DE PALMA. Estados Unidos, 2015. Un film de Noah Baumbach y Jake Paltrow
Este muy buen documental sobre Brian De Palma permite que el espectador conozca mejor su personalidad teniendo en cuenta que no ha sido valorado en la medida que corresponde a pesar de su importante contribución cinematográfica. A través del reportaje efectuado por Noah Baumbach y Jake Paltrow se pasa revista a la mayoría de los filmes realizados durante más de medio siglo, escuchando de primera fuente lo que el cineasta manifiesta al respecto. En la forma cómo el film está estructurado nunca se contempla a los entrevistadores formulando sus preguntas, de allí que todo parecería asumir que el entrevistado efectúa sus comentarios por sí mismo monologando con la audiencia de manera fluida y sin interrupción.
A partir de los primeros minutos se observa a De Palma quien adoptando un tono afable, cálido y dueño de un espontáneo humor, ofrece una imagen totalmente diferente de los preconceptos que se pudiera tener sobre un cineasta propenso a los temas de horror y sanguíneos tal como surgen de varios títulos de su filmografía. La primera imagen es un clip de Vértigo (1958) de Alfred Hitchcock a quien el director venera y confiesa haber sido influenciado en su vocación de realizador; eso queda reflejado años después en Obsession (1979) como también en Blow Out (1981), dos relatos inspirados por el inmortal mago del suspenso.
Después de pasar breve revista a su entorno familiar con un padre que prácticamente estuvo distanciado de él, comienza a reseñar sus primeros pasos como cineasta descubriendo a un joven de talento prometedor llamado Robert De Niro, así como también el contacto mantenido con colegas de esa época como Steven Spielberg, Martin Scorcese, Francis Ford Coppola y George Lucas. A medida que se presentan los clips de sus películas van surgiendo numerosas anécdotas que De Palma relata animadamente al público; así, entre algunos de los episodios, a veces graciosos y otros no tanto, hace referencia a nombres populares, incluyendo entre otros a Sean Penn, Al Pacino, Clifft Robertson, Sidney Lumet, Tom Cruise y Oliver Stone.
El documental recuerda al espectador que De Palma, además de los filmes antes mencionados, también ha sido el autor de otros remarcables títulos como lo fueron Phantom of the Paradise (1974) Carrie (1976), Dressed to Kill (1980), Scarface (1983), The Untouchables (1987), Carlito’s Way (1993) y Mission: Impossible (1996). Lo anterior no impide que el director comente abiertamente sobre dos de sus grandes fracasos como lo han sido The Bonfire of Vanities (1990) ‑que él atribuye como error el haber incluido equivocadamente a Tom Hanks en el elenco- y la aventura espacial de ciencia ficción Mission to Mars (2000).
Igualmente, el film atrae la atención cuando De Palma se refiere a su inclinación por las largas tomas, su batallar con gente de la industria, y en general sus diferencias con el establishment hollywoodense que está fundamentalmente preocupado en hacer dinero, uno de los elementos que lo motivó a retirarse del sistema y trasladarse a Europa para proseguir su carrera.
Indudablemente cautivante, el documental refleja las preocupaciones artísticas y creativas del director que al final del mismo sostiene que un cineasta puede alcanzar su máxima productividad hasta cierta edad, donde más allá de la misma no es posible ser demasiado creativo; ciertamente esta opinión contrasta con las grandes obras legadas por Ingmar Bergman o John Houston, por ejemplo, en los últimos años de su existencia.
El film es altamente entretenido y didáctico además de constituir una lección magistral para noveles cineastas. Si hay alguna objeción que hacer es que el documental no deja muy aclarado la razón por la que De Palma enfatizó en varios de sus violentos filmes el discutido tratamiento otorgado a los personajes femeninos exponiendo la explotación sexual de la mujer.
Globalmente considerado, Baumbach y Paltrow han obtenido un documental que además de valioso constituye un homenaje a un realizador que no llegó a ser lo suficientemente valorado como debió haber sido. Jorge Gutman