que se opone a sus deseos.
La historia se centra en Jesús (Héctor Medina) un joven homosexual que vive en La Habana y que trabaja como peluquero además de confeccionar pelucas para un grupo de drag queens. Prácticamente huérfano, dado que su madre está muerta y sin haber visto a su padre desde que era pequeño, vive en una precaria vivienda y entre sus relaciones cuenta con el apoyo y protección de un maduro drag queen llamado Mama (Luis Alberto García). Sus magros ingresos los complementa con los servicios de prostitución que presta a ciertos clientes aunque su verdadera inclinación es llegar al mundo del entretenimiento, subir al escenario y actuar como drag queen en el club de Mama. Cuando sus sueños se convierten en realidad adoptando el nombre artístico de “Viva” inesperadamente llega Ángel (Jorge Perugorría), su padre, que es un ex boxeador alcohólico que estuvo preso durante 15 años por haber matado a una persona en una riña callejera.
El primer encuentro entre los dos no puede ser más desafortunado cuando Ángel abofetea a su hijo por verlo vestido de mujer. Pero cuando se muda a la vivienda de Jesús adoptando una actitud paternal machista, el joven no llegará a intimidarse por él, tratando en cambio de defender su orientación sexual y forjar su propio destino. En el proceso de maduración que atraviesa a través del poder de transformación logrado por el arte, finalmente llegará a establecer un vínculo más estable con su progenitor que deberá aceptarlo tal como es.
Aunque el film pueda tener matices melodramáticos no hay en su relato ninguna sensiblería barata que pudiera afectarlo. Por el contrario, tanto el realizador como su guionista han logrado una genuina descripción de los personajes resaltando la humanidad de los mismos a través de las logradas interpretaciones de Medina y Perugorría; al propio tiempo y dentro del marco social en que se desarrolla, la película no se preocupa en resaltar la belleza turística de La Habana sino más bien de reflejar la pobreza de los rincones donde vive la gente más desfavorecida de la sociedad. Para concluir, la música salsa cubana propia de una época ya ida brinda colorido y una cierta nostalgia a esta atractiva y cálida historia. Jorge Gutman