Por la Vida

A LA VIE. Fran­cia, 2015. Un film de Jean-Jac­ques Zilbermann

El direc­tor Jean-Jac­ques Zil­ber­mann rela­ta los pasos segui­dos por su madre, una sobre­vi­vien­te del Holo­caus­to, años des­pués de haber fina­li­za­do la tra­ge­dia. Al hacer­lo brin­da una come­dia dra­má­ti­ca exa­mi­nan­do con suti­le­za la amis­tad feme­ni­na sur­gi­da duran­te el angus­tio­so perío­do en que 3 muje­res com­par­tie­ron el horror de la guerra.

Johanna Ter Steege, Suzanne Clément y Julie Depardieu

Johan­na Ter Stee­ge, Suzan­ne Clé­ment y Julie Depardieu

En un rela­to de fic­ción, el guión del rea­li­za­dor escri­to con Daniel Dumas y Odi­le Bars­ki comien­za con un pró­lo­go que tie­ne lugar en Ausch­witz duran­te la gue­rra; inme­dia­ta­men­te la acción se tras­la­da a París en los comien­zos de la déca­da del 60. Allí vive Hélè­ne (Julie Depar­dieu), una de las sobre­vi­vien­tes del terror nazi, que aho­ra tra­ba­ja como cos­tu­re­ra. Aun­que tra­ta de lle­var una vida nor­mal siem­pre que­dan ves­ti­gios del tris­te pasa­do; sien­do cor­te­ja­da sen­ti­men­tal­men­te por Ray­mond (Mathias Mle­kuz), uno de sus clien­tes, final­men­te se casa con Hen­ri (Hip­poly­te Girar­dot) su ami­go de infan­cia, sin impor­tar­le que él ha sido cas­tra­do en Ausch­witz por expe­ri­men­tos nazis médi­cos, lo que natu­ral­men­te le impi­de man­te­ner una com­ple­ta rela­ción conyugal..

Como suce­de con mucho de los sobre­vi­vien­tes, los momen­tos vivi­dos en los cam­pos de con­cen­tra­ción que­dan mar­ca­dos en la memo­ria de los afec­ta­dos y es así que en el caso de Hélè­ne ella no pue­de olvi­dar el gran afec­to que cimen­tó duran­te los acia­gos días con Rose (Suzan­ne Clé­ment) –que cree que murió en la gue­rra- y Lili (Johan­na Ter Stee­ge). Con el pro­pó­si­to de ubi­car a ésta últi­ma, des­pués de lar­go tiem­po de haber colo­ca­do avi­sos en los dia­rios, logra final­men­te con­tac­tar­la al saber que vive en Holan­da; de este modo pla­nea un encuen­tro para pasar jun­tas unos días de vaca­cio­nes en el bal­nea­rio de Berck-sur-Mer ubi­ca­do al nor­te de Fran­cia. La sor­pre­sa es mayor cuan­do Hélè­ne ve a Lili acom­pa­ña­da por Rose que en reali­dad logró sal­var­se y que vivien­do en Mon­treal está en esos momen­tos de visi­ta en Europa.

En for­ma sobria y evi­tan­do for­za­dos sen­ti­men­ta­lis­mos, el rela­to va des­ta­can­do las dife­ren­tes carac­te­rís­ti­cas de cada una de las ami­gas, los recuer­dos del pasa­do, las viven­cias pre­sen­tes, qué es lo que las pue­de unir des­pués de tan­to tiem­po y lo que pue­de qui­zá dis­tan­ciar­las. Sal­pi­ca­do de un cier­to humor, en que cada una vuel­ca sus expe­rien­cias ínti­mas y el modo de reaco­mo­da­mien­to des­pués de la gue­rra, el rela­to se nutre de algu­nas esce­nas emo­ti­vas; entre las mis­mas se encuen­tran la que mues­tra al trío oran­do alre­de­dor de la mesa del Sha­bat, o bien ento­nan­do algu­nas can­cio­nes fol­cló­ri­cas judías.

Tan­to Depar­dieu como Ter Stee­ge y Cle­ment ofre­cen bue­nas inter­pre­ta­cio­nes y está muy bien logra­da la repro­duc­ción del lugar turís­ti­co don­de trans­cu­rre la acción así como otros deta­lles per­ti­nen­tes a esa épo­ca gra­cias a la bue­na foto­gra­fía de Remy Che­vrin y los acer­ta­dos dise­ños de pro­duc­ción de Vale­rie Grall. Jor­ge Gutman